Informe
Red Científica Iberoamericana
Rafael Moreira Claro
Columnista Experto de SIIC
Institución: Universidade de São Paulo
San Pablo Brasil

Evolución a corto plazo de los gastos en alimentación fuera del hogar en Brasil
La participación de la alimentación fuera del hogar aumentó un 25% durante el período de estudio, alcanzando el 28% del gasto total con alimentación. Cada aumento del 10% en los ingresos de la población incrementaría en 3,5% la participación de la alimentación fuera de casa. Este escenario sugiere que una tendencia favorable en los ingresos dará lugar a futuros aumentos de la participación de la alimentación realizada fuera del hogar, posiblemente con consecuencias negativas sobre la calidad de la alimentación de la población brasileña.

Publicación en siicsalud
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Comentario
Autor del informe
María Luisa Hervías Jiménez 
Académica Universidad Central de Chile, Santiago, Chile


La transición alimentaria que viven los países latinoamericanos se ha incrementado fuertemente, en especial a partir de las décadas del 50 y del 60 y sus informes han sido evidenciados por varias investigaciones que pretenden mostrar tanto su evolución como sus consecuencias en la salud de la población.
Este fenómeno es comprendido como un conjunto de cambios en el patrón alimentario, producto de una multitud de factores: socioeconómicos, derivados del desarrollo de las sociedades y políticas de apertura e intercambio, especialmente debido a tratados de libre comercio; la consecuencia del desarrollo tecnológico en la industria alimentaria, que conlleva una mayor oferta de productos; el desarrollo comunicacional, que implica un exceso de publicidad de alimentos y/o como consecuencia de la evolución del nivel de ingresos
de la población, entre otros aspectos.
Este cambio en el patrón alimentario hacia un incremento de los alimentos ultraprocesados, bebidas gaseosas y refrescos azucarados, la denominada comida rápida, el azúcar, la sal, grasas saturadas, grasas trans y colesterol, generan una alimentación de alto aporte energético, con una inadecuada contribución de macronutrientes y micronutrientes y con un suministro de sustancias o elementos perjudiciales para el organismo. Todo esto se halla estrechamente relacionado con el incremento en la prevalencia de enfermedades relacionadas con la alimentación e incluso, según algunos investigadores, con el aumento de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario.
Conforme al estudio realizado por Zapata, Rovirosa y Carmuega, esta evolución en la tendencia alimentaria se relaciona con un cambio en la forma de comprar, preparar y consumir los alimentos, relacionado con una mayor practicidad, más accesibilidad y menos tiempo dedicado a la preparación de los alimentos.
Esto obedece principalmente a la tendencia a mejorar los ingresos familiares. Con ello, la mayor autoexigencia de las personas en sus trabajos y estudios, la sobreexigencia laboral impuesta por las empresas dada la alta competitividad y la amplia oferta laboral han llevado a que las personas tengan menos tiempo de realizar ritos alimentarios saludables en sus hogares, como comprar, preparar, producir, elaborar y comer en familia, en su casa, sin medios audiovisuales o tecnológicos que dificulten el compartir, dedicarle tiempo a la práctica del buen comer y la preocupación de qué y cuánto comer.
Por otro lado, el incremento en la disponibiliadad de empresas expendedoras y distribuidoras de alimentos no saludables y de comida rápida, precios accesibles y aparentemente más económicos de este tipo de comida, la publicidad y los medios de comunicación han favorecido la tendencia a comer fuera del hogar y de distribuir una mayor proporción del ingreso hacia este tipo de gastos.
Además, desde el punto de vista psicológico, la comida sabrosa se asocia con una forma de gratificación, placer y felicidad, De hecho, a las características sensoriales del producto, lo atractivo y sabroso que pueda ser percibido, se supedita el tipo de alimento y cantidad que puede ser ingerida.
Asimismo, las teorías del consumo propuestas por el institucionalismo estadounidense de Galbraith (1967) y Duesemberry (1949), citadas por Moreno-Altamirano y colaboradores, señalan que los denominados estilos de vida colectivos, entendidos como decisiones individuales influidas por las oportunidades definidas por el medio social y económico en el que viven los sujetos, condicionan la elección y adquisición de alimentos. Esto fortalece la idea de que la capacidad de decidir y elegir qué comer puede estar restringida, entre otros aspectos, por los ingresos, la publicidad y la oferta, la demanda y la disponibilidad del mercado.
El comer también actúa como modulador ante distintos tipos de emociones. De hecho, los estados emocionales pueden tener efectos importantes en el comportamiento alimentario, cuyo resultado puede ser comer en exceso o muy poco. Es así como la ingesta de comida tiende a comportarse como agente ansiolítico ante una serie de emociones negativas como la ansiedad, la depresión, la ira y la soledad para hacer frente al afecto negativo; de hecho, se considera que el comer en exceso se encuentra vinculado al estado de ánimo negativo. Con ello se puede señalar que los hábitos alimentarios son un reflejo de las necesidades afectivas y de la situación mental de la persona. De esta manera, emoción e ingesta, así como emoción y comportamiento, parecen actuar conjuntamente.
Si a ello se le agrega que una baja actividad física, producto de factores sociales -como la inseguridad social-, económicos y políticos, ha contribuido a que los niños y adolescentes salgan cada vez menos a jugar a las calles, el incremento en el uso de entretenimientos tecnológicos y computarizados, disminución en la realización de actividades al aire libre, etcétera, se incrementan los factores de riesgo de patologías como sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión arterial y otras enfermedades no transmisibles ligadas a los estilos de vida no saludables.
Por ello, lo observado en el artículo de Rafael Moreira R, Galastri L, Bortoletto A, Henrique D y Bertazzi R (2019), guarda estrecha relación con lo comentado y se alinea con lo observado no solo en Brasil sino también en otros paises latinoamericanos como Argentina, Chile, Colombia y México. Esto no sólo demuestra la transversalidad del porceso de transición hacia la sustitición del consumo de alimentos tradicionales por productos ultraprocesados, el incremento de gastos en alimentación con mayor aporte contenido energético y un menor contenido nutricional y un aumento del consumo de alimentos fuera del hogar, además de una dismunición en la realización de actividad física en la población brasileña, sino que sus consecuencias también se han puesto de manifiesto en la evolución epidemiológica que ha tenido tanto este país, como otros del Cono Sur, en relación especialmente con las patologías antes comentadas.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
consumo de alimentos, alimentación fuera del hogar, calidad nutricional, encuestas sobre alimentación
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