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Introducción
Se considera que la pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) ejerce efectos importantes y sostenidos sobre la salud mental y el estado de bienestar general, más allá de los efectos atribuibles directamente al virus causal. Sin embargo, se desconoce cuáles son los sujetos con mayor riesgo de compromiso de la salud mental y si los aspectos afectados son generalizables. Los estudios realizados en el contexto de otras epidemias, por ejemplo la producida por coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]), sugirieron que los efectos sobre la salud mental son más frecuentes en ciertos grupos de pacientes, y que los efectos deletéreos son más pronunciados en ciertos aspectos de la salud mental, en comparación con otros. En adultos de edad avanzada se comprobó riesgo aumentado de suicidio durante la epidemia de SARS. Asimismo, diversos trabajos transversales y longitudinales de la China mostraron niveles elevados de trastornos de la salud mental y distrés en la población general durante las primeras etapas de la pandemia de COVID-19. En un estudio de España, el distrés asociado con la cuarentena fue más importante en adultos jóvenes y en mujeres. Los datos proporcionados por el UCL COVID-19 Social Study, iniciado luego del comienzo de la pandemia, sugirieron índices altos de autolesión y pensamiento suicida, particularmente en mujeres, pacientes de minorías étnicas, sujetos con privación socioeconómica y enfermos con trastornos mentales. Los análisis transversales y longitudinales de las respuestas individuales del UK Household Longitudinal Study (UKHLS), con la inclusión de datos previos a la pandemia, también mostraron deterioro importante de la salud mental en las primeras etapas de la pandemia. En todos los trabajos mencionados se refirieron niveles elevados de ansiedad, depresión, estrés, riesgo de suicidio y estrés postraumático, en los primeros meses que siguieron a la declaración de pandemia.
En el Reino Unido, las autoridades declararon la cuarentena el 23 de marzo de 2020; las medidas de salud pública están destinadas a proteger la salud física, pero las consecuencias sobre la salud mental deben ser tenidas muy en cuenta. Esta información es decisiva si ocurriera una segunda ola de epidemias, y también para posibles epidemias en el futuro. La cuarentena y las consecuencias sociales y económicas de COVID-19 seguramente se asocian con soledad, aislamiento social y sensación de atrapamiento. El presente estudio tuvo por objetivo determinar los efectos longitudinales de COVID-19 sobre un amplio espectro de manifestaciones mentales, incluidas la depresión y ansiedad, la sensación de bienestar, el comportamiento, el pensamiento suicida y la soledad, entre otras. Específicamente se analizaron la salud mental y el estado de bienestar en adultos del Reino Unido, durante las primeras semanas de la pandemia de COVID-19.
Pacientes y métodos
El reclutamiento fue realizado por Taylor McKenzie, una compañía de investigación social. Se analizaron muestras de sujetos de 18 años o más del Reino Unido, participantes del UK COVID-19 Mental & Health Wellbeing Study (UK COVID-MH), de diseño longitudinal.
El 12%, 17%, 18%, 18%, 15% y 20% de los individuos tenían entre 18 y 24 años, 25 y 34 años, 35 y 44 años, 45 y 54 años, 55 y 64 años y 65 años o más, respectivamente. El 51% era de sexo femenino; la cohorte fue representativa de la población de 12 regiones del Reino Unido.
Entre 31 de marzo y 9 de abril de 2020, miembros del panel online fueron invitados a participar en la primera ola del estudio de salud mental y bienestar; la segunda y tercera olas del estudio tuvieron lugar entre 10 y 27 de abril de 2020, y entre 28 de abril y 11 de mayo de 2020, respectivamente. Se tuvieron en cuenta los problemas preexistentes de salud mental, el antecedente de intento suicida y de autolesión, la ideación suicida, la depresión, la ansiedad, el estado de bienestar mental, la soledad, la derrota y la sensación de estar atrapado.
Las escalas de medición utilizadas consistieron en la Adult Psychiatric Morbidity Survey, para el intento de suicidio y el antecedente de autolesión; el Patient Health Questionnaire (PHQ-9) para los síntomas depresivos; la GAD-7 para el trastorno de ansiedad; la Griffiths’ short-form scale para la percepción de derrota; la Entrapment Scale Short-form, para la detección de sensación de atrapamiento por pensamientos, sentimientos o situaciones; la Short Warwick Edinburgh Mental Well-Being Scale, para el bienestar mental y la UCLA 3-item scale para la sensación de soledad. El nivel de privación económica se clasificó según el National Readership Survey social grade – grupos socioeconómicos (GSE) altos (A+B+C1) respecto de GSE bajos (C2+D+E). Para las comparaciones longitudinales se aplicaron modelos de estimación generalizados.
Resultados
Un total de 3077 adultos completaron la primera ola del estudio; la prevalencia de ideación suicida aumentó en el transcurso del tiempo, mientras que los síntomas de ansiedad, derrota y atrapamiento disminuyeron en el transcurso de las siguientes olas del estudio. La prevalencia de síntomas de depresión no se modificó de manera importante. Cabe destacar que la sensación positiva de bienestar también tendió a aumentar, en tanto que las referencias vinculadas con la sensación de soledad no se modificaron, de manera importante, en el transcurso del estudio. Los análisis por subgrupos mostraron que las mujeres, los sujetos jóvenes (18 a 29 años), las personas pertenecientes a minorías con desventajas socioeconómicas y los pacientes con antecedente de enfermedades mentales tuvieron peores mediciones en la mayoría de los aspectos de la salud mental, durante la pandemia.
Conclusión
El presente estudio aporta información acerca de la salud mental y el estado de bienestar en adultos del Reino Unido durante las primeras 6 semanas de la pandemia de COVID-19. Para cada uno de los indicadores aplicados, las desventajas socioeconómicas y el antecedente de trastornos mentales fueron factores fuertemente asociados con peor salud mental y bienestar durante el estudio. De manera importante, los índices de ideación suicida aumentaron en el transcurso de las primeras semanas de cuarentena; 1 de cada 7 adultos jóvenes (14%) refirió pensamiento suicida en la última semana de la ola 3. Los índices globales de pensamiento suicida en el transcurso del estudio (de 12.5% a 14.4%) fueron más altos que los referidos en un estudio previo con adultos antes de la pandemia de COVID-19 (11% en el año previo).
En las tres olas, alrededor de 1 de cada 4 pacientes (26.1%) refirió síntomas leves a moderados de depresión en el PHQ-9, en tanto que 1 de cada 5 participantes (21%) presentaron puntaje de la GAD-7 por encima del umbral de ansiedad, es decir ansiedad moderada a grave en la primera ola, con disminución a 16.8% en la última ola.
La información deberá ser tenida muy en cuenta por las autoridades sanitarias en el contexto de la pandemia actual, como también para situaciones similares que surjan en el futuro.
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