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Introducción
En marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el inicio de la pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), provocada por el coronavirus-2 causante del síndrome de respiratorio agudo (SARS-CoV-2, por su sigla en inglés). En este escenario, es importante analizar la salud y sus procesos en diferentes contextos sociales, especialmente en países como Brasil, con una gran extensión territorial y heterogeneidad poblacional. Por este motivo, es esencial un análisis detallado de cada uno de los grupos que forman la población brasileña para identificar los sectores que presentan un alto grado de vulnerabilidad a catástrofes sanitarias, como los indígenas.
Los indígenas representan el 0.4% de la población del Brasil y constituyen un legado cultural de 305 grupos étnicos y 274 lenguajes. La lucha para el reconocimiento de sus derechos continúa en la actualidad y el objetivo es el reconocimiento de sus costumbres y tradiciones, así como el derecho a la tierra tradicionalmente ocupada.
Los logros de los indígenas han mejorado la integración entre este grupo y el resto de la población, al punto que muchos indígenas viven en ciudades. Sin embargo, su proximidad con otros grupos étnicos favorece la diseminación de la COVID-19 en sus comunidades. Además, el daño ambiental provocado por la explotación maderera, la deforestación y la minería ilegal aumenta el riesgo de infección. El gobierno brasileño no colabora en este sentido, al favorecer la deforestación del Amazonas.
La asistencia sanitaria a este grupo demográfico comenzó en 1999 mediante una variedad de acciones que, por ejemplo, redujeron la mortalidad del 71.1% al 4.77%. Sin embargo, muchos individuos aún rechazan el traslado hacia centros médicos especializados. Por este motivo, es necesaria una asistencia médica optimizada que considere las tradiciones culturales.
El objetivo de este estudio fue verificar la evolución de la pandemia de COVID-19 en la población indígena brasileña, considerando sus aspectos culturales y su supervivencia a nivel nacional, sobre la base de la información epidemiológica del Ministerio de Salud. Además, se realizó un análisis descriptivo de la cantidad de casos en indígenas infectados por SARS-CoV-2.
Métodos
Se llevó a cabo una encuesta prospectiva sobre la base de la información epidemiológica oficial. Se incluyeron solamente los datos relacionados con la progresión de la pandemia en los grupos indígenas.
Los datos recolectados fueron el origen del paciente, su grupo étnico, su edad y comorbilidades, y el estatus social dentro de la comunidad. En el caso que estuviera disponible, se incorporó la fecha de fallecimiento y el historial de transmisión viral.
Los Distritos de Salud Especial Indígena (DSEI) son una unidad de manejo descentralizada que guía la atención sanitaria en función de un determinado grupo étnico-cultural. Estos DSEI están estructurados en unidades básicas de salud indígena, con capacidad para realizar intervenciones sencillas y seguimiento, y las Casas de Salud Indígena (CASAI), donde se realiza el apoyo a la población y se provee, por ejemplo, de alojamiento para el paciente indígena y su familia durante el tratamiento y luego del alta hospitalaria. Este sistema de salud indígena proveyó
datos como los casos sospechosos y confirmados por laboratorio, los casos descartados, los casos de cura clínica y la cantidad de muertes. Finalmente, en relación con la primera fase del plan de vacunación contra COVID-19, se consideró a la población indígena como grupo prioritario.
Resultados
Se evaluaron 79 notas, de las cuales se seleccionaron 70 que tenían información relevante relacionada con los casos específicos de COVID-19 dentro de las comunidades indígenas, y que evaluaron la tasa de muerte, las comorbilidades, la función social y otros problemas.
Se informaron dos casos en menores de 1 año, ambos fallecidos, de los cuales uno se encontraba mal nutrido; y 6 casos en individuos de 10 a 19 años, de los cuales fallecieron 5; uno de estos pacientes presentaba, además, cardiomiopatía y tuberculosis.
Hubo 3 casos en individuos de 20 a 29 años, entre los cuales no hubo ninguna muerte, y 4 casos en pacientes de 30 a 39 años, de los cuales murieron 3, un jefe tribal, un paciente diabético y con sospecha de cáncer, y una enfermera con diagnóstico de asma.
Hubo 4 casos en pacientes de entre 40 y 49 años, todos fatales. Uno de ellos era un consejero tribal. Las comorbilidades fueron anemia hemolítica autoinmune, enfermedad renal crónica y obesidad e hipertensión arterial sistémica.
En pacientes de entre 50 y 59 años hubo 7 casos, todos ellos fatales. Uno de los pacientes era un jefe tribal con diabetes, hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca congestiva. Uno de los pacientes no fue trasladado a un servicio sanitario por pedido de su familia.
Entre los pacientes de 70 a 79 años hubo 15 casos, de los cuales 14 terminaron en muerte. Cuatro sujetos eran jefes tribales y uno era un sanador tribal. Un paciente tenía enfermedad cardíaca, otro presentaba enfermedad pulmonar, cuatro tenían hipertensión arterial, y dos presentaban diabetes e hipertensión arterial. De estos pacientes, 3 se negaron a ser trasladados a un centro especializado, y dos individuos requirieron traslado fluvial y aéreo, respectivamente.
Se informaron 9 casos en pacientes con edades entre 80 y 89 años, fatales todos ellos. Un paciente tenía hipertensión arterial, otro presentaba diabetes y un tercer paciente tenía ambas enfermedades.
Finalmente hubo 4 casos, todos ellos con desenlace fatal, en paciente de entre 90 y 99 años. Una de las enfermas era una partera con gran influencia tribal. Un paciente era hipertenso, otro tenía diabetes y un tercer sujeto presentaba enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Hubo 4 casos en los que no se comunicó la edad de los pacientes. Dos de ellos eran líderes tribales, uno de ellos era mujer.
Al comparar la totalidad de las muertes frente a la información brindada por el Ministerio de Salud de Brasil, se encontró que estas 62 muertes de indígenas comunicadas representaron el 11.9% de los fallecimientos totales hacia febrero de 2021.
Se encontró gran cantidad de casos en 3 DSEI: Mato Grosso do Sul, Interior Sul y Alto do Rio Solimões, con 3902, 2284 y 2007 casos, respectivamente.
Discusión
La población indígena de Brasil en el año 1500 rondaba los 3 millones de personas, mientras que en 1957 era de 70 000 individuos. Esta reducción se debe a diversos procesos, como violencia, guerras y epidemias. En la actualidad hay un marco legal de protección, lo que produjo un aumento en la población. De acuerdo con un censo nacional realizado en el año 2010, la población indígena de Brasil se estableció en más de 800 000 individuos.
Las costumbres indígenas involucran el uso compartido de utensilios e instalaciones domiciliarias, que favorecen la diseminación del virus. Además, su medicina tradicional está basada en plantas medicinales que, si bien podrían ser útiles, no contempla la internación en una unidad de cuidados intensivos.
En este contexto, la población indígena podría ser considerada población de riesgo para la COVID-19.
Los centros de salud suelen encontrarse alejados de las comunidades indígenas y, en muchos casos, los pacientes o sus familias suelen rechazar el ofrecimiento de transporte a un centro de atención de mayor complejidad. Esto podría deberse al temor que genera encontrarse en un contexto sociocultural distinto, por lo que los integrantes del equipo de salud deben comprometerse a insertar a estos pacientes y sus familias en un contexto sanitario y aconsejarlos para que comprendan la importancia del tratamiento y del seguimiento posterior, especialmente en sujetos con comorbilidades. Además, siempre que fuera posible, los profesionales deben garantizar que los indígenas no abandonen su cultura y, en el caso de necesitar un tratamiento moderno, debe intentarse una combinación con el tratamiento empleado en la tribu.
Un factor que debe ser considerado al momento de evaluar la transmisión del SARS-CoV-2 en las comunidades indígenas es la proximidad con otros grupos étnicos, así como las actividades como acciones misioneras, caza, explotación maderera, tráfico de drogas y turismo, entre otras.
Pertenecer a una tribu indígena constituye un factor de riesgo para enfermedades respiratorias, y los factores de riesgo para COVID-19, como obesidad, hipertensión y diabetes, son frecuentes en este grupo.
En conclusión, y tomando en consideración el concepto de universalidad, la población indígena de Brasil debe recibir asistencia en una forma holística que considere sus costumbres y tradiciones. Por este motivo, son necesarias unidades sanitarias especializadas que puedan acercarse a las tribus para proveer asistencia a esta población durante la pandemia actual y durante los problemas futuros que puedan afectar a estos individuos.
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