Programa Actualización Científica sin Exclusiones (ACisE)

Informes comentados

dispuestos por fecha de ingreso a SIIC

Informe
Autor del informe original
José Bonet
Columnista Experto de SIIC
Institución: Fundación Favaloro
Ciudad de Buenos Aires Argentina

Trastornos depresivos en enfermos cardiovasculares
Muchas veces la afección psiquiátrica precede y es considerada un factor de riesgo importante para la aparición de enfermedad cardiovascular, mientras que en otras oportunidades se observa que la irrupción de la enfermedad cardíaca en la vida de la persona es el factor desencadenante o precipitante para la subsiguiente aparición del trastorno mental.

Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
https://www.siicsalud.com/des/ensiiccompleto.php/152918

Comentario
Autor del informe
 


Lorena Cecilia López Steinmetz
Doctora en Psicología (UBA), Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIPsi), Psicología Clínica y Comunitaria, Córdoba, Argentina



Todas las personas pueden sentirse tristes de vez en cuando y en forma pasajera como consecuencia de afrontar determinados eventos vitales, sin que esto signifique que padezcan una enfermedad mental. A diferencia de ello, la depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo en el cual sentimientos negativos tales como tristeza –principalmente–, pero también otros sentimientos negativos –como frustración, ira, enojo, desinterés, apatía, anhedonia y desesperanza, entre otros–, se presentan durante períodos prolongados (por más de dos semanas), interfieren en la vida diaria y merman la calidad de vida de la persona que lo padece. Si bien el principal énfasis en los criterios diagnósticos está puesto sobre la esfera anímica o afectiva, lo cierto es que, típicamente, el trastorno depresivo mayor también
suele estar acompañado por síntomas de tipo cognitivo, volitivos y somáticos. Por lo tanto, en un nivel individual, la presencia de trastorno depresivo mayor implica una afección global de la persona, i.e., una afección no sólo psíquica sino también física. A su vez, los efectos de la depresión mayor van más allá del nivel individual. En este sentido, es importante señalar que la depresión mayor suele repercutir también de manera negativa en la estructura familiar y social.
En términos epidemiológicos, el trastorno depresivo mayor se encuentra entre los trastornos mentales de mayor prevalencia en la población general.
Por otra parte, las enfermedades cardiovasculares también tienen elevada prevalencia. Sumado a ello, la frecuente comorbilidad entre trastorno depresivo mayor y enfermedad cardiovascular está documentada ampliamente en la bibliografía especializada. Al respecto, se han reportado asociaciones positivas entre ambas enfermedades, i.e., las personas con enfermedad cardiovascular presentan más depresión que la población general y las personas con trastorno depresivo son más propensas a presentar enfermedad cardiovascular. Dichas asociaciones se acompañan de tasas de mortalidad más altas que la población general y, también, de tasas de mortalidad más altas en personas con comorbilidad de trastorno depresivo y enfermedad cardiovascular, en comparación con individuos que tienen sólo uno de esos diagnósticos. Sin embargo, aún no se sabe si la depresión mayor es sólo un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular más grave –y viceversa– o si, en cambio, existe una relación causal entre depresión mayor y enfermedades cardiovasculares y, en este caso, en qué sentido se establecería esa causalidad.
En cuanto a la terapéutica, es cierto que tal como se desarrolla en la entrevista efectuada por el Sistema de Noticias Científicas (aSNC) a José Bonet, titulada “Trastornos depresivos en enfermos cardiovasculares”, los fármacos antidepresivos más recomendados por las guías internacionales para el tratamiento del trastorno depresivo mayor en personas con enfermedad cardiovascular son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), debido a que estos cuentan con demostrada eficacia en la reducción significativa de sintomatología depresiva. No obstante, y tal como se señala también en la mencionada entrevista, los efectos secundarios y los efectos de interacción de los fármacos antidepresivos –ya sean los ISRS, o bien otros fármacos antidepresivos, tales como tricíclicos y drogas noradrenérgicas– son aspectos importantes que se deben evaluar antes de tomar la decisión de prescribir este tipo de tratamiento para trastorno depresivo mayor en sujetos con enfermedad cardiovascular. Al respecto, es importante señalar que las opciones terapéuticas no se agotan en el tratamiento farmacológico. En efecto, hay tratamientos psicoterapéuticos, tales como la terapia cognitivo-conductual, que demostraron tener eficacia en el tratamiento del trastorno depresivo mayor. Asimismo, existen estrategias adicionales para el manejo terapéutico de personas con comorbilidad de trastorno depresivo mayor y enfermedad cardiovascular, e.g., rehabilitación cardíaca, programas de ejercicio, apoyo general y enfoques combinados (farmacológicos y psicoterapéuticos). Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
depresión, enfermedad cardiovascular, factor desencadenante
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
Alfonso Mateos Colino
Columnista Experto de SIIC
Institución: Hospital Xeral Calde de Lugo
Lugo España

Disnea y Derrame Pleural Izquierdo Masivo como Presentación De Disección de Aorta Descendente
Se presenta el caso de un paciente que acudió a urgencias por disnea intensa. La historia clínica, la situación de bajo gasto cardíaco y el derrame pleural masivo serohemático llevaron a la sospecha de disección aórtica.

Resumen
Se describe el caso clínico de un paciente que acudió al servicio de urgencias por disnea intensa de instalación subagudo. Se llegó a la sospecha de disección aórtica por medio de la historia clínica, el síndrome de bajo gasto cardíaco y el derrame pleural masivo en las imágenes, con características serohemáticas en el análisis de laboratorio.

Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
https://www.siicsalud.com/des/casiic_profundo.php/111908

Comentario
Autor del informe
 


Juan Pedro Calisaya Medrano
Médico emergentólogo, Médico emergentólogo, La Paz, Bolivia



El presente caso clínico de una disección de aorta descendente nos orienta a determinar la conducta por la clínica, a intervenir con estudios de imágenes y concretar un diagnóstico que para muchos puede tener características fatales. El paciente respondió al tratamiento; el estudio de radiografía AP (anteroposterior) de tórax nos muestra la masiva ocupación de sangre en todo el hemitórax izquierdo y luego de la toracocentesis se realiza tomografía axial computarizada de tórax que muestra un aumento del diámetro de la aorta descendente torácica y compromiso de espacio por el hemitórax.
El desenlace de estos casos inmediatamente puede ser una muerte súbita, pero por fortuna el paciente respondió a la intervención inmediata. La terapéutica va desde un tratamiento médico hasta estabilizar el cuadro (manejo
de la hipotensión arterial, manejo del dolor y la posterior intervención quirúrgica de acuerdo con la complicación). Este caso, en mi opinión personal, quizás tuvo resolución con cirugía de cierre endovascular. Simultáneamente a lo anterior debemos establecer el tratamiento definitivo. En el paciente clínicamente estable la decisión se basa en la localización anatómica según la clasificación de Stanford o de DeBakey. Una consulta rápida con el cirujano cardíaco es obligatoria, independientemente de la localización de la disección de aorta (DA), pues es imposible predecir qué complicaciones pueden ocurrir y cuándo. Las disecciones que afectan a la aorta ascendente (tipo A de Stanford) son una emergencia quirúrgica. En las de tipo B, sin afección de aorta ascendente, el tratamiento médico es superior a la cirugía o el tratamiento endovascular, que se reservan para los casos que presentan complicaciones: expansión del aneurisma, progresión de la DA, signos de malperfusión, o hipertensión arterial incontrolable. En la disección tipo A aguda se indica la resección de la porción proximal de la aorta y toda la aorta aneurismática y su sustitución por un tubo sintético, con recambio de la válvula aórtica si está afectada o resuspensión de los velos valvulares aórticos nativos cuando esto es posible. Si se trata de una tipo II de DeBakey (solo aorta ascendente) se debe resecar toda la aorta disecada. Las intervenciones endovasculares no están aprobadas para la DA ni otras patologías que afecten la aorta ascendente ni el arco. En la DA tipo B solo se indica la intervención en caso de complicación, como ya se dijo. En los no complicados, dos de cada tres casos se controlan bien solo con tratamiento farmacológico y el tercio restante necesita cirugía programada. Los de tipo B complicados necesitan cirugía de emergencia y tienen una mortalidad muy elevada. No hay estudios aleatorizados que comparen los resultados del tratamiento endovascular con la cirugía convencional. El tratamiento endovascular puede ser especialmente útil en los pacientes de mayor riesgo para la cirugía abierta, por su edad o comorbilidad, pero es necesario para la técnica un buen acceso vascular y disponer de suficiente espacio de aorta sana donde anclar la endoprótesis (Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud).
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
disnea, derrame pleural, disección aórtica
Especialidades
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