El mundo se enfrenta a la segunda ola inevitable de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19 por su sigla en inglés), cuando los sistemas de salud todavía no se han recuperado por completo de las consecuencias devastadoras de la primera ola. Las desigualdades en la atención de la salud en todo el mundo se profundizaron como consecuencia de la pandemia; el efecto deletéreo ha sido incluso más pronunciado para ciertas enfermedades infrecuentes, para las cuales la asignación de recursos sanitarios ha sido clásicamente deficitaria.
Las espondiloartritis axiales (EA), es decir la espondilitis anquilosante y la espondiloartritis axial no radiográfica, son artritis crónicas inflamatorias que habitualmente comprometen la columna vertebral, con dolor y discapacidad importante a temprana edad. El síntoma principal de las EA es el dolor lumbar, de inicio en etapas de plena actividad laboral. Existen muy pocos biomarcadores diagnósticos de las EA, motivo por el cual el diagnóstico suele retrasarse de manera considerable, entre 8 y 10 años. Como consecuencia del diagnóstico tardío, los pacientes presentan dolor crónico recurrente y fatiga, consecuencias muy deletéreas físicas y psicológicas, e incapacidad para trabajar. Las terapias biológicas son eficaces para lograr el control de la enfermedad, pero no son curativas; además, se asocian con efectos económicos sustanciales sobre los sistemas de salud.
Se estima que en el Reino Unido alrededor de 220 000 pacientes viven con EA; la primera guía para el diagnóstico y tratamiento de las EA fue publicada en 2017 por el National Institute for Care and Excellence; el National Health Service (NHS) también estableció directrices para el abordaje de pacientes con EA.
Con la finalidad de conocer en detalle los efectos de la pandemia de COVID-10 sobre la asistencia clínica de pacientes con EA en el Reino Unido, la National Axial Spondyloarthritis Society (NASS) realizó dos estudios, uno destinado a enfermos y el otro a los profesionales que asisten a enfermos con EA.
Las investigaciones se realizaron entre mayo y julio de 2020, durante el período de la cuarentena y la fase temprana de recuperación en el Reino Unido. Para el estudio de pacientes se analizaron 873 respuestas, mientras que para el estudio de profesionales se consideraron 80 respuestas.
El 25% (60 de 237) de los pacientes que requirieron acceso a los sistemas de salud durante la pandemia no lo lograron, y el 32% (241 de 753) desconocían los servicios que estaban disponibles para su atención. Sólo 70 pacientes (10%) refirieron mejoría de los síntomas durante la pandemia; el 47% (343 de 733) refirió agravamiento de los síntomas y el 44% (320 de 733) no refirió cambios en la sintomatología.
Aproximadamente la mitad de los pacientes también refirieron deterioro de la salud mental y la salud general durante la cuarentena. Si bien muchos participantes aceptaron bien la atención por medio de los servicios digitales, el 86% refirió la importancia de las consultas presenciales.
En el estudio de los profesionales se puso de manifiesto que COVID-19 generó alteraciones importantes en la asistencia clínica esencial en los servicios de atención de las EA; el número de centros se redujo en un 31% durante la primera cuarentena. El 44% de los servicios dejó de brindar asistencia presencial a los enfermos con exacerbaciones agudas y el 38% de los centros no pudo continuar brindando la fisioterapia de ayuda.
La información obtenida pone de manifiesto aspectos esenciales en la atención de pacientes con EA que se vieron afectados durante la pandemia de COVID-19; seguramente los resultados se replican para otras patologías y para los sistemas globales de salud. Algunos aspectos requieren atención urgente, sobre todo en el contexto de la implementación de los servicios para la atención digitalizada, con la finalidad última de optimizar la evolución clínica de enfermedades relativamente infrecuentes.
En conclusión, la pandemia de COVID-19 desenmascaró brechas sustanciales en la asistencia de pacientes con EA; sin embargo, también obligó a poner rápidamente en funcionamiento cambios en los sistemas no convencionales de abordaje, por ejemplo en las consultas virtuales y remotas, sobre todo para los pacientes que presentan exacerbaciones agudas de la enfermedad. Sin duda, la pandemia generó adaptaciones rápidas, por parte de los enfermos y los profesionales, a las nuevas formas de trabajo. En el escenario actual de nuevas olas de la pandemia, la colaboración estrecha con los proveedores de salud será decisiva si se quiere garantizar la atención clínica óptima en tiempo y forma, sin detrimentos para los pacientes y los profesionales en el momento actual, como también ante la eventual aparición de nuevas pandemias. En cualquier caso, las modificaciones introducidas contribuirán a reducir la presión sobre los sistemas sanitarios, una vez que la demanda clínica relacionada con la pandemia de COVID-19 se atenúe.
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