Introducción
La lucha contra la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) no parece terminar con el abordaje de la fase aguda; aún no se conocen con precisión las consecuencias de COVID-19 sobre la salud a mediano y largo plazo.
Algunos estudios refirieron persistencia de los síntomas en el 40% al 90% de los pacientes; sin embargo, la interpretación de estos hallazgos es difícil debido a que los mismos no fueron evaluados de manera sistemática, en el contexto de seguimientos prolongados. Además, se comprobó heterogeneidad importante en relación con la edad, la gravedad de la infección, el seguimiento y las características de la evaluación clínica.
El síndrome posCOVID (SPC) se define en presencia de síntomas persistentes, posiblemente relacionados con inflamación residual (fase de convalecencia), el daño orgánico, los efectos inespecíficos de la internación o la ventilación prolongada (síndrome posinternación en unidades de cuidados intensivos), el aislamiento social y los efectos de las comorbilidades preexistentes.
Se requiere un análisis meticuloso de los síntomas y de su evolución en el tiempo para una mejor caracterización del SPC. Los objetivos del presente estudio fueron analizar la persistencia de síntomas a mediano plazo, por medio de una valoración clínica completa y estructurada, en pacientes que sobrevivieron a COVID-19, e identificar posibles factores predictivos del SPC.
Pacientes y métodos
Para el presente estudio prospectivo de cohorte se incluyeron adultos con COVID-19, asistidos en sala de guardia entre 27 de febrero y 29 de abril de 2020. La infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2) se confirmó con reacción en cadena de la polimerasa (PCR por su sigla en inglés) en muestras nasofaríngeas o del tracto respiratorio inferior, o por medio de conversión serológica. Los pacientes se clasificaron según el antecedente de neumonía grave con necesidad de internación, neumonía leve con seguimiento hospitalario, y sin neumonía, asistidos en atención primaria. Los pacientes recibieron la oportunidad de ser evaluados por un equipo de profesionales, 10 a 14 semanas después de la recuperación ambulatoria o el alta. Se tuvieron en cuenta las características generales de la población, y de la infección en la fase aguda, incluido el índice de Charlson y el puntaje COVID-GRAM.
Los participantes fueron sometidos a evaluación clínica, análisis de sangre, radiografía de tórax, pruebas de función pulmonar y valoración de la calidad de vida, con la escala EuroQol.
El criterio principal de valoración fue la incidencia de SPC, definido en presencia de al menos un síntoma persistente clínicamente relevante, trastornos en la espirometría o alteraciones significativas en la radiología. La identificación de los factores de riesgo de SPC y la calidad de vida relacionada con COVID-19 fueron criterios secundarios de valoración. La incidencia acumulada de SPC se determinó en la totalidad de la cohorte y en pacientes con neumonía grave; las asociaciones se analizaron con pruebas de chi cuadrado. Mediante modelos de regresión logística de variables múltiples se determinaron los odds ratios (OR), con intervalos de confianza del 95% (IC 95%) para diversos factores posiblemente relacionados con SPC.
Resultados
Fueron evaluados inicialmente 422 pacientes; 58 (13.7%) fallecieron como consecuencia de progresión de tumores, infecciones bacterianas no relacionadas con COVID-19, muerte súbita o por causas desconocidas; un total de 277 enfermos (76% de los sobrevivientes) fueron evaluados en el presente estudio; el 97.1% de ellos habían tenido infección por SARS-CoV-2 confirmada por PCR, mientras que en el resto la enfermedad se confirmó mediante la detección de anticuerpos específicos contra SARS-CoV-2 a una mediana de 76 días después del inicio de los síntomas.
Los 277 enfermos analizados tenían una mediana de 62.0 años (53.0–72.0) y el 52.7% eran hombres; el 30.3% tenía ≥ 3 puntos en el índice Charlson. Se evaluaron 54 pacientes (19.5%) sin neumonía, 41 enfermos (14.8%) con neumonía no grave y 182 sujetos (65.7%) con neumonía grave (internados). Los enfermos fueron evaluados a una median de 77 días después del inicio de los síntomas; 182 pacientes (65.8%) refirieron recuperación del estado de salud previo a la infección por SARS-CoV-2.
Un total de 141 pacientes presentaron SPC (50.9%; IC 95%: 45.0 a 56.7). La incidencia acumulada fue de 58.2% (IC 95%: 51.0 a 65.2), 36.6% (IC 95%: 23.5 a 51.8) y 37.0% (IC 95%: 25.4 a 50.3) en los pacientes con neumonía grave, neumonía leve o sin neumonía (p =â¯0.003).
Los síntomas más frecuentes fueron la disnea y la fatiga; la presencia de anosmia y disgeusiua se asoció con menor edad (<65â¯años, 24.9%, en comparación con >65â¯años, 13.5%, p = 0.03). Los trastornos bioquímicos más comunes fueron la linfopenia y los niveles altos de ferritina y dímero-D. Un total de 33 pacientes (11.9%) refirieron síntomas neurológicos relevantes (cefaleas, trastornos de la memoria, deterioro cognitivo o ambos). Los síntomas neurológicos y respiratorios por lo general mejoraron en la evaluación realizada por los especialistas, entre 16 y 18 semanas después del inicio de la enfermedad. Se comprobaron anormalidades persistentes que requirieron evaluación por neumonólogos y neurólogos en el 13.3% y 7.5% de los casos, respectivamente. Se comprobaron alteraciones en la espirometría en el 9.3% de los enfermos (25 de 269), y en la radiografía de tórax en el 18.9% de los pacientes (51 de 277). Ninguna característica clínica basal predijo la aparición de SPC.
Conclusión
Los resultados del presente estudio indican que el SPC no se limita a pacientes con COVID-19 grave; los síntomas por lo general son leves y mejoran con el tiempo. No se identificaron factores predictivos del SPC. Las alteraciones radiológicas y espirométricas fueron leves y se observaron en el 25% de los pacientes.
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