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Introducción
El uso de la tecnología digital (teléfono inteligente, videoconsolas, internet, redes sociales, juegos en línea) aumentó de manera exponencial en la última década y esto ha generado preocupación sobre las consecuencias sobre la salud y el desarrollo de los niños y adolescentes. El uso problemático de internet (UPI), es decir, el uso que genera problemas psicológicos, físicos, sociales, educativos o laborales, creció simultáneamente. El UPI también abarca la utilización excesiva de internet y el uso problemático de videojuegos.
En esta revisión naturalística se presenta una síntesis de las conclusiones de estudios revisados sobre la relación entre el UPI y la salud mental de los niños y adolescentes.
Uso problemático de internet
La Red Europea de Expertos para el Uso Problemático de Internet (REEUPI) establece una clasificación de cada uno de los potenciales usos problemáticos. Uno de los objetivos es promover el uso de terminologías para que los resultados de los estudios sean similares y aumentar, así, el nivel de información científica.
La prevalencia del UPI es variable debido a múltiples factores. Una revisión sistemática y metanálisis que incluyó 113 estudios epidemiológicos, con aproximadamente 700 000 participantes de 31 países, estimó una prevalencia del 7.02%. Otro estudio en 41 501 adolescentes españoles, en el que se aplicaron los criterios diagnósticos de la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la prevalencia fue del 33% para el UPI y del 3.1% para el juego problemático, una forma específica de UPI. Sin embargo, según la undécima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades, las tasas de prevalencia fueron de 2.98% para el UPI y de 1.8% para el juego problemático. Los factores de riesgo variaron según el estudio.
Consecuencias del UPI
El diseño de la mayoría de los estudios actuales es transversal, de modo que es difícil establecer una relación de causa y efecto. Diversos trastornos psiquiátricos se presentan como comorbilidad al UPI. Teniendo en cuenta la experiencia clínica acumulada, los resultados obtenidos del estudio poblacional ABCD y las investigaciones que valoraron diferentes estrategias de desconexión digital, la evidencia mundial avala la teoría de que es un problema de gran impacto a cualquier edad, aunque las dos primeras décadas de la vida parecen especialmente vulnerables. El UPI no solo afecta la salud mental, sino también la salud física y psicosocial.
Asociación entre el uso de pantallas y los síntomas ansiosos y depresivos
La relación entre las pantallas y los síntomas ansiosos y depresivos en adolescentes depende del tipo de uso, de factores individuales y de las actividades de protección, como la práctica de actividades al aire libre, el deporte o las actividades artísticas. Varios estudios asociaron el tiempo frente a las pantallas y los síntomas ansiosos y depresivos en adolescentes, aunque con un tamaño de efecto moderado y variable según el tipo de uso. Otros estudios mostraron resultados mixtos y, es posible que otros factores, como el contenido o los factores de riesgo individuales, sean importantes en este sentido. De nuevo, la mayoría de los ensayos revisados fueron transversales, lo que dificultó establecer la causalidad. Si se considera la sintomatología depresiva de manera aislada, los estudios sistemáticos y a gran escala mostraron que los adolescentes con UPI tienen mayor probabilidad de presentar síntomas depresivos.
Asociación entre el uso de pantallas y las autolesiones
Existe una relación entre el uso de las redes sociales, el ciberacoso y las conductas autolesivas. La exposición a imágenes de autolesiones es un factor potencial de riesgo para suicidio y autolesiones, aunque todavía no es posible establecer parámetros cuantitativos. Una revisión sistemática reveló ciertos efectos de protección, como la promoción de la recuperación y el ofrecimiento de ayuda. Sin embargo, ningún estudio determinó la causalidad de este impacto positivo ni analizó explícitamente el mecanismo potencial de estos beneficios. En síntesis, la información científica señala una relación entre el uso de las redes sociales y las conductas autolesivas en los adolescentes. No obstante, la asociación es compleja y está influenciada por numerosos factores, como el tipo de uso, el contexto de la interacción y las vulnerabilidades individuales. El impacto del ciberacoso como factor de riesgo para conductas suicidas y autolesivas es especialmente significativo y su combinación con el UPI parece potenciar estos riesgos.
Asociación entre el uso de pantallas y los trastornos de la conducta alimentaria
En la adolescencia, la preocupación por la imagen corporal está presente y la exposición a los contenidos en redes supone una presión añadida al aspecto físico ideal. El uso de redes sociales de contenido altamente visual se asocia con la presencia de trastornos de la conducta alimentaria, la alteración en la conducta alimentaria (sin cumplir criterios para un trastorno) y la alteración en la imagen corporal. Las conductas de comparación social y el tipo de contenidos (alimentación, peso e imagen corporal) parecen especialmente perjudiciales.
Asociación entre el uso de pantallas y el trastorno dismorfofóbico
El acoso por elementos relacionados con el aspecto físico, como el peso y el acné, y la presencia de síntomas de ansiedad social se asocia con el trastorno dismorfofóbico en la población infanto-juvenil. Buscar imágenes idealizadas de cuerpos, editar selfies y hacer comparaciones sobre el aspecto físico se identificaron como conductas de riesgo para la insatisfacción corporal.
Asociación entre el uso de pantallas y la atención
El uso de las pantallas incrementa las dificultades d atención. Sin embargo, cuando se analizan los efectos sobre el incremento de riesgo de presentar trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los resultados no fueron sido concluyentes. El metanálisis más amplio realizado hasta la fecha tuvo el objetivo de analizar la relación entre las dificultades de atención y la utilización de pantallas, y mostró una correlación positiva entre las horas de utilización de pantallas y el riesgo de TDAH.
Uso de pantallas y trastorno del espectro autista
Algunos estudios mostraron que el tiempo prolongado de exposición a pantallas en niños con trastorno del espectro autista (TEA) aumentó la gravedad de los síntomas y las conductas repetitivas y redujo las interacciones sociales. En un estudio realizado en niños de 16 a 36 meses, la exposición excesiva a pantallas fue perjudicial para el desarrollo social de los niños con TEA.
Conclusiones
La bibliografía reciente sugiere una asociación entre el uso excesivo de las tecnologías digitales, especialmente las redes sociales, y la presencia de síntomas de ansiedad y depresión y conductas autolesivas en la población infantojuvenil. Además, el UPI se ha relacionado con trastornos de la conducta alimentaria, dismorfofobia corporal y afectación de la atención.
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