Por Rocío De la Puente, redactora y traductora especializada en biomedicina. Agencia SNC-SIIC, Ciudad de Buenos Aires, Argentina |
Los hábitos saludables de vida, en combinación con evaluaciones de salud y control de los riesgos cardiovasculares, puede prevenir un posible primer evento cerebrovascular.
La revista Stroke * de la American Heart Association - AHA de EE.UU. publica la guía 2024 para la prevención primaria del ictus, documento que sustituye el anterior del año 2014.
La nueva guía elaborada por la Asociación Estadounidense de Eventos Cerebrovasculares (The American Stroke Association - ASA) contribuye a la actualización de los profesionales de la salud que abordan diversas estrategias de prevención destinadas a pacientes sin antecedentes de ACV.
Consideraciones centrales
Tanto la evaluación como la educación de las personas repecto a las conductas que pueden reducir el riesgo de ACV comienzan, preferentemente, en el médico de atención primaria e incluyen recomendaciones basadas en evidencia.
El daño cerebral del ACV puede ocasionar discapacidades importantes, como dificultad para pensar, hablar, caminar e interactuar con el entorno.
En la actualidad, los 160 000 fallecimientos anuales por ACV posicionó a la enfermedad como quinta causa de muerte de los Estados Unidos, país en el que, además, 600 000 personas sufren un primer ictus, pese a que el 80% pudo prevenirse.
Según los investigadores, la prevención del primer evento cardiovascular es la manera más efectiva de reducir la incidencia de un ACV. Sin embargo, algunas poblaciones con riesgo elevado de ictus, debido a la genética, estilo de vida, factores biológicos y/o a determinantes sociales de salud, entre otras causas, no reciben las pruebas adecuadas para identificar su riesgo.
La Guía 2024 para la prevención primaria del ictus (2024 Guideline for the Primary Prevention of Stroke) remplaza la versión del 2014 con recomendaciones basadas en la evidencia para acompañar las estrategias que respalden la salud cerebral y prevengan el ACV a lo largo de la vida por medio de la mejora de los hábitos saludables y la atención preventiva.
La importancia de la nueva versión radica en la publicitación de los hallazgos acontecidos desde la anterior actualización de 10 años atrás.
Entender que población tiene mayor riesgo de sufrir un primer ACV y brindarles apoyo para preservar la salud cardiológica y cerebral puede ayudar a prevenir el primer ictus.
Las recomendaciones claves para la prevención del ACV incluyen evaluaciones periódicas de salud, identificar los factores de riesgo, intervenciones en el estilo de vida y medicación, en los casos que esté indicada.
Control de los riesgos
Los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares no identificados y sin control pueden causar daños circulatorios, en el cerebro y el corazón antes de que ocurran la ECV y el ACV.
Los profesionales de la salud de atención primaria deben promover la salud cerebral mediante la educación de la prevención de ictus, las evaluaciones y el enfoque de los factores de riesgo desde el nacimiento hasta la adultez.
Los factores de riesgo modificables del ictus como la hipertensión, el sobrepeso yla obesidad, el colesterol y la lucemia elevadas, pueden identificarse con exámenes físicos y análisis de sangre con aborrdajes que contemplen estilos de vida saludables y cambio de hábitos, con inclusión de farmacoterapia para los casos de pacientes que los requieran.
Los medicamentos antihipertensivos para reducir la presión arterial y las estatinas para bajar el colesterol pueden ayudar a reducir el riesgo de sufrir un primer ACV en adultos con mayores riesgos de enfermedades cardiovasculares y en aquellos que reciben atención por ECV.
Una nueva recomendación de la Guía 2024 es la de considerar los medicamentos agonistas receptores de la proteína-1 similar al glucagón (GLP-1), aprobados por la FDA para reducir el riesgo de ECV en personas con sobrepeso y obesidad, y/o diabetes tipo2.
Hábitos saludables
Los hábitos más comunes que ayudan a reducir el riesgo de ACV incluyen el mantenimiento de una nutrición sana, realizar actividad física de forma regular, evitar el tabaquismo, sostener un peso y descanso saludables, y controlar el colesterol, la presión arterial y la glucemia.
La guía recomienda que los adultos sin antecedentes de ECV, así como aquellos con riesgos elevados, sigan un patrón de alimentación mediterráneo ques demostró ser útil en la reducción del riesgo de ACV, en especial cuando se suplementan con frutos secos y aceite de oliva.
La actividad física es destacada como esencial para mitigar los riesgos de ictus y fomentar la salud cardíaca genera por mejoran de manera notable la presión arterial, el colesterol, los marcadores inflamatorios, la resistencia a la insulina, la función endotelial y el peso.
La guía 2024 insta a los profesionales de la salud a la evaluación rutinaria de los pacientes con el de detectar hábitos sedentarios como factor de riesgo confirmado con el fin de encaminarlos en la actividad física regular y comprometida
En este sentido, aconseja que los adultos realicen al menos 150 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos por semana de actividad aeróbica intensa o una combinación de ambas, preferentemente en sesiones repartidas.
Equidad y riesgo de ACV
Como novedad, la nueva guía subraya los determinantes sociales de la salud como así también su impacto en el riesgo de ictus.
Los factores no médicos, como la educación, la estabilidad económica, el acceso a la atención primaria, la discriminación, el racismo estructural y otros factores asociados (falta de calles transitables, escasa disponibilidad de alimentos sanos y menos recursos de salud) que contribuyen a las desigualdades en la atención médica e influyen en la salud general.
Los profesionales de la salud deben garantizar que el paciente disponga de la educación cualquiera sea su nivel educativo y lenguas, comprometiéndose además en la defensa del derecho al acceso a tratamientos efectivos y asequibles. Además, se los alienta a conectar con recursos que ayuden a abordar las necesidades sociales asociadas a la salud como la inseguridad alimentaria y de vivienda, derivarlos a programas que apoyen los cambios saludables en el estilo de vida y dirigirlos a programas de apoyo que puedan sufragar costos de salud, como los derivados de la medicación.
Recomendaciones por sexo y género
La actualización incluye algunas recomendaciones específicas por sexo y género para las mujeres.
Los profesionales de la salud deben evaluarlas en función de las afecciones que pueden incrementar el riesgo de ACV; la guía cita como ejemplos el uso de anticonceptivos orales, la hipertensión durante el embarazo, el parto prematuro, la endometriosis, el fallo ovárico prematuro y la menopausia precoz.
El tratamiento de la hipertensión durante el embarazo y dentro de las 6 semanas del parto es recomendado para reducir el riesgo de hemorragia intracerebral materna.
Las mujeres trans y las personas con diversidad de género que toman estrógenos para la afirmación del género también pueden presentar mayor riesgo de ictus. La evaluación y la modificación de cualquier factor de riesgo es necesaria para reducir el riesgo de ACV de esta población.
La mayoría de las estrategias recomendadas para la prevención del ictus también ayudan a reducir el riesgo de demencia, otra afección seria asociada a problemas vasculares del cerebro.
Existen limitaciones para algunas de las evidencias que informaron la guía, entre ellas, muchos de los ensayos clínicos incluyeron adultos que ya habían sufrido un evento cardiovascular que podría haber incluido un ACV.
La guía destaca la necesidad de evaluación del riesgo en la prevención primaria de ictus e incluye el uso de herramientas de predicción para estimar el riesgo de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica de manera que los pacientes reciban prevención temprana y estrategias de tratamiento.
La AHA desarrolló recientemente un nuevo aparato de Prevención del riesgo de eventos de enfermedades cardiovasculares (PREVENT) que puede ayudar a respaldar las decisiones de tratamiento.
El calculador PREVENT puede estimar a 10 y 30 años el riesgo de ACV y cardiopatías en individuos mayores de 30 años, superando en una década al Pooled Cohort Equiations, otro calculador del riesgo de ECV.
Según la American Stroke Association, reconocer los signos de advertencia de un ictus y las medidas preventivas para encararlos, constituyen la mejor forma de evitarlos e impedir sus repeticiones.
* Stroke
2024 Guideline for the Primary Prevention of Stroke: A Guideline From the American Heart Association/American Stroke Association
Cheryl Bushnell, Walter N Kernan, Anjail Z Sharrief, Seemant Chaturvedi 1, John W Cole, William K Cornwell 3rd, Christine Cosby-Gaither, Sarah Doyle, Larry B Goldstein, Olive Lennon, Deborah A Levine, Mary Love, Eliza Miller 2, Mai Nguyen-Huynh, Jennifer Rasmussen-Winkler 3, Kathryn M Rexrode, Nicole Rosendale, Satyam Sarma, Daichi Shimbo, Alexis N Simpkins 4, Erica S Spatz, Lisa R Sun, Vin Tangpricha, Dawn Turnage, Gabriela Velazquez 5
21 de oct 2024
https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/STR.0000000000000475
Representaciones institucionales de las autoras/es:
1- American Academy of Neurology representative.
2- American College of Obstetricians and Gynecologists liaison.
3- American Heart Association Stroke Council Stroke Performance Measures Oversight Committee liaison.
4- American Heart Association Stroke Council Scientific Statement Oversight Committee on Clinical Practice Guideline liaison.
5- Society for Vascular Surgery representative.
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