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Introducción
La hipertensión arterial sistémica es una enfermedad de alta prevalencia, con consecuencias graves para la salud si no se trata y controla de forma adecuada. Se considera un problema de salud pública dado que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y enfermedad renal crónica. El tratamiento exitoso de esta enfermedad depende de diversos factores. La familia tiene un papel clave en el control de la presión arterial de los adultos mayores. La funcionalidad familiar es de gran relevancia para comprender cómo los contextos familiares pueden impactar en la salud y el bienestar de esta población vulnerable. El Apgar Familiar (AF) es una escala breve y fácil de usar para evaluar la funcionalidad familiar; además, en la actualidad, el AF se utiliza para identificar áreas en las que se pueden hacer mejoras o proporcionar apoyo. El estudio de la relación entre funcionalidad familiar y control de la hipertensión arterial sistémica en adultos mayores tiene implicaciones en las estrategias de atención médica y los programas de apoyo.
El objetivo de este estudio fue determinar la asociación entre funcionalidad familiar y control de la presión arterial en adultos mayores con hipertensión arterial sistémica.
Métodos
Se realizó un estudio transversal analítico en adultos mayores con diagnóstico de hipertensión arterial sistémica pertenecientes a un sistema de seguridad social de primer nivel de atención de la ciudad de Oaxaca, Méjico, de octubre a diciembre de 2022. Se conformaron tres grupos de estudio sobre la base del AF: pacientes con funcionalidad familiar normal, pacientes con disfuncionalidad familiar leve y pacientes con disfuncionalidad familiar moderada. El tamaño de muestra por grupo fue de 39 sujetos. El control de la hipertensión arterial se definió de acuerdo con las metas de la International Society of Hypertension, que propone como límite normal para la presión arterial sistólica, 139 mmHg, y para la presión arterial diastólica, 89 mmHg. El análisis inferencial se realizó con la prueba de Kruskal-Wallis y la prueba de chi cuadrado. Se calcularon los odds ratios (OR) con intervalos de confianza del 95% (IC 95%). El valor de p ≤ 0.05 se consideró estadísticamente significativo.
Resultados
El sexo femenino predominó en los tres grupos (p = 0.367). El estado civil predominante fue casado, con el 59% en funcionalidad familiar normal, el 51.3% en disfuncionalidad familiar leve y el 30.8% en disfuncionalidad familiar moderada (p = 0.030). La mediana de edad en el grupo con funcionalidad familiar normal fue de 71 años, en el de disfuncionalidad familiar leve fue de 70 años y en el de disfuncionalidad familiar moderada fue de 80 años; valores estadísticamente diferentes (p < 0.001). En el grupo de funcionalidad familiar normal, la prevalencia de control de la presión arterial fue del 89.7%; en el de disfuncionalidad leve fue del 56.4% y en el de disfuncionalidad familiar moderada fue del 41% (p < 0.001). En la comparación de la presión arterial entre los grupos de funcionalidad familiar normal y disfuncionalidad familiar leve, el OR fue 6.76 (IC 95% = 2.01 a 22.73); en la comparación entre la funcionalidad familiar normal y la disfuncionalidad familiar moderada, fue 12.57 (IC 95% = 3.73 a 42.41). No se encontró asociación entre el control de la presión arterial entre los grupos con disfuncionalidad familiar leve y disfuncionalidad familiar moderada.
Conclusiones
Una familia funcional brinda apoyo social, que a su vez tiene efectos beneficiosos para la presión arterial, al disminuir el estrés. Las personas que tienen un entorno familiar funcional sufren menos estrés en comparación con quienes carecen de un entorno familiar funcional. El estrés crónico activa el sistema nervioso simpático y provoca la liberación de hormonas vinculadas con el aumento de la presión arterial. Por lo tanto, una familia funcional crea un entorno que contribuye al control de la hipertensión arterial, al reducir el estrés. Por otra parte, en una familia disfuncional, en la que existen conflictos constantes y falta apoyo emocional, se crea un entorno estresante, que, a su vez, puede contribuir al aumento de la presión arterial. Las personas que permanecen durante períodos más prolongados en el hogar pueden disponer de más tiempo para compartir actividades familiares y fortalecer así los lazos. En este estudio se encontró una asociación significativa entre la funcionalidad familiar y el control de la presión arterial en adultos mayores con hipertensión arterial sistémica. El grupo de funcionalidad familiar normal mostró el porcentaje más alto de hipertensión arterial controlada, mientras que el grupo de disfuncionalidad familiar moderada tuvo el porcentaje más bajo. El ambiente familiar favorece la estabilidad emocional de los integrantes y, con ello, incrementa la capacidad de los adultos mayores para controlar la hipertensión arterial. Para finalizar, se resalta la importancia de incluir la funcionalidad familiar como parte integral del abordaje médico de los adultos mayores con hipertensión arterial, a fin de mejorar el control de dicha afección.
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