Autor del comentario
Jorge Diego Agrimbau Vázquez
Hospital Nacional de Pediatría S.A.M.I.C. Prof. Dr. Juan P. Garrahan, Buenos Aires, Argentina
Esta revisión del neurodesarrollo en la infancia representa una mirada crítica hacia el actual Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la
American Psychiatric Association. Según considera la autora, este aporta una postura lineal y biológica que no permite abordar la compleja dimensión de los trastornos del neurodesarrollo. De esta forma, no se visualizan aspectos relevantes que intervienen en el desarrollo humano: la epigenética y la intersubjetividad en el cuerpo.
La autora hace referencia a varios artículos interesantes sobre neurobiología y las bases intersubjetivas emergentes que subyacen en los conceptos de salud- enfermedad.
Hay factores que resultan trascendentes en la modulación del neurodesarrollo: la influencia de la neuroplasticidad, la genética y las condiciones ambientales. Los cambios en la expresión de los genes
y el protagonismo de ciertas modificaciones moleculares –que interfieren en la memoria, la cognición, las emociones y la conducta– impactan en forma directa en la aparición de enfermedades futuras.
Resulta muy interesante cómo se va conociendo la preponderancia de los procesos epigenéticos que desempeñan un papel vital en la adaptación humana en relación con el desarrollo de la psicopatología.Efectivamente, los trastornos del neurodesarrollo son problemas que no tienen límites precisos, son heterogéneos y se pueden clasificar en: sindrómicos, aquellos vinculados con una causa ambiental y los que no tienen una causa específica identificada. En esta última categoría se incluyen los trastornos del lenguaje, del habla, de la comunicación social, del aprendizaje, por déficit atención e hiperactividad, del espectro autista (TEA), del desarrollo de la comunicación, de movimientos estereotipados y los diversos trastornos de tics.
El DSM-5 brinda herramientas para formular criterios diagnósticos consensuados, que no reemplazan el juicio clínico, que es el que debe primar en la práctica profesional cotidiana con los pacientes.Tampoco este manual pretende explicar las diversas enfermedades, ni clasificar a las “personas”, sino que se propone como objetivo mejorar la comunicación entre médicos e investigadores en el campo de la salud mental.
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