Autor del informe
Yanina Ameruso
Especialista en Reumatología Pediátrica, Hospital Municipal Eva Perón, Merlo, Argentina
En este estudio publicado en Abril 2020 acerca de los
Trastornos por déficit de atención en estudiantes chilenos se pretende analizar las manifestaciones comportamentales de niños diagnosticados con trastorno de déficit de atención y la funcionalidad de la familia según el cuidador responsable del niño.
El objetivo del trabajo se realizó mediante un estudio de tipo cuantitativo, transversal, exploratorio y me permito decir que es también un análisis descriptivo de esta cohorte; ya que se ha estudiado la prevalencia de la exposición y del efecto en una muestra poblacional determinada en un solo momento temporal. Es decir, se ha estimado la magnitud y distribución de ésta enfermedad en un momento dado, bajo ciertas condiciones específicas.
Dicho esto, la metodología utilizada para éste análisis es sumamente
correcta y ha sido puntillosamente detallada en el cuerpo del estudio, lo que otorga validez al mismo e invita a continuar investigando sobre éste tema, tan importante para la inserción e inclusión de éstos futuros adultos en nuestra sociedad.
El PIE (Programa de Integración Escolar) no debe ser el único sostén de las familias, sino que éstos niños deben tener garantizado un programa de tratamiento interdisciplinario que pueda lograr su inclusión social y evitar el colapso de sus cuidadores, y por ende las manifestaciones negativas de su entorno, sobre todo a nivel familiar. Poder entender esto, es lograr tomar conciencia que estos niños serán el futuro de nuestra sociedad y que es responsabilidad del Estado y/o Sistema de Salud brindarles la mejor atención y todas las herramientas que requieran para obtener su mayor potencial.
Seguramente deberán requerir de tratamientos y terapias alternativas, no solo el apoyo escolar; que ha quedado demostrado que es insuficiente para el mejor desarrollo de estos niños.
Al igual que se plantea otra discusión, más de la mitad de los niños recibían tratamiento farmacológico, sin embargo, los resultados están a la vista. ¿Me pregunto si éstos niños requieren tratamiento farmacológico o sufren efectos adversos del mismo? ¿Sería necesario implementar más terapias alternativas en lugar de simplemente escolarizarlos y no profundizar más allá en el tema?
¿Dónde queda contemplada la contención del cuidador en patologías crónicas?
Son interrogantes que se plantean a luz de las evidencias demostradas de este estudio, y que sugieren seguir evaluando a esta cohorte de pacientes y que seguramente servirán de gatillo para reafirmar que el tratamiento es interdisciplinario y multimodal, que involucra tanto a la escuela, como al tratamiento farmacológico, la familia, las terapias (psicopedagogía, psicología, fonoaudiología, terapias alternativas) y el tratamiento familiar.
Felicito a los autores y los invito a seguir estudiando este tema para completar los interrogantes planteados.
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