Programa Actualización Científica sin Exclusiones (ACisE)

Informes comentados

dispuestos por fecha de ingreso a SIIC

Informe
Autor del informe original
JK Limdi
Institución: The Pennine Acute Hospitals NHS Trust,
Manchester Reino Unido

Percepción sobre la Influencia de la Dieta en los Pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal
Los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal mostraron interés en las modificaciones alimentarias, porque le atribuyen a la dieta un papel en la enfermedad, especialmente en el desencadenamiento de las recaídas.

Publicación en siicsalud
https://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/149777

Comentario
Autor del informe
Irene Alvarado Aguilera 

, Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas, Guayaquil, Ecuador


La enfermedad inflamatoria intestinal (Colitis Ulcerativa y Enfermedad de Crohn) es una patología inflamatoria crónica resultado de desencadenantes ambientales en pacientes genéticamente susceptibles y la relación con la dieta es ampliamente aceptada como riesgo o protección para la enfermedad. Los pacientes tienen prácticas dietarias y creencias relacionadas con el papel de la dieta con un alto nivel de consistencia en torno a los desencadenantes claves percibidos.
Los profesionales al cuidado son frecuentemente consultados acerca de las recomendaciones nutricionales, sin embargo esta información no es socializada correctamente y los pacientes, a menudo, atribuyen sus síntomas clínicos a la dieta, así como las percepciones que tienen con respecto a la mejoría o recaídas de le enfermedad están relacionadas con ciertos grupos de alimentos según sus creencias
personales, esto es sumamente importante considerando que los pacientes con EII están en riesgo de deficiencias nutricionales durante los periodos de exacerbación de la enfermedad así como durante las remisiones, debido a problemas como la reducción de la ingesta oral, malabsorción, pérdida de nutrientes a través del intestino, etc.). En el estudio acerca de las prácticas dietarias y creencias en los pacientes con EII, el 48% percibe que la dieta es un factor de inicio de su enfermedad, un 57% consideraron que tiene un papel en la recaída, el 28% perciben a los hábitos dietarios como un rol importante en el control de la enfermedad más que los medicamentos. Con respecto a los comportamientos dietéticos también cambian en los pacientes, es así, que un 56% indicaron que habían modificado su alimentación después del diagnóstico, 68% realizaron restricciones alimentarias para evitar recaídas, evitando alimentos grasos, picantes, frutas, verduras, alcohol, bebidas carbonatadas y leche. Se evaluó cuáles alimentos podrían mejorar los síntomas en caso de recaídas, el 16% reportó mejoría, consumiendo aquellos con alto contenido en fibra, con bajo contenido en fibra, alimentos ricos en almidones. El 60% de los pacientes indicaron empeoramiento de los síntomas al incluir en la dieta alimentos como picantes, grasas, alcohol, vegetales y frutas crudas, leche y derivados de esta, además de bebidas carbonatadas. Algo preocupante es que de este grupo poblacional (50%) estudiado nunca recibieron consejería nutricional anteriormente, y los que recibieron la información fue solo en un 31% a través de una dietista, el resto fue a partir de otros profesionales de la salud. Sin embargo, dos terceras partes desean tener una consejería nutricional adecuada. Los factores que influyen sobre estas creencias y hábitos alimentarios están en relación con el subtipo de la enfermedad, género y edad de los pacientes, y fueron determinantes importantes en el impacto de la enfermedad sobre el apetito. Sin embargo, tanto las creencias como percepciones no se pueden vincular directamente con el comportamiento de la enfermedad, puesto que se debe tener en cuenta la interacción compleja entre factores como aquellos relacionados dentro de “exposición” de la etiología de la EII, los casos no incidentes y la posibilidad de un sesgo de memoria sobre los alimentos que generaron estas respuesta para una mayor validación de los datos. Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
enfermedad inflamatoria intestinal, dieta, creencias acerca de los alimentos, prácticas alimentarias
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
JK Limdi
Institución: The Pennine Acute Hospitals NHS Trust,
Manchester Reino Unido

Percepción sobre la Influencia de la Dieta en los Pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal
Los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal mostraron interés en las modificaciones alimentarias, porque le atribuyen a la dieta un papel en la enfermedad, especialmente en el desencadenamiento de las recaídas.

Publicación en siicsalud
https://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/149777

Comentario
Autor del informe
Nelina Ruiz-Fernández 

Docente Titular, Universidad de Carabobo, Carabobo, Venezuela


Enfermedad inflamatoria intestinal (EIC) es el término general que encierra condiciones inflamatorias del colon y/o intestino delgado, de curso crónico e incurable por el momento, que se caracterizan por periodos de recaída y remisión, estas son: la colitis ulcerosa (CU), la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis indeterminada o inclasificable.(1) La etiopatogénesis de la EIC aun no está completamente dilucidada, pero subyace una combinación de factores genéticos predisponentes y factores ambientales que modifican la normal interacción huésped- microbioma intestinal. La suma o conjunto de factores ambientales a los cuales está expuesto un ser humano desde su nacimiento se conoce como “exposoma”. Se cree que el exposoma en un sujeto genéticamente susceptible causaría cambios en la microbiota intestinal y subsecuentemente modificaría la impronta
epigenética de la mucosa intestinal y el sistema inmune asociado a esta, configurándose una tormenta perfecta que conduciría al desarrollo de EIC.(2)
Entre los factores ambientales críticos asociados a EIC se encuentra la dieta. Precisamente, la microbiota intestinal, el sistema inmune y la función de barrera epitelial están sujetos a modulación dietaria. Las dietas occidentales, ricas en grasas y carbohidratos, promueven disbiosis intestinal que expone a la mucosa intestinal a productos bacterianos perjudiciales generados por patobiontes y, a la vez, a la reducción de productos beneficiosos generados por los comensales. Esto traería como consecuencia la disrupción de la barrera epitelial y, con ello, la activación del sistema inmune de la mucosa intestinal al interactuar con antígenos bacteriana, lo cual origina el estado inflamatorio característico de la EIC en los huéspedes genéticamente predispuestos.(3)
Como es de esperarse, los clínicos, la comunidad científica y los pacientes visualizan la dieta como una diana dentro del enfoque holístico del manejo de la EIC. Aún se requiere evidencia científica firme, proveniente de ensayos prospectivos controlados de calidad, para proporcionar recomendaciones dietéticas. No obstante, la reciente versión de la guía para nutrición clínica en EIC(4) de la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN, por sus siglas en inglés) establece que una dieta rica en frutas y vegetales, rica en ácidos grasos omega-3 y baja en ácidos grasos omega-6 está asociada a disminución del riesgo de desarrollar CU y EC y por tanto se recomienda. Asimismo, no existe una “dieta EIC” que pueda ser recomendada en general para promover la remisión en pacientes con EIC activa, aunque esto no niega la necesidad de que todo paciente reciba una atención nutricional individualizada basada en su situación particular. Asimismo, según la misma guía, los pacientes no necesitan seguir dietas específicas durante los periodos de remisión de la EIC, aunque también deben recibir asesoramiento nutricional para evitar malnutrición y otros trastornos relacionados con la nutrición y atender intolerancias adquiridas a ciertos alimentos (ej. lactosa y productos lácteos). Frecuentemente, tomando como referencia información basada en historias anecdóticas de éxito en prolongar los periodos de remisión, los pacientes adoptan dietas definidas y de exclusión, tales como la dieta carbohidrato específico, dieta baja en oligo, di y monosacáridos fermentables (FODMAP, por sus siglas en inglés), dieta paleolítica, dieta libre de lactosa o de gluten, dieta anti-inflamatoria, entre otras. Sin embargo, faltan ensayos controlados aleatorizados que evalúen los efectos de dichas dietas sobre la inducción de la remisión y su mantenimiento en el tiempo.(4)
EIC es una entidad compleja y heterogénea, por lo que es sumamente difícil hacer generalizacionesen cuanto a la dieta, lo que puede ser bien tolerado por un paciente, para otro puede ser francamente intolerable, por lo cual se aconseja un manejo dietario individualizado. Aunado a lo anterior, la alimentación no es un hecho meramente biológico, también es un hecho social, cambiante según las circunstancias personales y del entorno,fuertemente influido por la cultura, origen étnico y religióndel individuo a través de un sistema de creencias. Para 1957, ya John Cassel(5) en una revisión de las implicaciones sociales y culturales de los alimentos y hábitos alimentarios, exponía la significación de estos en los programas de salud, advirtiendo que los profesionales de la salud debían adquirir una detallada comprensión de las creencias, actitudes, conocimiento y conducta de los individuos antes de intentar introducir cualquier innovación en un área de la salud.
Una creencia es una premisa o idea que se toma como cierta, aun cuando no se haya comprobado o no se pueda comprobar con los métodos científicos conocidos. Las creencias se organizan y forman un sistema en el que se apoya el pensamiento, las experiencias y las expectativas, de este modo, determinan la conducta e intervienen en la alimentación.(6) Precisamente, Limbiy cols.(7) evaluaron las creencias y prácticas alimentarias en una muestra de 400 pacientes atendidos en clínicas de EICen Manchester, Reino Unido. La mayoría fueron individuos blancos-británicos y tenían estudios de bachillerato o universitarios. Con ciertas diferencias pero en general, los hallazgos del estudio de Limbi y cols. confirman las tendencias observadas previamente por otros autores e, incluso, coinciden con los datos obtenidos por trabajos posteriores, los que concluyen en que los pacientes con EIC tienen gran interés en las modificaciones dietarias como parte del manejo integral de su enfermedad, sin embargo, destaca la observación de que una proporción importante de los pacientes prefiere excluir ciertos alimentos para prevenir las recaídas y creen que algunos alimentos (alimentos picantes y grasos, alcohol, frutas y vegetales crudos, leche y productos lácteos, bebidas carbonatadas) empeoran las recaídas, mientras que pocos creyeron que otros las mejoran. El interés mostrado por los pacientes contrastó con el hecho de que la mitad no recibió asesoramiento sobre la dieta, situación que es particularmente llamativa puesto que la práctica de excluir alimentos sin orientación profesional puede conducir al desarrollo de malnutrición y deficiencias de micronutrientes.
El estudio de Limbi y cols.(7) también pone de relieve la importancia de la etnicidad al comportarse como predictora de la creencia sobre el rol de la dieta en la EIC, evidenciando que los pacientes asiático-británicos creyeron más en dicho rol y adoptaron más restricciones dietarias para prevenir recaídas. Lo anterior implica que el conocimiento sobre creencias y prácticas dietarias que adoptan los pacientes con EIC debe ser extendido en distintos contextos socioculturales, socioeconómicos y étnicos. En tal sentido, de acuerdo con una revisión de la literatura recuperada a partir de bases de datos y metabuscadores, no se registran en Latinoamérica investigaciones similares a las realizadas por Limbi y otros autores.
La región de Latinoamérica tiene características particulares que justifican una intensificación de la investigación en EIC. En primer lugar, una revisión sistemática publicada en 2018(8) junto a datos informados en 2019(9) evidencian un incremento persistente de los casos de EIC en la región. En segundo lugar, es una región de amplios contrastes en lo sociocultural y socioeconómico, que no solo condicionan el exposoma, los estilos de vida, creencias, hábitos y conductas dietarias adoptadas sino también inequidades en el acceso a la educación, información y servicios de salud. En tercer lugar, los países latinoamericanos presentan diferentes fondos o backgrounds genéticos que son variables en proporción de acuerdo con el país, lo que podría modificar la interacción huésped-microbioma intestinal al influir en el perfil genético tanto del individuo predispuesto a EIC como del microbioma.(10) Del progreso de las metodologías para abordar las diferentes aristas de la EIC y de la ampliación del conocimiento de esta enfermedad en diversas partes del mundo, como América Latina, dependerá que en años venideros se generen recomendaciones nutricionales más específicas, dirigidas a brindar el asesoramiento nutricional que reclama el paciente, centrado en su ser y ajustado al contexto en el cual vive.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
enfermedad inflamatoria intestinal, dieta, creencias acerca de los alimentos, prácticas alimentarias
Especialidades
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Informe
Red Científica Iberoamericana
Raquel Leiros Rodríguez
Columnista Experto de SIIC
Institución: Universidad de Vigo, Facultad de Fisioterapia
Madrid España

Utilización de parques públicos para mejorar el equilibrio en personas ancianas
Los parques públicos son espacios adecuados para la práctica de ejercicios en los ancianos. Estas instalaciones gratuitas son útiles para la promoción y mejora de la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
http://www.siicsalud.com/acise_viaje/ensiicas-profundo.php?id=155448

Comentario
Autor del informe
Omar Andrés Ramos Valencia 

Docente, Universidad del Cauca, Popayan, Colombia


Los primeros parques públicos datan de tres mil años antes de Cristo, como los Jardines Colgantes de Babilonia, eran extensiones de tierra naturales de los palacios reales o grandes jardines de familias acaudaladas para el disfrute de las clases noble y alta; ya en la edad media muchas de estas tierras fueron cedidas a los Estados a cambio de exención de impuestos o situaciones similares. El primer parque público creado reconocido políticamente fue Yellowstone Park en 1872 en los Estados Unidos; posteriormente fueron instaurados por los Estados a nivel mundial para recuperar espacios de la naturaleza dentro del urbanismo, con el fin de ofrecer un lugar de placer, disfrute, tranquilidad y libre del bullicio urbano. Hoy en día, son considerados espacios públicos, incluyentes
para usos diversos de la población y con el objetivo de incrementar la calidad de vida urbana, el ocio, la recreación y la salud de los pobladores.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que para el año 2020 el número de personas de más de 60 años será superior al de niños menores de 5 años, lo que indica los grandes retos que enfrentaran los países dentro de sus sistemas sanitarios; platear estrategias con programas de educación, promoción de la salud y prevención de la enfermedad para mitigar las consecuencias de esta acelerada transición demográfica, debe ser un objetivo de las naciones dentro de sus planes de salud pública.
Las alteraciones en la postura y el equilibrio son trastornos que aparecen con el envejecimiento, cuando un adulto mayor las padece se convirte con el tiempo en un proceso crítico de la vida familiar. Para lograr un manejo intersectorial es necesario abordar estas problemáticas sociales no solo desde los sistemas de seguridad sanitaria, sino también desde los sistemas educativos y de las redes sociales de apoyo; abordar esta problemática en los espacios públicos para promover o contribuir al bienestar de los adultos mayores tiene una connotación social y humana especial.
La doctora Leiros y su grupo plantean una interesante estrategia de abordaje de una problemática que genera grandes gastos a los sistemas de salud: las caídas de los adultos mayores; enfocándose en mejorar el equilibrio con un programa de entrenamiento en espacios públicos como potencial recurso social. Se realizó con un grupo de 42 mujeres mayores de 65 años, evaluadas objetivamente mediante la Berg Balance Scale, un test de 14 tareas predeterminadas que cuantifica la capacidad o incapacidad de equilibrarse; el Timed Up & Go, utilizado para medir equilibrio estático y dinámico; el PAR-Q Questionnaire, para la prescripción del ejercicio; el Mini Mental Test, para los aspectos cognitivos, y el SF-12 Health Survey, para evaluar la calidad de vida. Esto indica que los investigadores han organizado un proceso de entrenamiento integral desde la condición física, mental y psicosocial, aspectos relevantes en las propuestas investigativas, para la resolución de problemas desde diferentes aspectos epistemológicos.
Diversa literatura científica manifiesta que la principal causa de pérdida del equilibrio en el adulto mayor se atribuye a los factores intrínsecos del individuo, como mareos, vértigo posicional paroxístico benigno, la enfermedad de Ménière, la hipofunción vestibular (unilateral o bilateral), el trastorno del laberinto vascular, trastorno metabólico del laberinto, problemas neurológicos, las patologías crónicas como la enfermedad de Parkinson, el accidente cerebrovascular, la esclerosis múltiple y los fármacos; como también, la debilidad muscular y las alteraciones visuales y auditivas.
Cualquiera de estas conlleva a aumentar la prevalencia del síndrome de fragilidad, causante de la mayor carga de discapacidad y mortalidad del adulto mayor, por la pérdida de inestabilidad postural y equilibrio en los ancianos. Existen cinco marcadores que pueden producir una inestabilidad postural, y por consiguiente la pérdida del equilibrio; los cuales son: el nivel de actividad física, la velocidad de la marcha, la pérdida de peso involuntaria, la fuerza de agarre manual y la escala de fatiga o agotamiento. Estos factores son modificables, se pueden entrenar, rehabilitar y optimizar con un proceso de rehabilitación manejado de forma intrahospitalaria o extrahospitalaria. Utilizar nuevos recursos fuera del ámbito hospitalario ayuda a descongestionar los servicios de atención y reducir los gastos en los sistemas sanitarios. Es importante empezar a utilizar nuevas formas de rehabilitación, como por ejemplo la tecnología; las nuevas alternativas para el manejo de la pérdida del equilibrio en los pacientes adultos que tienen mayor riesgo de caída utilizan sistemas de realidad virtual o aumentada, siendo una “interfaz avanzada” para aplicaciones computacionales, que se caracteriza por la visualización y el movimiento en entornos tridimensionales en tiempo real con campos visuales dinámicos, a través de gafas de realidad virtual que realizan estimulación sensorial (visual, vestibular y somatosensorial).
Por último, también se pueden evaluar las respuestas posturales mediante posturografía, útil en el análisis de la inestabilidad corporal de las personas mayores y en la identificación del riesgo de caídas, que permite con una plataforma medir el área de estabilidad, el centro de presión corporal y la velocidad de oscilación con un escalograma que analiza el comportamiento postural mediante wavelets (ondas). Aunque estos últimos se utilizan en espacios cerrados e institucionales, se pueden incluir para aumentar la validez interna y externa de los estudios y ayudar a evitar así los posibles sesgos en la investigación.

Palabras Clave
equilibrio, actividad física, adultos mayores, prevención de caídas
Especialidades
Ge.gif   Ma.gif        EdM.gif   Fi.gif   MD.gif   MF.gif   OT.gif   SP.gif   
Informe
Autor del informe original
C Stough
Institución: Swinburne University,
Melbourne Australia

Una Estrategia Eficaz para Reducir el Estrés Laboral
El presente es el protocolo de estudio de un ensayo clínico que intenta determinar si la administración de las vitaminas B reduce el estrés laboral en una población de trabajadores mayores con niveles elevados de estrés laboral.

Publicación en siicsalud
https://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/159689

Comentario
Autor del informe
Barbara Iansã de Lima Barroso 

Coordinadora, Universidade Federal Da Paraíba, Paraiba, Brasil



Los cambios provocados por los procesos laborales, que han ido cambiando debido a la combinación de nuevas leyes, innovaciones tecnológicas y nuevos métodos de gestión, implican una mayor intensificación laboral, una disminución de los derechos laborales y un trabajo precario. Esta situación modifica los perfiles epidemiológicos de la enfermedad de los trabajadores y alerta a los investigadores del área.1-5
El estrés se entiende como un conjunto de mecanismos protectores de naturaleza neuronal, endocrina y metabólica con una serie de cambios funcionales relacionados con el desequilibrio de las secreciones de glucocorticoides y minerales corticoides que influyen directamente en la vida del individuo.7
Los estudios destinados a profundizar el conocimiento y la discusión sobre el estrés laboral, el síndrome de burnout y sus asociaciones con el ausentismo
laboral, así como todos sus efectos adversos en la salud de los trabajadores, basados en varias investigaciones internacionales, nos muestran cada vez más la necesidad de prestar atención a este tema.3,6 Para estudiar las condiciones de trabajo, salud y enfermedad debemos realizar la siguiente pregunta: ¿cómo tiene lugar el proceso de trabajo? Esto se debe a que la combinación de la actividad desarrollada por el trabajador, su seguridad, su espacio de trabajo, la suplementación de vitaminas, la alimentación y los aspectos dominantes de gestión, presión y acoso, son los principales impulsores de la aparición de enfermedades relacionadas con el trabajo, y deben ser analizados profundamente.1,3,4
Aunque el aumento de los riesgos psicosociales y las enfermedades mentales relacionadas con el trabajo ha sido señalado en varios estudios y documentos internacionales como una de las principales causas de ausentismo laboral, este tema aún está poco explorado, especialmente en relación con las medidas alternativas para reducir la carga de estrés, a través de la utilización de suplementos de vitamina B.8,9
Con el objetivo de llenar este vacío, siicsalud presenta el estudio "Una estrategia eficaz para reducir el estrés laboral", que se está desarrollando a través de la contratación de 200 trabajadores (participantes). Se trata de un ensayo clínico aleatorizado, a doble ciego, controlado con placebo, con recolección de muestras de sangre, análisis de registros médicos, investigación a través de cuestionarios de calidad de vida y estrés, resonancia magnética, evaluación cardiovascular (presión arterial braquial y aórtica), así como la velocidad de la onda del pulso carotídeo-femoral.
Por medio de este trabajo, los autores pudieron concluir que las medidas alternativas de suplementación dietética con vitaminas del complejo B pueden ser una opción económicamente viable y sostenible para reducir los altos niveles de estrés en el trabajo. Este artículo proporciona una herramienta de análisis en el campo de la Salud Ocupacional, lo que permitirá reformular las concepciones sobre las necesidades reales que enfrenta el trabajador.
Cabe destacar que la sola implementación de suplementos de vitaminas del complejo B, no será positiva en los países donde la explotación laboral es eminente y recurrente. Esta y otras medidas deben ser implementadas de manera integral, ya que se entiende que el consumo de vitaminas del complejo B, asociado a estrategias como mejorar el lugar de trabajo, disminuir la mano de obra menos calificada, aumentar la seguridad y la salud en el lugar de trabajo tendrá un efecto positivo más rápido y exitoso para el trabajador si se aplican estrategias de recuperación, rehabilitación y reintegración en el lugar de trabajo.
El desafío que surge, tanto en el campo de la gestión como del formato de producción, es pensar en estrategias y mecanismos que puedan contribuir a la protección de los trabajadores considerando las dimensiones: política, social, biológica, educativa, económica y subjetiva.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
vitaminas B, cognición, homocisteína, estrés laboral, estrés relacionado con el trabajo
Especialidades
F.gif   MT.gif        Bq.gif   C.gif   DI.gif   DL.gif   GH.gif   Mfa.gif   MI.gif   Nu.gif   SP.gif   
Informe
Autor del informe original
A Fil
Institución: Hacettepe University,
Ankara Turquía

El Dolor es un Síntoma Frecuente en los Pacientes con Enfermedad de Parkinson
El dolor es uno de los síntomas no motores más frecuentes en los pacientes con enfermedad de Parkinson y puede observarse en diferentes estadios de la enfermedad. Su aparición se vincula con cambios patológicos de las estructuras implicadas en el procesamiento de la nocicepción.

Publicación en siicsalud
https://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/135711

Comentario
Autor del informe
Ignacio Velázquez Rivera 

Coordinador, Hospital de Alta Resolución de Guadix, Guadix, España


El dolor es el más penoso y constante síntoma que acompaña a la enfermedad, es tan viejo como la propia humanidad y ha formado, y forma parte de ella de forma indeleble. El dolor, según la International Association for the Study of Pain (IASP), es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada con daño tisular real o potencial. Esta definición es tan válida para el dolor agudo como para el dolor crónico, por ello, para aproximarnos mejor a un conocimiento más exacto del dolor crónico, nos debemos centrar en la definición de John Bonica: “Es una fuerza maléfica que carece de función biológica que impone al paciente y a sus familiares una importante carga emotiva, física, económica y social”. Actualmente, este costo económico
supone a la sociedad occidental un 3% del PBI. Pero aparte de este elevado coste económico, el dolor crónico tiene una significativa repercusión personal, ya que afecta la salud física y psicológica, la actividad diaria y la autonomía individual, con consecuencias tales como aislamiento y sus repercusiones laborales, familiares, sociales, económicas y afectivas.1
Si este síntoma aparece en una enfermedad neurodegenerativa tan prevalente como la de Parkinson (es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común después de la de Alzheimer) constituye todo un problema de salud de primer orden por su enorme repercusión sociosanitaria.2
A pesar de la alta prevalencia del dolor en este tipo de pacientes, varía entre el 40% y el 83%,3,4 la mayoría de las veces pasa inadvertido y, por ende, es subtratado. El dolor puede aparecer en los estadios iniciales de la enfermedad, bien como dolor inespecífico en grupos musculares de la zona lumbar como el cuadrado lumbar, o bienen en la zona cervical como consecuencia de la rigidez en la cintura escapular, y también en los miembros inferiores, donde puede ser producto del síndrome de piernas inquietas.5
Si bien los tipos de dolor más conocidos son el musculoesquelético relacionado con la mala postura o la inadecuada función mecánica y el dolor por distonía, torsión constante de un grupo de músculos o parte del cuerpo en una postura forzada; existe un tercer tipo de dolor, de complejo tratamiento y de difícil diagnóstico: el dolor neuropático central o dolor central primario. Es un cuadro cuya fisiopatología aún no está aclarada suficientemente, se ha sugerido que puede ser debido a una disfunción del sistema nervioso central en el procesamiento nociceptivo.6,7
Es posible que su etiología sea multifactorial y que esté relacionado con el proceso de sensibilización central. Numerosas pruebas de carácter experimental demuestran que un estímulo doloroso de gran intensidad puede ser el preludio de una serie de alteraciones funcionales y morfológicas en el sistema nervioso central (SNC) que modifican la forma en la que se gestiona y procesa la información sensorial periférica. La sensibilización central (SC) es un incremento en la excitabilidad de las neuronas del SNC, especialmente en las neuronas medulares de segundo orden, encargadas de transmitir hacia el encéfalo información aferente que, procedente de los nociceptores periféricos, alcanza la médula espinal por medio del sistema aferente primario. En un estado de SC, las neuronas hiperexcitables se activan con mayor facilidad ante la entrada de una señal nociceptiva periférica, tienden a amplificar la transmisión de información nociceptiva hacia centros superiores, y pueden de esta manera contribuir a la generación de estados clínicos de dolor patológico.
La SC se manifiesta a través de dolor espontáneo o persistente, ampliación de los campos receptivos de las neuronas nociceptivas medulares, así como de hiperalgesia o sensación de dolor desproporcionado ante estímulos nocivos, y alodinia o sensación de dolor ante estímulos inocuos.8-10
La SC está íntimamente relacionada con la neuroplasticidad (NP) neuronal, que es la capacidad que tiene el tejido neuronal de reorganizar y modificar los mecanismos biológicos y fisiológicos implicados en la comunicación intercelular, para adaptarse a los estímulos recibidos. Esta característica implica modificaciones, que incluyen la regeneración axonal, la colateralización, la neurogénesis, la sinaptogénesis y la reorganización funcional.11,12
La NP se define como la capacidad de las células del SN para regenerarse anatómica y funcionalmente, después de estar sujetas a influencias patológicas, ambientales o del desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades.
La plasticidad cerebral es la adaptación funcional del sistema nervioso central para minimizar los efectos de las alteraciones estructurales, patológicas, ambientales o fisiológicas, sin importar la causa originaria. Estos cambios, por lo tanto, son un proceso dinámico que dura toda la vida. Aunque la capacidad del cerebro para adaptarse y compensar los efectos de la lesión, aunque sólo sea de forma parcial, es mayor en los primeros años.13-15
A esta fisiopatología de la SC hay que añadirle el emergente papel de las células de la glía, especialmente la microglía, en el mantenimiento del dolor crónico y, por lo tanto, del cuadro de SC.
La enfermedad de Parkinson, al tratarse de una patología neurovegetativa con pérdida de neuronas dopaminérgicas de la pars compacta de la sustancia negra, es factible que facilite la aparición de este dolor neuropático de origen central tras un elaborado proceso evolutivo de sensibilización central.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
enfermedad de Parkinson, dolor, factores de riesgo
Especialidades
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