Las mujeres embarazadas que se alimentan con dieta de mejor calidad podrían presentar riesgo de insuficiencia de yodo, especialmente en los casos de alto consumo de proteínas totales, frutas y verduras y bajo en cereales refinados; en estos casos, es posible que durante el embarazo resulte beneficiosa la suplementación con yodo.
En contrapartida, la mala calidad de la dieta por bajo consumo de frutas y verduras y elevado de granos refinados, se asoció en el embarazo con exceso de concentración de yodo urinario (CYU), condición que acarrearía efectos nocivos si la prescripción profesional si además agregara suplementación de yodo.
El estudio que publica la revista brasilera Archives of Endocrinology and Metabolism * (AE&M) destaca la importancia de evaluar la calidad de la dieta para las mujeres embarazadas antes de aplicar disposiciones de salud pública relativas a la suplementación de yodo.
Consumos comparados
Desde 1982, el conjunto de la población brasileña recibe una cantidad mínima de yodo en la sal de mesa como consecuencia de los avances en las políticas de salud pública.
Los autores remarcan que la OMS recomienda un consumo máximo diario de sal por debajo de cinco gramos por persona pero el consumo promedio brasileño lo supera en 7 gr, es decir, alcanza los 12 gr.
La norma dictaminada en 2013 por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) indicaba la adición de yodo a la sal de mesa con variación de 20-60 a 15-45 mg/kg, equivalentes a 150-450 μg por 10 gramos de sal.
Los mismos autores rescatan el trabajo propio anterior donde revelaban que en el 98,5 % de las sales de mesa analizadas la concentración de yodo era compatible con las recomendaciones gubernamentales de 15-45 mg/kg.
Participantes seleccionadas
La investigación transversal y prospectiva de una cohorte compuesta por 199 mujeres embarazadas de ≥ 18 años y ≤ 35 años abarcó tres días diferentes de sus primeras 12 semanas de gestación. El estudio comprendió los meses de mayo de 2014 a febrero de 2017.
Las participantes asistieron a consultas prenatales en unidades públicas de atención básica de salud urbanas del municipio de Río de Janeiro. Las mujeres aceptadas no tenían antecedentes de complicaciones tiroideas ni otras enfermedades crónicas; fueron excluídas las pacientes que habían tenido embarazos múltiples y las que tomaban algún tipo de suplemento con yodo.
En cada visita les fue requerida una muestra de orina para evaluar la CYU y se les solicitó información dietética correspondiente a las 24 horas posteriores a la obtención de la orina.
Puntuaciones grupales
La mediana de CYU de las muestras recolectadas (n = 418) fue de 226,6 μg/L. En función del nivel de yodo (NY), las muestras de cada subgrupo presentaron las siguientes incidencias:
insuficiencia grave, 1,5%; insuficiencia leve-moderada, 22,7%; suficiencia, 34,9%; más que adecuado, 35,2% y excesiva, 5,7%.
El promedio de edad e IMC fue de 27,5 años y 24,6 kg/m², respectivamente. El 42,8% contaba con peso normal y 47,9% nulíparas, 48 % atravesaban su primer embarazo y solo el 1% manifestó beber alcohol.
Los autores aclaran que la determinación de aspectos clínicos, distintos del puntaje Healthy Eating Index-2015 (HEI-2015), relacionados con cada NY no coincidía con el objetivo principal del estudio, pese a las descripciones de sus características clínicas, como edad de las participantes, edad gestacional, IMC y estado de consumo de alcohol.
El CYU expuso una ligera correlación con los componentes "total de fruta", "fruta entera" y "total de verduras"; por su parte, tanto la edad como el IMC también mostraron una ligera correlación con los tres componentes, resultados que a los autores sugiere que un IMC más alto y una edad más joven se correlacionaban con puntuaciones más bajas.
La edad también tendió a mostrar una correlación positiva con la puntuación total del HEI-2015.
Los notables registros (>80%) de bajas puntuaciones (<50 puntos) fueron observados cuando se consideraron componentes del HEI-2015 como “total de verduras”, “granos integrales” y “lácteos”.
Pese a la ausencia de puntuaciones elevadas en HEI-2015 de todo el grupo estudiado respecto a los componentes específicos “verduras” y “proteínas de mariscos y plantas”, los puntajes entre 90,0 y 100 ocurrieron en más del 50% de los casos.
El grupo con niveles insuficientes de yodo presentó cifras superiores en “frutas totales”, “verduras totales” y “frutas enteras” respecto a los que evidenciaron niveles adecuados de yodo.
En relación a “frutas enteras” y “frutas totales”, el grupo con nivel de yodo insuficiente presentó una mayor frecuencia de índices altos, mientras que el de nivel excesivo presentó peores con mayor frecuencia.
Los investigadores también detectaron una conducta similar en los granos refinados, con menor frecuencia de puntuaciones más bajas en el grupo con nivel insuficiente de yodo.
Reflexiones derivadas
El bajo puntaje mediano del HEI-2015 (45,8 puntos) reflejaría las características específicas de las participantes atendidas en el Sistema Único de Salud (SUS) de Brasil, programa dirigido a los habitantes con vulnerabilidad socioeconómica.
Las autoras destacan la alta frecuencia (>60%) de mujeres con los puntajes más bajos para componentes como "granos integrales", "vegetales totales" y "lácteos", lo que refleja el pobre hábito alimentario de la cohorte estudiada; el trabajo también daría cuenta del impacto sanitario de los alimentos ultraprocesados por ser menos costosos y, en consecuencia, más accesibles para las personas de bajos recursos.
A pesar de la baja asociación, los análisis de calidad de la dieta revelaron que las puntuaciones de fruta total, fruta entera y verduras totales se correlacionaban inversamente con la CYU. Además, las de fruta total, entera y el conjunto de los alimentos proteicos mantenían una correlación inversa con el IMC. Sin embargo, las puntuaciones de HEI total, fruta total, fruta entera y alimentos proteicos totales se correlacionaban directamente con la edad.
Al concordar los resultados con hallazgos anteriores, los autores estiman que las mujeres analizadas probablemente consumían una dieta de peor calidad y una mayor cantidad de sal o alimentos ultraprocesados.
La ingesta elevada de yodo puede asociarse a riesgo acentuado de hipotiroidismo subclínico, relacionado con la enfermedad tiroidea autoinmune.
Los hallazgos del estudio demuestran que una ingesta insuficiente de yodo se asoció con una mejor calidad de la dieta y puntuaciones más altas en el HEI-2015. Además destacan que tanto la insuficiencia como el exceso de yodo pueden afectar negativamente la función tiroidea y los resultados del embarazo.
Las autoras afirman que las puntuaciones más bajas para “frutas enteras”, “frutas totales” y “vegetales totales” denotan una peor calidad de la dieta en mujeres embarazadas con estado excesivo de yodo, relacionándolas también con el alto consumo de alimentos ultraprocesados y, en consecuencia, a una elevada ingesta de sal y sodio.
En particular, el aumento de la ingesta de alimentos con sal ultraprocesados constituiría una fuente alternativa de yodo. Por el contrario, las mejores puntuaciones en “frutas totales”, “frutas enteras”, “granos refinados” y “proteína total” detectadas en mujeres embarazadas con insuficiencia de yodo, estarían relacionadas con la mejor calidad de dieta, habitualmente asociada con el bajo consumo de sal y alimentos ultraprocesados.
Si bien el HEI-2015 no es un mecanismo para la evaluación directa del consumo de alimentos procesados o ultraprocesados, es sabido que la calidad de una dieta guarda relación inversa con el consumo de estos alimentos.
Conclusiones
Las mujeres embarazadas que se alimentan con dietas de mejor calidad -en especial las de alto consumo de proteínas, frutas y verduras, y bajo de cereales refinados- podrían presentar riesgo de insuficiencia de yodo.
Motivada por la falta, la suplementación beneficiaría a ambos grupos, incluso si sus integrantes vivieran en Rio de Janeiro, estado costero en el que la sal de mesa es fortificada con yodo.
La investigación especifica que la mala calidad de la dieta, relacionada con un menor consumo de frutas y verduras y un alto consumo de granos refinados, se asoció con un exceso de CYU durante el embarazo, condición que ocasionaría efectos nocivos si se agrega suplementación de yodo a la prescripción.
El estudio refuerza la importancia de evaluar la calidad de la dieta de las mujeres antes de implementar cualquier política de salud pública relativa a la suplementación durante sus embarazos.
* Archives of Endocrinology and Metabolism
Diet quality and its relationship with iodine status in pregnant women living in a Brazilian region where table salt is iodine-fortified according to public health policies
Annie Schtscherbyna, Débora Ayres Saraiva, Nathalie Silva de Morais, Carolina Martins Corcino, Tatiana Martins Benvenuto, Louro Berbara, Mario Vaisman, Paula Martins Horta, Patrícia de Fátima dos Santos Teixeira
27 de junio, 2025
DOI: 10.20945/2359-4292-2024-0164
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