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Introducción
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés), provocada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés), fue declarada como una emergencia de salud pública mundial en enero de 2020. Se han desarrollado numerosas vacunas contra el SARS-CoV-2 para la inmunización a gran escala, y a pesar de que se han cumplido los requisitos de seguridad y eficacia de estas vacunas, persisten los riesgos de reacciones adversas. El síndrome de Guillain-Barré es un grupo de trastornos heterogéneos relacionados del nervio periférico, con un inicio agudo y casi siempre con una evolución monofásica. Se han notificado casos síndrome de Guillain-Barré relacionados de forma causal con la vacuna contra la COVID-19. El síndrome de Miller Fisher es una de las variantes del síndrome de Guillain-Barré.
El objetivo de la presente investigación fue reportar el caso de un paciente con síndrome de Miller Fisher, después de recibir la dosis de refuerzo con la vacuna ChAdOx1-S.
Caso clínico
Paciente varón de 73 años que ingresa al servicio de urgencias por cuadro de 2 días de evolución posterior a la aplicación de la dosis de refuerzo de la vacuna ChAdOx1-S. El paciente presenta desviación de la comisura labial a la derecha con limitación para el cierre palpebral izquierdo y progresivamente desarrolla alteración para la marcha por aumento en la base de sustentación. El sujeto describe que 6 días antes de este cuadro presentaba disminución de la fuerza muscular de los miembros inferiores con una distribución de distal a proximal. No tiene antecedente médico y no está bajo ninguna medicación. El examen neurológico denota parálisis facial periférica izquierda asociado con parálisis del músculo recto lateral ipsilateral, dismetría apendicular en las 4 extremidades, disminución de la fuerza muscular de predominio distal en miembros inferiores, hiporreflexia en miembros superiores, arreflexia en miembros inferiores y marcha atáxica.
Los estudios iniciales de hemograma, ionograma, anticuerpos contra virus de la inmunodeficiencia humana, hemoglobina glucosilada, serología no treponémica, proteína C reactiva y radiografía de tórax fueron normales. La punción lumbar demostró disociación albuminocitológica. Dadas las características clínicas y la evolución temporal se consideró un cuadro de síndrome de Guillain-Barré, variante Miller Fisher. Se inició tratamiento con inmunoglobulina humana por 5 días (2 g/kg de peso), el paciente mostró una evolución clínica satisfactoria con recuperación de la fuerza muscular de los miembros inferiores y resolución de la dismetría posterior al tratamiento.
Discusión y conclusiones
El síndrome de Miller Fisher se caracteriza por la tríada clínica de oftalmoplejía, ataxia y arreflexia. El presente caso se trata de un paciente de 73 años que desarrolló un cuadro que cumplió criterios clínicos y de líquido cefalorraquídeo para un síndrome de Miller Fisher posterior a la aplicación de dosis de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19. Los síntomas progresaron entre 2 a 8 días después de la dosis de refuerzo. Es el primer reporte de un paciente con una variante Miller Fisher secundario a la vacunación para COVID-19 en Colombia. En el estudio realizado por Nishiguchi y col., se documentó que, al igual que el presente caso clínico, la vacuna que más se ha relacionado con la presentación del síndrome de Miller Fisher es la ChAdOx1-S, y esto se debe posiblemente a que se trata de una vacuna basada en vectores que pueden desencadenar una reacción de mimetismo molecular. Por esta razón, es importante identificar el antígeno diana encargado para entender fisiopatológicamente el desarrollo de la enfermedad, con el objetivo de poder desarrollar vacunas seguras y eficaces.
El pronóstico del síndrome de Miller Fisher es usualmente bueno, se ha considerado autolimitado, y tiene una respuesta favorable al manejo con inmunoglobulina humana. En la actualidad, las pruebas limitadas impiden establecer el riesgo de desarrollo de síndrome de Guillain-Barré relacionado con la vacunación; sin embargo, los Centros para Control y Prevención de Enfermedades publicaron una guía en 2010 recomendando que los pacientes que desarrollaron este síndrome dentro de las 6 semanas de haber recibido la vacuna contra la influenza no deben volver a vacunarse contra la influenza si no corren un alto riesgo de sufrir complicaciones graves por la influenza.
En el momento no se puede establecer una relación causal entre la vacunación contra la COVID-19 y el desarrollo de síndrome de Miller Fisher, pero el conocimiento de este potencial efecto adverso es relevante para el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno. Se ha descrito en la bibliografía que esta complicación puede estar relacionada con la contaminación de proteínas y otros componentes de la vacuna que pueden provocar la producción de antigangliósidos, y es por esta razón que procesos de purificación y de filtración de estos elementos disminuirán el riesgo de una reacción cruzada, pero sin eliminarlo por completo. Finalmente, se debe estimular a la población a continuar el proceso de inmunización, dado que la relación riesgo-beneficio sigue siendo a favor del paciente, principalmente cuando se comparan con las graves complicaciones de la infección por SARS-CoV-2.
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