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Introducción
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) ha motivado estudios en todo el mundo para poder identificar sujetos con mayor riesgo de presentar enfermedad grave y de fallecer. Los sujetos de edad avanzada son particularmente susceptibles.
Desde el inicio de la pandemia, COVID-19 se identificó como un problema particular en los habitantes de edad avanzada de Israel, quienes fueron alentados a aislarse preventivamente, un fenómeno que acentuó considerablemente las percepciones acerca de las consecuencias de la enfermedad, en jóvenes y ancianos. La situación se agravó aún más cuando se tornó francamente evidente que los pacientes de edad avanzada, y sobre todo aquellos con comorbilidades subyacentes, tienen riesgo aumentado de evolución clínica desfavorable y de mortalidad por COVID-19. Todos estos aspectos, sin duda, generan niveles altos de ansiedad y depresión en este grupo de la población. Sin embargo, simultáneamente, algunos trabajos describieron niveles más bajos de depresión y niveles más altos de adaptación a la crisis entre los individuos de edad avanzada.
Los ancianos no sólo sufren como consecuencia del temor a la posible infección, sino también por la imposibilidad de ver a sus seres queridos; además, son particularmente proclives a presentar estrés físico. La propagación rápida de la pandemia, los índices crecientes de mortalidad, el aislamiento, el distanciamiento social y las cuarentenas son factores que pueden exacerbar el riesgo de nuevos problemas de salud o de agravamiento de trastornos preexistentes; las consecuencias emocionales también deben ser tenidas en cuenta.
El presente estudio se basa en el modelo cognitivo de adaptación para el estrés, propuesto por Lazarus y Folkman. Este modelo es útil para explicar las vinculaciones entre las fuentes de estrés, la elección de la estrategia para hacer frente al mismo y la forma en que dicha estrategia puede afectar a las personas, en el entorno estresante. El estrés asociado con una situación en particular depende de cómo los sujetos reconocen la situación y de los comportamientos que adoptan para abordar el estrés. Según este modelo, las variables de salud psicológica y física, asociadas con la exposición crónica a factores estresantes, están influidas por los recursos personales (optimismo, sostén social percibido), los factores de estrés (susceptibilidad percibida) y las variables psicológicas y físicas (síntomas depresivos, calidad de vida relacionada con la salud).
En este contexto, el objetivo del presente estudio fue determinar cómo el optimismo, la percepción acerca del sostén social y la susceptibilidad percibida se relacionan con los síntomas depresivos y la calidad de vida relacionada con la salud, en sujetos de edad avanzada. También se determinó el papel de la susceptibilidad percibida como mediador de la relación entre los recursos personales, los síntomas depresivos y la calidad de vida relacionada con la salud.
Pacientes y métodos
Fueron analizados 256 enfermos de 60 a 95 años que completaron cuestionarios especiales: el Perceived Susceptibility, Life Orientation Test (LOT-R), la Multidimensional Scale of Perceived Social Support (MSPSS), el Symptoms of Depression (CES-D) y el cuestionario de calidad de vida relacionado con la salud SF-12v2 Health Survey. Los datos se recogieron entre junio y julio de 2020, 3 meses después de que se declarada la emergencia sanitaria en Israel. Los análisis estadísticos se realizaron con correlaciones de Pearson, pruebas de la t, análisis de regresión, y proceso analítico de Hayes (modelo de mediación).
Resultados
Entre los sujetos de edad avanzada, el 37.5% presentó depresión. El optimismo, el sostén social y la calidad de vida relacionada con la salud se asociaron de manera positiva. Niveles más altos de optimismo y de percepción de sostén social se vincularon con nivel más bajo de susceptibilidad percibida y de depresión.
Los resultados de los modelos de regresión de variables múltiples explicaron el 29% de la variabilidad en la depresión y el 19% de la variabilidad en la calidad de vida relacionada con la salud. Las vinculaciones en el modelo de mediación fueron significativas, y se confirman que los niveles más altos de optimismo y de sostén social se asocian con niveles más bajos de percepción de susceptibilidad, asociada a su vez con mayor depresión y con compromiso más importante de la calidad de vida relacionada con la salud.
Conclusión
Los resultados del presente estudio realizado en Israel indican que el optimismo y el sostén social son útiles para atenuar la depresión y reducir las consecuencias desfavorables asociadas con la pandemia de COVID-19.
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