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Introducción
En diciembre de 2019 surgió la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) en China; después de tres meses, COVID-19 se había propagado en casi todo el mundo. Italia fue el primer país de Europa que tuvo que hacer frente a la pandemia.
La cuarentena prolongada y el cierre de los negocios generaron interrupciones en la vida normal, aislamiento social y pérdida de ingresos económicos. En los pacientes con esclerosis múltiple (EM), las preocupaciones son incluso más importantes, en relación con el uso de terapias inmunosupresoras.
Los pacientes con EM en recaída y remisión (EM-RR) son particularmente vulnerables a las consecuencias neuropsiquiátricas asociadas con COVID-19. La depresión y la ansiedad se asocian con deterioro importante de la calidad de vida, aumento de la fatiga y de los puntajes de discapacidad de la enfermedad y con evolución más agresiva de la EM. Los trastornos neuropsiquiátricos en estos pacientes se correlacionan con las exacerbaciones de la enfermedad y con la menor adhesión al tratamiento. Estudios previos realizados en la China mostraron los efectos neuropsiquiátricos de la pandemia de COVID-19 en la población general. En un estudio transversal, el 53.8% de 1210 enfermos analizados presentaron consecuencias psicológicas moderadas a graves durante la pandemia. En otro ensayo se refirieron índices de ansiedad y de trastorno por estrés de 23% a 27%, respectivamente, en el personal sanitario de un hospital de la China.
En Italia, desde 4 de mayo de 2020 se permitió el regreso gradual a las actividades laborales y a las actividades normales. El principal objetivo del presente estudio fue valorar el estado de salud mental en una muestra de pacientes con EM-RR, asistidos en el MS Center of Catania, luego de la vuelta al trabajo después de la flexibilización de la cuarentena. La identificación de los factores predictivos de distrés psicológico fue un criterio secundario de valoración.
Pacientes y métodos
Luego de que el gobierno de Italia aprobara el retoro gradual a las actividades laborales, los pacientes con EM-RR seguidos en el MS Center of Catania fueron invitados a participar en el estudio, el cual se llevó a cabo entre 4 y 22 de mayo de 2020. El período breve de reclutamiento permitió detectar distrés psicológico, en pacientes con EM-RR, inmediatamente después de la vuelta al trabajo.
Los pacientes debían presentar EM-RR según los criterios de McDonald de 2010 y debían trabajar antes del inicio de la pandemia. En la práctica rutinaria, los pacientes tienen declinación cognitiva cuando presentan resultados anormales en al menos tres pruebas neuropsicológicas de la Brief Repeatable Battery (BRB) of Neuropsychological Tests y en el Stroop test. Se tuvieron en cuenta las características sociodemográficas (edad, sexo, estado civil, tipo de ocupación y horas de trabajo por semana) y clínicas (duración de la enfermedad, tratamiento con drogas modificadoras de la historia natural de la enfermedad en el año previo, índices de recaídas en los últimos 12 meses y nivel de discapacidad en la Expanded Disability Status Scale [EDSS]). El diagnóstico previo de trastornos de ansiedad o del estado de ánimo se consideró una comorbilidad. Se consideraron los siguientes trastornos, en función de la International Classification of Diseases and related Health Problems (ICD-10): trastorno bipolar, depresión actual leve a moderada, episodio único de trastorno depresivo mayor, episodios recurrentes de trastorno depresivo mayor, trastornos de ansiedad y trastorno de estrés postraumático. Mediante entrevistas telefónicas, los enfermos completaron la Short Screening Scale for DSM-IV, la Depression, Anxiety and Stress Scale (DASS-21), y el Insomnia Severity Index (ISI).
Resultados
Se dispuso de información en los cuestionarios incluidos para 432 pacientes (índice de respuesta del 64.3%; 64.1% mujeres) de 40.4 años en promedio. Un total de 137 pacientes (31.7%) con EM-RR tuvieron ≥4 puntos en la SSS-DSM-IV, es decir síntomas clínicamente relevantes compatibles con trastorno de estrés postraumático.
El 48.6% de los enfermos presentaron ansiedad moderada a grave en la DASS-21, y 22% y 50.9% de los pacientes tuvieron depresión moderada a grave y estrés moderado a grave, respectivamente. El 29.6% de los enfermos refirió insomnio. Los factores asociados con síntomas de mayor gravedad fueron el estado civil, el antecedente de diagnóstico de trastornos del estado de ánimo, el cambio o el inicio del tratamiento con drogas modificadoras de la enfermedad en los últimos 12 meses y el nivel más alto de discapacidad en la Expanded Disability Status Scale (p < 0.05 en todos los casos).
Conclusión
El presente estudio pone de manifiesto la necesidad del rastreo y el tratamiento oportuno de trastornos psicológicos en pacientes con EM que comienzan a trabajar en el contexto de la flexibilización de las medidas de aislamiento por la pandemia de COVID-19
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