En 1776, altas consideraciones de política y estrategia movieron al rey Carlos III a proclamar con solemnidad la creación del Virreynato de Buenos Aires, o del Río de la Plata. Con ese advenimiento, y con las medidas en favor del comercio que poco a poco fueron adaptándose, estas tierras adquirieron inusitado poder y brillo.
Pero el creciente esplendor mundano virreinal tard1ó en hacer olvidar el anterior período de penurias, cuando Buenos Aires era, quizá, la más mísera de las capitales de España en el Nuevo Mundo.

Desde los lejanos tiempos en que el surujano Manuel Alvarez [n. d. n: véase «Manuel Alvarez era "surujano"», Salud(i)Ciencia 2(10/11), diciembre 1992/enero 1993, N' 733] se presentó al Cabildo para ofrecer sus servicios a los porteños en 1605, muchos galenos habían desfilado por la ciudad, sin que se contara con un servicio público de salud adecuado. Así lo atestiguan las quejas que a menudo aparecen en las actas del Cabildo. La atención pública estaba centrada en el Hospital de San Martín, que desde 1614 se hallaba en la esquina sudeste de las actuales Defensa y México. El hospital tenía capilla y un camposanto contiguo, de modo que en realidad ocupaba casi toda la manzana delimitada por México, Defensa, Chile -por donde discurría el «Tercero del Sur», un arroyo o cañada que conducía las aguas de lluvia al río de la Plata- y Balcarce. Pronto el hospital llegó a estar del todo desacreditado.

Para paliar la inocultable decadencia se decidió entregar el establecimiento a la orden de los padres betlemitas. Eso se hizo en 1748 y la cosa mejoró, sobre todo cuando, tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el hospital fue trasladado a la antigua «Residencia» de éstos (actual iglesia de San Pedro González Telmo, en la calle Humberto 1, entre Balcarce y Defensa). En 1776, el año de la creación del virreinato, hubo una mejoría ulterior al abrir sus puertas el Hospital de Mujeres, en una sala acondicionada y amueblada por el benemérito sacerdote José González Islas. Este hospital se encontraba en Suipacha y Bartolomé Mitre actuales, contiguo a la entonces capilla y hoy iglesia de San Miguel Arcángel.

Las inteligentes medidas de salubridad pública dieron sus frutos; entre 1760 y 1778 no se registran epidemias en Buenos Aires, donde habían sido siempre tan mortíferas. Sin embarco, en el último año nombrado apareció la viruela en la campaña, sembrando mortandad en los pueblos de la provincia hasta enero de 1779. El hecho favoreció la adopción de una medida que ya se venía discutiendo desde hacía tiempo: la creación del Protomedicato. Se trataba de un tribunal compuesto por médicos, cuya función era combatir la práctica de la medicina ¡legal, convalidar los títulos y vigilar la práctica de la profesión. Fundado oficialmente por el virrey Vértiz el 1º de julio de 1779, se estableció en «dos piezas vajas en el Colegio de los Ex-Jesuítas», o sea, en el solar del actual Colegio Nacional de Buenos Aires. A su frente estuvo el destacado médico irlandés Miguel O'Gorman. En 1800, por iniciativa del Protomedicato, comenzaron a dictarse las dos cátedras de Medicina y Cirugía, las primeras en su género. Por fin en 1821, al nacer la Universidad de Buenos Aires, la enseñanza de la medicina tomaría su definitivo carácter académico.

Fundación del Protomedicato, mural de Antonio González Moreno que se encuentra en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.