Es claro que durante toda la preparación académica de los profesionales de la salud, se nos refuerzan siempre los principios básicos de la práctica médica:
mismos que se intenta seguir al pie de la letra aun inclusive poniendo en riesgo nuestra persona, usando en ocasiones nuestros propios recursos fuera de los obtenidos de las instituciones de salud. Sin embargo, si algo nos está enseñando la epidemia de COVID-19, es que los profesionales de la salud debemos cambiar nuestras expectativas al realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) de manera automática ante un paciente que lo requiera, a una respuesta extensamente razonada y consensuada con el personal médico, familiares y pacientes.
y puesto en evidencia a los “modernos” sistemas de salud de los países, especialmente de los países en desarrollo, en cuanto a su limitada capacidad de respuesta y su fragilidad como verdaderos sistemas, también ha puesto como prioridad de estos al personal sanitario, como eslabón fundamental para el correcto desempeño de los sistemas. Motivo por el cual, que toda decisión de realizar algún procedimiento invasivo incluido en las maniobras de RCP no solo debe incluir el riesgo – beneficio a los pacientes sospechosos o confirmados de COVID-19, sino el potencial riesgo a los profesionales de la salud, pensando claro, que se tiene en mente y a la mano todas las medidas de seguimiento de los casos, capacitación y equipos de protección personal (EPP).
Los protocolos de RCP que se utilizan a nivel internacional y en especial ahora ante la epidemia, deben de ser “tropicalizados” en base a los recursos de los sistemas de salud, además de fortalecer las bases médico legales del quehacer galeno, que permita que la toma de decisiones ante pacientes que no se beneficiarán de algunas maniobras de RCP, no se conviertan en sendos problemas y demandas para los profesionales de la salud. Ciertamente esto estará muy de la mano con la educación de la población, tanto del autocuidado, como de los límites y riesgos que tienen todas aquellas intervenciones en RCP, empoderando a los familiares y a los propios pacientes, como pilares fundamentales en la toma de decisiones.
El uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC) es una herramienta de proceso y gestión de los sistemas sanitarios que debe dársele mayor empuje a su desarrollo y utilización, creando departamentos de desarrollo e innovación, fomentando el trabajo y capacitación de manera remota en todos los temas de detección temprana de riesgos y manejo de RCP.
Es importante instaurar programas que permitan conocer y entender los alcances y consecuencias de la práctica médica, las cuales están ligadas fuertemente a las responsabilidades médico legales, mismas que deben ser claramente definidas en estados de excepción, como en esta pandemia, con la finalidad de evitar el uso excesivo de “opiniones”, “experiencias”, “creencias”, y “planificación durante la marcha”, generando trabajos que registren las lecciones aprendidas de todos y cada uno de los profesionales sanitarios o no sanitarios, instituciones públicas y privadas así como de la sociedad, que permita generar verdaderos Sistemas de Salud fortalecidos y con planes de gestión para futuras situaciones.
Dada la disminución de personal sanitario que tienen las unidades hospitalarias actualmente, y la mengua física y mental de estos, es importante generar un proceso con diversos profesionales, para formar equipos de personas de diferentes especialidades (trabajo social, psicología, tanatología, epidemiologia, etc.), que fortalezcan el equipo de las instituciones de salud para realizar la sensibilización de los familiares, y pacientes sobre los riesgos beneficios de la RCP en los pacientes con COVID-19, que permita disminuir la carga de trabajo y preocupaciones de los médicos que se encuentran en la primera línea.
En conclusión, se requiere replantear los sistemas de salud, con un enfoque centrado en el paciente y de acuerdo a sus necesidades, fomentando las TIC, especialmente las que ayuden a la sensibilización de la población en el RCP y la telemedicina, además de mejorar la inversión en salud para fortalecer y crear equipos verdaderamente multidisciplinarios que complementen al personal sanitario.
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