ReSIIC editado en: Medicina Deportiva Reumatología Farmacología Ortopedia y Traumatología |
Introducción
La espondilitis anquilosante (EA) es una enfermedad de la edad adulta temprana y, sin el tratamiento adecuado, reduce de forma drástica la capacidad de hacer actividad física. Las articulaciones más afectadas son las rodillas, las sacroilíacas, los tobillos y la columna vertebral. Se informan afecciones extraarticulares que involucran los ojos y los intestinos. Aunque se desconoce la causa exacta de la enfermedad, se ha confirmado la asociación entre la EA y el antígeno leucocitario humano B27 (HLA-B27). El diagnóstico se basa en el cuadro clínico y el HLA-B27 positivo, con aumento de los marcadores sistémicos de inflamación. En las primeras etapas, la resonancia magnética permite identificar la inflamación en las articulaciones grandes. El índice de actividad de la EA de Bath (BASDAI, por su sigla en inglés) permite una evaluación rápida y segura de la terapia. Las opciones de tratamiento incluyen antiinflamatorios no esteroides, analgésicos, fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, inhibidores del factor de necrosis tumoral y anti-interleuquina-17, que pueden proporcionar una remisión prolongada. Además, se pueden administrar esteroides locales para el alivio sintomático. En la gran mayoría de los casos, se considera casi imposible practicar un deporte profesional con el diagnóstico de EA. Cabe destacar que solo una publicación describe el caso de EA en un atleta que fue tratado con éxito con un ciclo mensual de indometacina. Sin embargo, tras el cese de los síntomas clínicos, el atleta dejó de practicar deportes.
El objetivo de este estudio fue presentar un caso de EA que regresó con éxito a la práctica deportiva profesional después de 16 meses de tratamiento y rehabilitación médica.
Presentación del caso
Un jugador de fútbol profesional ruso de Europa del Este de 19 años (altura = 170 cm; peso = 65 kg) con EA y sin antecedentes familiares de enfermedades inflamatorias articulares, se quejó de dolor en la articulación del tobillo derecho que no estaba relacionado con ningún traumatismo o lesión y que se intensificó de forma gradual. Las pruebas médicas periódicas del jugador durante los años anteriores no presentaban datos relevantes. Ocasionalmente se quejaba de molestias en las articulaciones del tobillo, el área sacroilíaca y la sínfisis, pero no limitaban su actividad de entrenamiento regular. Recibió el tratamiento estándar de las lesiones deportivas que incluía: 14 días de actividad física limitada, ibuprofeno 200 mg dos veces al día, crioterapia y vendaje articular. El examen reveló articulaciones móviles, de forma regular, sin inflamación. Los ganglios linfáticos regionales eran de tamaño normal y la temperatura corporal era normal. La velocidad de sedimentación globular fue de 60 mm/1ª hora y la proteína C-reactiva de 50 mg/dl. Se le diagnosticó EA en función del cuadro clínico, la localización de la lesión, los análisis de sangre y el HLA-B27 positivo, así como los hallazgos de la resonancia magnética. La sacroileítis izquierda estaba presente en la resonancia magnética. El BASDAI fue de 5.9. El programa de rehabilitación se implementó durante 16 meses, durante los cuales regresó al entrenamiento grupal general en agosto de 2019 y se le dio seguimiento hasta mayo de 2022. Inicialmente, durante los primeros 6 meses de tratamiento, el cuadro clínico fue estable; sin embargo, durante el décimo mes se produjo una regresión de los síntomas. Esto provocó un cambio en los métodos terapéuticos. Se inició el tratamiento con secukinumab por su eficacia y seguridad conocidas. Desde marzo de 2019, el secukinumab fue reemplazado por golimumab 50 mg/mes por su disponibilidad y en vista de las pruebas que respaldan su valor en la EA. Durante los cuatro meses siguientes, la terapia no cambió y la actividad física progresó mientras la afección se mantenía estable. No se observaron lesiones extraarticulares durante la duración del tratamiento. El paciente regresó a las actividades regulares de entrenamiento a principios de agosto de 2019, y actuó en el primer partido profesional el 19 de agosto de 2019. Desde junio de 2020 solo se recibió golimumab 50 mg/mes, bajo la supervisión del personal médico del hospital y después de los análisis de sangre preliminares. Durante todo el período de tratamiento el paciente no experimentó ningún efecto secundario y asistió a todas las sesiones de entrenamiento. El último BASDAI fue de 1.5.
Conclusiones
Este es uno de los pocos casos exitosos informados en la bibliografía de deportistas que retoman el deporte después de haber presentado enfermedades reumáticas. Los pacientes con EA con niveles inicialmente altos de actividad física pueden recuperar la práctica deportiva profesional cuando se proporciona un plan de tratamiento adecuado. Se justifica mayor seguimiento y se recomienda la creación de una base de datos para los atletas con enfermedades reumáticas, con el fin de estandarizar los protocolos de tratamiento. Este estudio de caso confirma la eficacia previamente descrita del golimumab en el tratamiento de la EA. Se demostró que la monoterapia con dosis medias de este fármaco permite no solo el retorno a las actividades cotidianas habituales, sino también continuar participando en juegos competitivos.
Copyright siicsalud © 1997-2024 ISSN siicsalud: 1667-9008