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Introducción
Los informes de malos resultados en pacientes en estado crítico con enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés) que han tenido un paro cardíaco intrahospitalario han provocado discusiones sobre la ineficacia de la reanimación cardiopulmonar en esta población de pacientes. Sin embargo, faltan datos para orientar estas discusiones. Estos datos se necesitan con urgencia para informar la toma de decisiones complejas por parte de pacientes, familiares y médicos sobre las políticas para la reanimación cardiopulmonar y los objetivos del tratamiento en el contexto de la pandemia de COVID-19 en curso.
El objetivo del presente estudio fue estimar la incidencia, los factores de riesgo y los resultados asociados con el paro cardíaco intrahospitalario y la reanimación cardiopulmonar en pacientes adultos críticamente enfermos con COVID-19.
Métodos
El presente estudio de cohorte multicéntrico fue realizado en los Estados Unidos. Se incluyeron pacientes adultos con COVID-19 confirmado por laboratorio que ingresaron en la unidad de cuidados intensivos (UCI) entre el 4 de marzo y el 1 de junio de 2020. Los pacientes fueron seguidos hasta el alta hospitalaria, su fallecimiento o el 1 de julio de 2020, lo que ocurriera primero. Se recopilaron datos demográficos, comorbilidades, síntomas y fármacos antes del ingreso hospitalario; signos vitales al ingreso a la UCI; tratamientos farmacológicos y no farmacológicos administrados, y lesión de órganos y apoyo, como la recepción de ventilación mecánica invasiva y terapia de reemplazo renal, además de datos fisiológicos y de laboratorio diarios durante los primeros 14 días después de la admisión en la UCI. Se registró el estado vital hasta el momento del alta hospitalaria. El paro cardíaco intrahospitalario se definió como la inestabilidad hemodinámica inesperada asociada con la ausencia de pulso palpable, para el cual normalmente se administraría reanimación cardiopulmonar (se administrara o no reanimación cardiopulmonar). La reanimación cardiopulmonar se definió como el inicio de compresiones torácicas solas o junto con tratamientos como desfibrilación, administración de epinefrina, vasopresina, amiodarona, lidocaína o atropina. El resultado funcional de los supervivientes de un paro cardíaco en el momento del alta hospitalaria se valoró mediante la escala de categoría de rendimiento cerebral. El criterio principal de valoración fue el paro cardíaco intrahospitalario dentro de los 14 días posteriores al ingreso en la UCI y la mortalidad intrahospitalaria.
Resultados
Entre 5019 pacientes críticamente enfermos con COVID-19, el 14.0% (701/5019) tuvo un paro cardíaco intrahospitalario dentro de los 14 días posteriores al ingreso en la UCI, de los cuales el 57.1% (400/701) recibieron reanimación cardiopulmonar. La mediana de tiempo desde el ingreso hospitalario hasta el paro cardíaco intrahospitalario fue de siete días. El 15.3% (107/701) de los sujetos sufrieron paro cardíaco intrahospitalario el día de su ingreso en la UCI. Los pacientes que tuvieron un paro cardíaco intrahospitalario tenían más probabilidades de ser mayores, de ser admitidos en un hospital con un número menor de camas en la UCI y de tener una mayor carga de enfermedad cardiovascular y factores de riesgo (tabaquismo, diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad de las arterias coronarias, enfermedad renal crónica o terminal) en comparación con los pacientes que no tuvieron paro cardíaco intrahospitalario. Además, tenían anomalías de laboratorio más pronunciadas el día de la admisión en la UCI y más probabilidades de haber recibido dos o más vasopresores en comparación con los que no habían tenido un paro cardíaco intrahospitalario. Los factores que se asociaron con un mayor riesgo de paro cardíaco intrahospitalario fueron: ser ingresado en un hospital con menor número de camas de la unidad de cuidados intensivos, mayor edad, raza negra y mayor puntaje de la evaluación secuencial modificada de la insuficiencia orgánica (mSOFA, por sus siglas en inglés) al ingreso en la UCI. La enfermedad de las arterias coronarias y la insuficiencia cardíaca congestiva no se asociaron con un paro cardíaco intrahospitalario. En total, 653 de 701 pacientes (93.2%) con paro cardíaco intrahospitalario fallecieron, incluidos 301 que murieron sin recibir reanimación cardiopulmonar y 352 que fallecieron a pesar de la reanimación cardiopulmonar. Los pacientes que recibieron reanimación cardiopulmonar eran más jóvenes que los que no la recibieron (media de edad 61 frente a 67 años). Los ritmos más frecuentes en el momento de la reanimación cardiopulmonar fueron la actividad eléctrica sin pulso (49.8%, 199/400) y la asistolia (23.8%, 95/400). En total, 48 de los 400 pacientes (12.0%) que recibieron reanimación cardiopulmonar sobrevivieron hasta el alta hospitalaria y solo el 7.0% (28/400) lo hzo hasta el alta hospitalaria con estado neurológico normal o levemente deteriorado. Las tasas de uso de reanimación cardiopulmonar difirieron considerablemente según la edad: el 76.5% (52/68) de los pacientes menores de 45 años recibieron reanimación cardiopulmonar y solo el 39.5% (34/86) de los pacientes de 80 años o más recibieron reanimación cardiopulmonar. La supervivencia al alta hospitalaria también difirió según la edad, con el 21.2% (11/52) de los pacientes menores de 45 años que sobrevivieron en comparación con el 2.9% (1/34) de los de 80 años o más.
Conclusiones
El paro cardíaco intrahospitalario sería frecuente en pacientes críticamente enfermos con COVID-19 y se asociaría con una mala supervivencia incluso cuando se proporciona reanimación cardiopulmonar, particularmente en pacientes de 80 años o más, y en aquellos que requieren reanimación cardiopulmonar prolongada.
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