Los alimentos procesados (AU) acarrean riesgos cuyas manifestaciones pueden expresarse en mortalidad prematura y afecciones como trastornos mentales y enfermedades cardiovasculares y pulmonares severas, entre otras.
Las consecuencias nocivas requieren la implementación de políticas públicas que promuevan la reducción estos seudoalimentos y la promoción de alternativas alimentarias saludables.
El artículo que publica la revista British Medical Journal (BMJ) * pretende ordenar la documentación existente para contribuir al debate sobre el papel de los AU en las enfermedades crónicas. Con tal fin, evalúa la evidencia proporcionada por un conjunto de metanálisis epidemiológicos observacionales que analizan las asociaciones entre la exposición y consumo de AU y sus consecuencias adversas para la salud.
Los AU como productos de panadería y bocadillos envasados, gaseosas, cereales azucarados y otros, listos para consumir o calentar -por lo general con bajo contenido en vitaminas y fibra, pero elevado en azúcares, grasas y/o sal- atraviesan múltiples procesos industriales que les suman colorantes, emulsionantes, aromatizantes y otros aditivos, entre una variedad de sustancias.
Incremento de la seudoalimentación
Este tipo de alimentos pueden rondar la mitad de la ingesta energética diaria total de algunos países pudientes y en las últimas décadas con aumeno vertiginoso en naciones de ingresos bajos y medianos.
La proporción de energía dietética derivada de AU incide con el 42% y el 58% en Australia y Estados Unidos, respectivamente, y solo el 10% y 25% en Italia y Corea del Sur.
En América Latina, la ingesta total de energía de Colombia y México oscilan entre el 16% y el 30%, respectivamente.
El sustancial aumento de las últimas décadas en disponibilidad y variedad de productos ultraprocesados se verifica en países con diversos niveles de desarrollo económico y especialmente en naciones densamente pobladas de ingresos bajos y medios.
Estudios y metaanálisis anteriores relacionaron los AU con problemas de salud pero, según los autores, ninguna revisión exhaustiva proporcionó una evaluación amplia de las pruebas acumuladas.
La gama de adversidades revisadas en los 45 análisis distintos que analizó la investigación incluyó mortalidad, cáncer, salud mental, respiratoria, cardiovascular, gastrointestinal y metabólica. Los metanálisis revisados se publicaron en los últimos tres años y carecieron de financiaciones brindadas por empresas involucradas en la producción de AU.
Los artículos originales analizados fueron cuatro en promedio, mientras la suma de participantes alcanzó la cifra de 9.888.373 personas.
Las estimaciones de la exposición a los AU que indica el artículo surgieron de la combinación de cuestionarios sobre frecuencia de consumo de alimentos, recordatorios dietéticos de 24 horas e historial dietético, y se midieron como un consumo mayor frente a un consumo menor, porciones adicionales al día o un incremento del 10%.
Los resultados revelan una evidencia constante que indica que un incremento en la exposición a AU está correlacionado con un mayor riesgo de 32 adversidades en la salud, incluyendo cáncer, enfermedades cardíacas y pulmonares severas, trastornos mentales y mortalidad prematura.
La contundencia de las pruebas demostraron la vinculación entre la mayor ingesta de AU con el aumento de alrededor del 50% del riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardiovasculares, 48 a 53% del incremento de la ansiedad y trastornos mentales habituales y 12% de diabetes tipo 2.
Los exámenes también indicaron que la mayor ingesta de AU se asoció a un 21% más de riesgo de muerte por cualquier causa, 40 a 66% de la ocasionada por enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2 y problemas de sueño y 22% más de riesgo de depresión.
El artículo aclara la limitación de las pruebas que relacionaron la exposición a los AU con el asma, la salud gastrointestinal, algunos tipos de cáncer y los factores de riesgo cardiometabólicos, como los niveles elevados de grasa en sangre y los bajos de colesterol HDL.
Alcances y limitaciones
Las revisiones abarcativas de múltiples entidades nosológicas solo proporcionan una valiosa visión general pero, como en este caso, los autores no descartan la posibilidad que otros factores no computados y las variaciones en la evaluación de la ingesta de AU hayan afectado sus logros.
Sin embargo, el uso de métodos sistemáticos rigurosos y preespecificados para medir la credibilidad y la calidad de los análisis sugiere que los resultados resisten el escrutinio.
Para los investigadores, los hallazgos estimulan la investigación mecanicista urgente y las acciones de salud pública que dirijan y minimicen el consumo de AU con el fin mejorar la salud de la población; remarcan además, la necesidad de adoptar medidas urgentes que reduzcan la exposición dietética a estos productos y perfeccionen la comprensión de los mecanismos que los vinculan con los perjuicios a la salud.
Las políticas públicas y sus acciones sobre los AU son indispensables en vista que la reformulación de los productos no elimina sus daños y la rentabilidad que perciben los fabricantes los desalienta para elaborar alternativas sanas.
Estas medidas abarcan la implementación de etiquetas en la parte frontal del envase, la limitación de la publicidad, la prohibición de la venta en instituciones educativas y de salud y, asimismo, políticas fiscales que garanticen la accesibilidad y disponibilidad equiparable de alimentos económicos no procesados o mínimamente procesados en comparación con los ultraprocesados.
Por último, los autores proponen nuevas investigaciones multidisciplinarias para identificar formas más eficaces de control y reducción de AU para cuantificar y hacer un seguimiento tanto del costo-beneficio como de otros efectos derivados de las decisiones sanitarias adoptadas para el bienestar de las personas, la sociedad, la cultura, el empleo y el medio ambiente.
* British Medical Journal
Ultra-processed food exposure and adverse health outcomes: umbrella review of epidemiological meta-analyses
Melissa M Lane, Elizabeth Gamage, Shutong Du, Deborah N Ashtree, Amelia J McGuinness, Sarah Gauci, Phillip Baker, Mark Lawrence, Casey M Rebholz, Bernard Srour, Mathilde Touvier, Felice N Jacka, Adrienne O’Neil, Toby Segasby, Wolfgang Marx
28 de febrero, 2024
https://doi.org/10.1136/bmj-2023-077310
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