El 34% de las mujeres postmenopáusicas que contrajeron COVID-19 experimentaron síntomas persistentes durante al menos ocho semanas.
El artículo Risk factors for long COVID syndrome […] publicado en la revista Annals of Epidemiology * identifica los factores de riesgo de la COVID prolongada (CP) en mujeres postmenopáusicas con información crucial para futuras estrategias preventivas y terapéuticos.
Los investigadores plantean la necesidad de datos sanitarios, psicosociales y demográficos a largo plazo para comprender plenamente los factores de riesgo de CP en los ancianos para diseñar medidas preventivas eficaces.
Precisiones de la Covid prolongada
La CP (o las secuelas posagudas de COVID-19) se presenta en el 10-20 % de las personas después de una infección confirmada o probable por SARS-COV-2, con nuevos síntomas que suelen comenzar dentro de los tres meses posteriores al diagnóstico inicial y que pueden perdurar durante 8 semanas o más.
La gravedad de los síntomas varía con la posibilidad de presentarse en diversas instancias, con presentaciones clínicas que interfieren las actividades de diarias.
Las secuelas prolongadas de COVID potencialmente graves incluyen lesión cardiopulmonar, alteraciones vasculares protrombóticas, cambios metabólicos y endocrinos y síntomas neuropsiquiátricos.
Las investigaciones para comprender la etiología de la CP son fundamentales para prevenir la enfermedad, desarrollar planes de tratamiento para pacientes en riesgo destinados a mejorar la vigilancia epidemiológica en el ámbito de la salud pública.
Los estudios existentes han examinado los factores de riesgo de la CP, pero la heterogeneidad de los síntomas, los variados grupos de encuadre y las diferencias en las características subyacentes de los pacientes sgnificaron obstáculos para la definición del conjunto de factores.
Para ejemplificar inconvenientes, los autores describen un estudio que asociaba el mayor riesgo de CP con la edad avanzada, la condición de mujer, la mala salud mental y general previa a la pandemia, el sobrepeso/obesidad y el asma.
Otros trabajos ponían el foco en las características inmunitarias distintivas que podrían predecir la CP; estudios italianos advirtieron además que la gravedad del diagnóstico inicial (es decir, la hospitalización con estancia en la UCI) era un predictor independiente de la CP.
Debido a la gran cantidad de casos notificados en todo el mundo, la OMS llevó a cabo un proceso de consenso Delphi para acordar una definición estandarizada de CP para su uso en la atención clínica y la investigación.
La Iniciativa de Investigación de la COVID para Mejorar la Recuperación (RECOVER, por sus siglas en inglés) de CP propuso una nueva definición para reflejar la gravedad de la enfermedad.
Sin embargo, y a pesar de los informes referidos a CP, los factores de riesgo consistentes continuaron sin aclararse.
En consecuencia, la identificación ha sido difícil de lograr en parte por la naturaleza compleja del síndrome, así como también por la necesidad de contar con datos bien registrados en el historial médico y los hábitos de vida antes y después de la infección.
Muchos estudios publicados han sido transversales sin el beneficio de los datos longitudinales necesarios.Las personas mayores fueron particularmente afectadas por la CP; por lo tanto, las investigaciones que utilizan cohortes longitudinales definidas con datos amplios de adultos mayores pueden ofrecer nuevos conocimientos.
La Iniciativa de Salud de la Mujer (Women’s Health Initiative - WHI) es el estudio más grande jamás realizado sobre la salud de las mujeres posmenopáusicas en los EE. UU., con una recopilación de datos que abarcó 30 años.
Más de 50.000 mujeres de las 161.808 inscriptas en la década de 1990, siguen vivas y responden tanto a cuestionarios de seguimiento anuales como a consultas diversas referidas a sus estados de salud. Las encuestadas abarcan edades de 50 a 79 años.
Debido a la naturaleza compleja de la CP, el acceso a los datos precisos de la WHI, permitió a los autores aprovechar los enfoques de aprendizaje automático para identificar el conjunto de factores de riesgo predominantes asociados con la CP para evaluar su importancia relativa para el riesgo en mujeres mayores.
Metodología y participantes
El estudio se basó en encuestas realizadas en el marco de la WHI a 37 280 mujeres con edades de 50 a 79 años, atendidas en 40 centros clínicos de Estados Unidos.
Los investigadores utilizaron los datos demográficos y de salud de la WHI recopilados en el momento de la inscripción en el estudio (1993-98) hasta la actualidad.
El aprendizaje automático posterior les permitió identificar los 20 principales factores de riesgo de CP cuyas pruebas fueron llevadas a cabo en modelos de regresión logística.
El segundo estudio, publicado en PLOS One, realizado en la Universidad de Milán, Italia, llevó a cabo entrevistas semiestructuradas durante dos años con 165 pacientes COVID-19 monitoreados de febrero a mayo de 2020 por un centro de operaciones de telemedicina.
Las características registradas de las y los pacientes indicaban: edad promedio de 53 años, 53% de mujeres, 28% hipertensos/as, 9,1% con enfermedades cardiovasculares y 7,9% afectados/as por diabetes.
Resultados y síntomas prevalentes
En referencia al estudio en base a WHI, de las 37 280 mujeres encuestadas el 3,3% reportó haber dado positivo por COVID-19, con una edad promedio de 84 años.
Entre ellas, el 34% informó la persistencia de síntomas neurológicos, cardiopulmonares, musculoesqueléticos, así como fatiga y malestar general.
Los síntomas comunes que duraron más de ocho semanas incluyeron fatiga (51,8%), malestar general (34,6%), problemas de memoria (34,4%) y confusión mental (31,8%). Además, más del 20% de las pacientes con CP experimentó problemas de memoria y fatiga durante más de seis meses.
Por otro lado, de los 165 pacientes del segundo estudio, el 84% informó de síntomas persistentes 1 año después de la infección, mientras que el 61% aún los padecía al cabo de 2 años.
Aproximadamente la mitad (49%) de los participantes que presentaban síntomas de CP a los 2 años los habían notificado al año, recibieron la vacuna COVID-19 sin reinfección padecida en el intervalo.
Tener CP al año de la infección y reinfectarse fueron factores de riesgo significativos para la persistencia de los síntomas a los 2 años. La vacunación no fue considerada por los investigadores un factor protector por atribuirla al reducido número de participantes no vacunados.
Factores de riesgo identificados
El estudio identificó varios factores de riesgo para el CP, tales como la pérdida de peso de 4,5 kg o más en los dos años previos, problemas de sueño, movilidad limitada, procedimientos previos en las válvulas cardíacas y artritis reumatoide. Además, observó que las funciones físicas limitadas, como la incapacidad para doblarse, arrodillarse, agacharse o realizar compras, así como el uso de sillas de ruedas, andadores o muletas en superficies planas, aumentaron las probabilidades de experimentar CP. Por otro lado, encontró que la mayor edad con el uso de suplementos de calcio evidenciaban menores probabilidades de desarrollar CP.
Los investigadores concluyen que para los adultos mayores las nuevas variantes del virus siguen siendo altamente vulnerables a los efectos persistentes de la COVID-19, razón por la cual destacan la necesidad de continuar con investigaciones multidisciplinarias para comprender y prevenir la CP.
El último párrafo del artículo, prioriza mantener la calidad de vida de las adultas/os mayores, como asimismo reducir, en general, la morbilidad y la mortalidad de las personas afectadas.
* Annals of Epidemiology
Risk factors for long COVID syndrome in postmenopausal women with previously reported diagnosis of COVID-19
Marian L. Neuhouser a, Hamza Islam Butt b 1, Chengcheng Hu b, Aladdin H. Shadyab c, Lorena García d, Shawna Follis e, Charles Mouton f, Holly R. Harris g, Jean Wactawski-Wende h, Emily W. Gower i, Mara Vitolins j, Diane Von Ah k, Rami Nassir l, Shama Karanth m, Ted Ng n, Electra Paskett o, JoAnn E. Manson p, Zhao Chen b
14 de agosto, 2024
https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S104727972400214X?via%3Dihub&__cf_chl_rt_tk=fnLljcmDXefRS9AamtF.EhnAa5qFNfZDCNHUjL.Lp9E-1723809137-0.0.1.1-8682
Filiación de las autoras/es:
a- Programa de prevención del cáncer, División de Ciencias de la Salud Pública, Centro Oncológico Fred Hutchinson, Seattle, WA, Estados Unidos
b- Departamento de Epidemiología y Bioestadística, Facultad de Salud Pública Mel y Enid Zuckerman, Universidad de Arizona, Tucson, AZ, Estados Unidos
c- Herbert Wertheim Facultad de Salud Pública y Ciencias de la Longevidad Humanas, División de Geriatría, Gerontología y Cuidados Paliativos, Departamento de Medicina, Universidad de California, La Jolla, San Diego, CA, Estados Unidos
d- Departamento de Ciencias de la Salud Pública, División de Epidemiología, Facultad de Medicina de la Universidad de California en Davis, Davis, CA, Estados Unidos
e- Centro de Investigación en Prevención de Stanford, Universidad de Stanford, California, Estados Unidos
f- Facultad de Medicina John Sealy, Facultad de Medicina de la Universidad de Texas, Galveston, TX, Estados Unidos
g- Programa de Epidemiología, División de Ciencias de la Salud Pública, Fred Hutchinson Cancer Center, Seattle, WA, Estados Unidos
h- Departamento de Epidemiología y Salud Ambiental, Universidad de Buffalo, NY, Estados Unidos
i- Escuela Gillings de Salud Pública Global, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, Carolina del Norte, Estados Unidos
j- Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest, Departamento de Epidemiología y Prevención, Winston-Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos
k- Facultad de Enfermería, Universidad Estatal de Ohio (OSU) y Programa de Control del Cáncer, Centro Oncológico Integral de OSU, Columbus, Ohio, Estados Unidos
l- Departamento de Patología, Facultad de Medicina, Universidad Umm Al-Quraa, Arabia Saudita
m- Departamento de Cirugía, Universidad de Florida, Gainesville, FL, Estados Unidos
n- Instituto Rush para el Envejecimiento Saludable, Departamento de Medicina Interna, Centro Médico de la Universidad Rush, Chicago, Illinois, Estados Unidos
o- División de Prevención y Control del Cáncer, Departamento de Medicina Interna, Facultad de Medicina, Universidad Estatal de Ohio, Columbus, Ohio, Estados Unidos
p- Departamento de Medicina, Brigham and Women's Hospital, Facultad de Medicina de Harvard, Boston, MA, Estados Unidos
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