Es relevante destacar el aporte ofrecido en esta entrevista, con respecto a la utilización adecuada y oportuna de los psicofármacos, en pacientes con enfermedades cardiovasculares (ECV), utilizando referencias de guías actualizadas que consideran diferentes factores, cuando se decide que un paciente sea medicado. La necesidad de abordar apropiadamente al paciente con ECV permite que éste tenga una mejor calidad de vida. La depresión es uno de los trastornos principales encontrados en estos casos, enfermedad que debe ser prevenida y manejada en muchos casos con psicofármacos, para evitar la complicación de las ECV. En los individuos con depresión es importante atender el factor de riesgo existente para desencadenar una ECV; como también la mayor posibilidad, que tienen los pacientes con enfermedades cardiovasculares de presentar
alteraciones en el estado de ánimo por su estado de salud.
El considerar los factores de riesgo en las ECV y los trastornos depresivos permite ayudar al paciente a disminuir complicaciones de mayor índole. La genética cumple un papel importante en el desencadenamiento de ciertas enfermedades, los factores predisponentes en las ECV y en los trastornos depresivos son importantes de evaluar juntamente con otros aspectos, como son el sistema psicoinmunoneuroendocrino, el contexto familiar y social. La edad del paciente, tipo de enfermedad, tiempo de diagnóstico, dosis, evolución, efectos adversos producidos por ciertos psicofármacos y combinaciones de diferentes tratamientos; son fundamentales al decidir la prescripción médica y seguimiento. En particular, cuando se pueden sufrir una o ambas enfermedades (ECV y trastorno depresivo).
Lo importante es que los psicofármacos no afecten negativamente la condición cardiovascular. En el caso de los pacientes con depresión se pretende que se disminuya la sintomatología, para prevenir la posibilidad de ECV. Teniendo presente en ambos casos la necesidad de ingerirlo durante un tiempo determinado, para que haga efecto y mantenerlo por un tiempo, con la finalidad de que el paciente tenga mejoría y perdure por un lapso sin síntomas o sean eliminados definitivamente. No debemos dejar de tener en cuenta que cada paciente es único y así debe ser abordado para la prescripción psicofarmacológica y cardiovascular. Se debe hacer énfasis en evitar, en lo posible, efectos adversos producidos por la medicación.
La presencia de síntomas o trastornos depresivos requiere ser abordados, utilizando uno de los recursos más rápidos en hacer efecto como es el uso de antidepresivos, considerando el tipo de enfermedad cardiovascular padecida; como también los efectos secundarios y el tiempo hasta el efecto de los antidepresivos. Se dan las dos condiciones cuando el paciente sufre de depresión y es un factor de riesgo de ECV, como cuando el paciente ya ha sufrido la ECV y se requiere prevenir o afrontar, en el caso de ya existir la presencia de síntomas o trastornos depresivos.
Uno de los factores relevantes a considerar es la adhesión al tratamiento tanto cardiovascular, como en el caso de requerirlo, el psicofarmacológico. La importancia de un adecuado seguimiento por un especialista, para evaluar su efecto y la prescripción de psicofármacos, es necesaria para precisar dosis y cambios de medicación de acuerdo con lo que realmente requiere y sea más beneficioso al paciente.
El estilo de vida del paciente sufre modificaciones. Existen actividades de la vida diaria, que al inicio de padecer una ECV deben dejarse por un tiempo y luego empiezan a retomarse, pero es un tiempo de modificaciones y adaptaciones. El paciente percibe cambios antes y después de la enfermedad en sus hábitos de vida. Puede observarse en el paciente la manifestación de miedo, ansiedad, depresión, mayor temor a la muerte, entre otros. Los factores de protección para ambas enfermedades (física y mental) son relevantes, como fortalezas existentes y necesarias de utilizar, en la prevención y recuperación del paciente.
Es frecuente apreciar que los pacientes con ECV no le adjudiquen ninguna relación a su enfermedad física (ECV) con la alteración en el estado de ánimo (trastorno depresivo), siendo importante un abordaje integral de ambas. Se debe hacer énfasis en concientizar en el paciente la enfermedad que padece, estimular la decisión de autocuidarse y la aceptación de la enfermedad. Evidentemente, los daños producidos por las ECV producen cambios en la vida del paciente. Es relevante tener en cuenta cómo interfiere su edad, en el caso de que sea un infante, adulto o adulto mayor; las modificaciones que se producen en los estilos y hábitos de vida, la medicación que debe cumplir, el impacto de un diagnóstico médico y psiquiátrico. La relevancia de la prevención primaria y psicoeducativa debe estar enfocada en un mejor abordaje.
Los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, ecológicos y culturales deben ser considerados en la evaluación integral y el tratamiento del enfermo. Al mejorar su condición física o mental o ambas, su estado de salud se verá favorecido. El trabajo multidisciplinario con las diferentes especialidades, en las cuales el paciente requiere ser evaluado y tratado, permitirán que se le brinde en conjunto la ayuda necesaria para su recuperación física y mental.
Con respecto a la familia, hay angustia, existen preguntas con respecto a la enfermedad, sin conocer muchas veces la mejor manera de abordar al paciente y los cambios que se generan en cada uno de los miembros. Puede haber miedos y temores del paciente, así como en la familia, de que ocurra otro evento cardiovascular que pueda empeorar la condición física. La familia o el cuidador principal requieren apoyo ante los cambios que también se producen en la dinámica personal, requiriendo apoyo, atención y psicoeducación. Es imprescindible ayudar a la familia del paciente con ECV. Los grupos de apoyo son sanadores y proporcionan gran beneficio psicoemocional, la conformación de grupos para familiares y la psicoterapia de grupo son grandes recursos que favorecen el bienestar del paciente y su entorno.
En conjunto con el uso de psicofármacos, encontramos que la psicoterapia es fundamental en la atención del paciente con ECV. Existen diferentes enfoques teóricos y modalidades que pueden ayudar al enfermo ante el impacto de conocer un diagnóstico, aceptar la enfermedad y cumplir con un tratamiento cardiológico, psiquiátrico o de ambos tipos. Lo importante es evitar y mantener el menor evento de recaídas, para que no se complique el estado de salud del individuo afectado. Cuando un paciente empieza a adquirir habilidades para afrontar los cambios que le produce una enfermedad, logra canalizar de mejor manera su estado de salud y darle una visión diferente a lo que está padeciendo. Si el paciente tiene un mejor estilo de vida, adquiere destrezas para su autocuidado, mantiene un ritmo de vida sano, realizando actividades físicas y mentales que sean beneficiosas, disfruta de un ambiente familiar, social y laboral adecuado, estos serán factores relevantes que influirán de manera positiva en la vida de la persona.
Es muy importante que los pacientes con ECV sean resilientes, siendo un gran recurso que le permite al individuo seguir y aprender ante situaciones adversas. La psicoterapia individual, grupal y las redes personales son grandes recursos para que el paciente con ECV logre tener una buena calidad de vida.
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