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Introducción
La fenilcetonuria (PKU por su sigla en inglés) es un error innato del metabolismo de la fenilalanina (Phe); la fenilalanina hidroxilasa que metaboliza Phe a tirosina está alterada funcionalmente como consecuencia de diversas mutaciones en el gen PAH. La PKU se hereda en forma autosómica recesiva; la enfermedad es infrecuente, con una incidencia cercana a 1 por cada 10 000 habitantes. La PKU no tratada se asocia con deterioro cognitivo precoz y grave, por la neurotoxicidad de la Phe. La PKU es una enfermedad ideal para el rastreo neonatal, ya que el deterioro cognitivo se evita con el tratamiento específico. La concentración de Phe es la principal forma de monitorización de la enfermedad.
El tratamiento se basa en la dieta restringida en proteínas naturales, con aportes de suplementos especiales libres de Phe. La sapropterina se asocia con reducciones de los niveles de Phe en pacientes con variantes de la enfermedad que responden a tetrahidrobiopterina (BH4). Recientemente se introdujo el tratamiento de reemplazo enzimático por vía subcutánea, con pegvaliasa, aprobado para pacientes de 16 años o más.
En Austria, la mayoría de los pacientes con PKU son seguidos en 5 centros metabólicos del país. Los pacientes asisten para los controles clínicos y bioquímicos entre 1 y 4 veces por año, según la edad y la estabilidad metabólica. Cuando en los controles remotos (muestras de sangre seca enviadas por los enfermos) se comprueban niveles de Phe por encima de los valores recomendados, el equipo de profesionales contacta a los enfermos para su asesoramiento.
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2020.
El primer caso de infección por SARS CoV-2 en Austria se registró el 25 de febrero de 2020, en tanto que los primeros fallecimientos ocurrieron en marzo de ese año. Entre 16 de marzo y 4 de mayo de 2020 se implementó la cuarentena nacional, seguida de reaperturas parciales hasta las vacaciones de verano, en julio y agosto. Durante la segunda ola de la pandemia se implementaron regulaciones estrictas de aislamiento, entre 17 de noviembre y 17 de diciembre de 2020.
Si bien los niños y adolescentes tienen riesgo reducido de COVID-19 grave, pueden sufrir las consecuencias indirectas de la pandemia, por la imposibilidad de acceder a los centros de salud, los patrones de vida no saludables que se asocian con riesgo aumentado de obesidad y el distrés psicológico.
Las consecuencias indirectas de la pandemia de COVID-19 son incluso más pronunciadas en los pacientes con enfermedades crónicas. Globalmente, los servicios destinados al seguimiento y tratamiento de pacientes con errores innatos del metabolismo se redujeron considerablemente durante los 3 meses de cuarentena de 2020, en comparación con el mismo período de 2019. En el caso de la PKU se desconoce si los cambios en la atención médica fueron similares en todos los pacientes o más pronunciados entre enfermos con privación socioeconómica o con trastornos psicológicos preexistentes.
En el presente estudio retrospectivo se analizaron el número de determinaciones de Phe y las concentraciones de Phe durante la pandemia y el mismo período de 2019; se determinó si la edad, el sexo, el control metabólico y el tipo de tratamiento influyeron en estos cambios.
Pacientes y métodos
Para el presente estudio retrospectivo se analizaron niños con PKU clásica que asistían a la escuela en 2019, es decir los más afectados por las medidas de restricción social implementadas por la pandemia de COVID-19. Los equipos de 5 centros metabólicos de Austria completaron cuestionarios acerca del sexo, el año de nacimiento, el tratamiento de los pacientes (dieta, sapropterina, y terapia de reemplazo enzimático), el número de determinaciones de Phe, las concentraciones de Phe a partir de las muestras enviadas desde el hogar, el número de controles regulares en los centros, las concentraciones de Phe en las muestras de sangre obtenidas durante los controles, y el número de consultas remotas. Se compararon los datos para 16 de marzo a 4 de diciembre de 2020, respecto del mismo período en 2019. Se realizaron análisis según la edad de los enfermos (8 a 10, 10 a 12, 12 a 16 y > 16 años), el sexo, y el tipo de tratamiento.
Resultados
Se analizaron 77 pacientes (30 mujeres y 47 varones) de 12.4 años en promedio, asistidos en 5 centros metabólicos.
La declinación de las muestras de sangre durante los controles en 2020 no alcanzó significado estadístico, pero el número de pacientes con ninguna o sólo una muestra de sangre seca se triplicó, de 4 (5.2%) en 2019, a 12 (15.6%) en 2020.
Un número significativamente más alto de pacientes presentó una declinación en la cantidad de muestras de sangre seca enviadas al laboratorio, entre 2019 y 2020 (p < 0.001; Chi2 = 14.79). Especialmente los pacientes de 16 años o más enviaron significativamente menos muestras de sangre seca en 2020 (T = 156, p = 0.02, r = 0.49).
En los pacientes que cumplieron los programas para la determinación de Phe en muestras de sangre seca, las concentraciones de Phe se mantuvieron estables. El sexo y el tratamiento exclusivo con dieta, respecto de dieta más tratamiento con sapropterina, no influyó en la frecuencia y en la mediana de determinaciones de Phe.
Conclusiones
Los resultados del presente estudio realizado con pacientes con PKU asistidos en 5 centros metabólicos de Austria indican que durante la pandemia de COVID-19, el número de pacientes que interrumpió el envío de muestras de sangre seca para los estudios metabólicos disminuyó de manera considerable, especialmente entre los pacientes de más de 16 años. Sin embargo, entre los pacientes que realizaron los envíos de muestras de manera apropiada, las concentraciones de Phe permanecieron estables. El sistema de seguimiento implementado en las instituciones fue útil para la comunicación entre los profesionales y los enfermos, pero no fue adecuado para mejorar los controles entre los pacientes que interrumpieron el seguimiento y el envío de las muestras.
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