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Introducción
El acné vulgar es un trastorno inflamatorio crónico de la unidad pilosebácea caracterizado por la aparición de pápulas, pústulas, nódulos y quistes en la cara, pecho y espalda que afecta a aproximadamente el 85% de los adolescentes; la enfermedad puede asociarse con consecuencias muy desfavorables debido a la importancia de la imagen corporal, ya que se manifiesta en partes visibles del cuerpo. Independientemente de su gravedad, se ha demostrado que los adolescentes con acné presentan más problemas de salud mental, entre ellos ansiedad leve, vergüenza, baja autoestima, escasa satisfacción con la imagen corporal, depresión e ideación suicida, respecto de los adolescentes sin acné.
La correcta transición de la infancia a la edad adulta implica una combinación de desarrollo biológico, psicológico y social. El desarrollo social y emocional de los individuos jóvenes está influido significativamente en muchos aspectos por sus padres. Por otro lado, aunque las enfermedades cutáneas tienen una repercusión negativa, sobre todo en el desempeño psicosocial y la calidad de vida de los adolescentes, se cree que también pueden tener un impacto negativo sobre la familia. Las dificultades psicosociales que se experimentan en la familia pueden causar conflictos y provocar actitudes inapropiadas en los padres. El objetivo del presente estudio fue conocer la calidad de vida de adolescentes con acné y sus familias.
Material y métodos
Se llevó a cabo un estudio transversal de casos y controles en el Ankara Oncology Research and Training Hospitaltras recibir la aprobación del comité de ética de investigación local. Se evaluaron adolescentes de entre 12 y 18 años con acné vulgar, asistidos en clínicas ambulatorias de dermatología, entre julio y septiembre de 2020.
Se reclutaron controles sanos de manera aleatoria entre los adolescentes derivados a servicios ambulatorios para visitas preventivas rutinarias; los controles no tenían lesiones de acné ni referían antecedente de tratamiento para el acné. Los análisis se realizaron con 100 adolescentes con acné vulgar y un progenitor por cada adolescente. Se tuvieron en cuenta los datos sociodemográficos, las manifestaciones clínicas del acné, la duración del acné (menos de un año o más), el antecedente de tratamiento del acné, la satisfacción y el sexo del familiar participante. Se documentaron las características clínicas del acné en cara y el tronco (pecho y espalda); se prestó particular atención a la presencia de cicatrices.
La escala de evaluación global del acné (Global Evaluation Acne[GEA]) es una herramienta validada mediante la inspección de fotografías y la evaluación de pacientes con acné que permite a los médicos clasificar a los pacientes en distintas categorías de gravedad. El CDLQI es un instrumento creado para el uso en niños y adolescentes de 4 a 16 años que se ha aplicado en varios estudios y ha sido validado en la población turca. Fue diseñado para medir las consecuencias de una afección cutánea sobre la calidad de vida, en la última semana. También se utilizó el índice dermatológico de calidad de vida familiar Family Dermatology Life Quality Index(FDLQI), de 10 secciones. La distribución de los datos se analizó mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Los datos categóricos se compararon mediante la prueba de chi al cuadrado y los datos continuos con distribución no paramétrica mediante la U de Mann-Whitney. La significación estadística se definió como un valor de p inferior a 0.05.
En total, 100 adolescentes con acné vulgar, 100 controles sanos comprables en sexo y edad y sus padres participaron en el estudio. En el grupo con acné, el cociente varón/mujer fue de 63:37 y la edad promedio, de 15.36 años. En el grupo de control, el 57% eran mujeres, y la edad promedio, de 15.41 años.
Todos los pacientes tenían acné facial y el 36% (n = 36) presentaban acné en cara y tronco (pecho y espalda). La presentación más frecuente fue la de acné de grado 2 (44%), seguida de los grados 1 y 3 (36% y 20%, respectivamente). Ningún paciente tenía acné de grado 4. El 30% de los pacientes (n = 30) tenían cicatrices por acné. La mayoría (61%) habían tenido acné durante más de un año. El 52% (n = 52) había recibido tratamiento para el acné, de los que el 48% de ellos (n = 25) habían respondido bien; no obstante, el 52% de los pacientes tratados (n = 27) estaban insatisfechos con los resultados.
La puntuación media en el CDLQI de los pacientes con acné fue de 7.89, en tanto que el puntaje promedio del FDLQI de sus padres fue de 6.01. La puntuación media en el CDLQI de los controles sanos y de sus padres fue de 3.92 y de 2.12, respectivamente. Se observaron diferencias significativas entre el grupo de casos y el de controles tanto en el CDLQI como en el FDLQI (p < 0.001 en ambas comparaciones). Las puntuaciones de los controles sanos fueron menores que las puntuaciones de los pacientes con acné. También se registró una diferencia estadísticamente significativa en el sexo del progenitor participante entre los casos y los controles (p < 0.001). Se encontraron diferencias significativas en la puntuación en el CDLQI según la duración del acné y la respuesta al tratamiento. La subescala más afectada del CDLQI fue la de las relaciones personales, seguida de los síntomas físicos y sentimientos, el tratamiento, los estudios, el sueño, y el ocio.
En los pacientes con acné y sus familiares la calidad de vida es inferior en comparación con la de controles sanos. El acné se asocia con una reducción de la calidad de vida y este aspecto merece ser tenido en cuenta para el abordaje de la enfermedad.
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