Resúmenes amplios

PAPEL DE LA VITAMINA D EN LA SALUD DE LAS MUJERES POSMENOPÁUSICAS

La vitamina D es una hormona que regula numerosos procesos biológicos. La deficiencia de vitamina D puede estar asociada con mayor riesgo de síntomas menopáusicos como trastornos del sueño, depresión, disfunción sexual y dolores en las articulaciones, pero las pruebas no son concluyentes y la suplementación con vitamina D no tiene ningún efecto sobre estos, excepto para la atrofia vulvovaginal.

Maturitas 1692-9

Autores:
Anagnostis P, Livadas S, Lambrinoudaki I

Institución/es participante/s en la investigación:
Aristotle University of Thessaloniki

Título original:
EMAS Position Statement: Vitamin D and Menopausal Health

Título en castellano:
Declaración de Posición de la EMAS: Vitamina D y Salud Menopáusica

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.54 páginas impresas en papel A4

Introducción

La vitamina D regula la homeostasis del calcio y es fundamental para mantener la salud esquelética. Esta se puede obtener mediante la dieta, la exposición a la luz solar y la suplementación. La síntesis cutánea y la absorción gastrointestinal de la vitamina D varían de forma considerable entre individuos. El calcitriol o 1,25-dihidroxivitamina D (1,25[OH] 2D) es la forma activa que se obtiene a partir de la metabolización del calcidiol o 25-hidroxivitamina D (25[OH]D). El calcitriol participa de numerosas funciones biológicas calciotrópicas y no calciotrópicas, principalmente a través del receptor de vitamina D.  

El objetivo de la declaración de posición de la European Menopause and Andropause Society fue proporcionar una visión general del papel de la vitamina D sobre aspectos esqueléticos y no esqueléticos de salud de las mujeres posmenopáusicas, además de la función de la suplementación.

 

Métodos

Se realizó una búsqueda bibliográfica en la base de datos PubMed para identificar estudios relevantes. Además, se identificaron referencias adicionales en revistas de endocrinología reproductiva.

 

Pruebas de estudios epidemiológicos e intervencionistas

La vitamina D tiene un papel clave en el metabolismo óseo y esto está bien establecido. Los factores de riesgo para la hipovitaminosis D después de la menopausia son síntesis baja de vitamina D inducida por rayos ultravioletas en la piel, menor exposición a la luz solar, piel oscura, envejecimiento de la piel, ingesta dietética deficiente, capacidad reducida para sintetizar calcitriol en los riñones, obesidad, malabsorción, y medicamentos como anticonvulsivos y antirretrovirales.

La prevalencia mundial de deficiencia de vitamina D (menos de 30 ng/ml de calcidiol) en mujeres posmenopáusicas es elevada y puede alcanzar el 80% e, incluso, el 90% en algunas parte del mundo. Además, el riesgo de deficiencia de vitamina D aumenta con la edad.

En lo referido a la salud esquelética, metanálisis indican que la deficiencia de vitamina D se asocia con mayor riesgo de fractura y disminución de la densidad mineral ósea en mujeres posmenopáusicas. Los resultados de los ensayos controlados aleatorizados sugieren que la suplementación con vitamina D puede reducir el riesgo de fractura solo cuando se combina con calcio, principalmente en personas de edad avanzada. Además, es importante considerar que la suplementación con dosis altas de vitamina D tienden a aumentar el riesgo de fractura, principalmente en individuos sin deficiencia de vitamina D. Se ha reportado que la suplementación con vitamina D no proporciona ningún beneficio sobre el riesgo de fractura en mujeres posmenopáusicas sin deficiencia de vitamina D, osteoporosis o fractura previa. La suplementación con vitamina D, primero en dosis diarias o semanales altas de 2000 a 4000 unidades internacionales para alcanzar los niveles adecuados y posteriormente con dosis de mantenimiento de 800 a 2000 unidades internacionales/día, combinada con 1000 a 1200 mg de calcio debe considerarse en mujeres posmenopáusicas de cualquier edad con bajas concentraciones séricas de 25(OH)D (< 20 ng/ml) con osteoporosis o riesgo elevado de fractura para mantener la salud esquelética. Se recomienda un enfoque personalizado que tenga en cuenta el índice de masa corporal y la adhesión terapéutica, así como la evaluación de los niveles de 25(OH) cada 3 a 6 meses. La suplementación con calcio en dosis diarias de hasta 1000 mg por día es segura y no aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular o nefrolitiasis.

En cuanto a la enfermedad cardiovascular, estudios concluyen que la deficiencia de vitamina D aumenta el riesgo de factores predisponentes a enfermedad cardiovascular como hipertensión, dislipidemia, hiperglucemia y síndrome metabólico. Además, se asocia con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares como enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y mortalidad por enfermedad cardiovascular, independientemente de los factores de riesgo tradicionales y en particular en el caso de deficiencia grave de vitamina D. Metanálisis indican que la suplementación con vitamina D tiene un efecto modestamente beneficioso sobre el metabolismo de la glucosa, los triglicéridos y las concentraciones de colesterol asociado con lipoproteínas de alta densidad en mujeres posmenopáusicas, especialmente en individuos obesos o > 60 años y en dosis altas. Sin embargo, no tiene ningún efecto sobre la incidencia de eventos cardiovasculares.

Estudios confirman que la deficiencia de vitamina D se asocia con una mayor incidencia de cáncer y mortalidad por cáncer, incluido el cáncer colorrectal, de pulmón y de mama. Sin embargo, no se asocia con un mayor riesgo de cáncer de ovario y los datos sobre otros tipos de cáncer ginecológico no son concluyentes. La administración de suplementos de vitamina D no tiene ningún efecto sobre la incidencia de cáncer, aunque se ha observado una reducción modesta de la mortalidad relacionada con el cáncer.

En cuanto a las infecciones, la deficiencia de vitamina D afecta de forma negativa al sistema inmunológico y predispone a infecciones, incluidas las infecciones agudas del tracto respiratorio, como la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés) y trastornos autoinmunes. La deficiencia de vitamina D se asocia con mayor riesgo de hospitalización y muerte por COVID-19, pero no con la tasa de infección por COVID-19. La suplementación con vitamina D disminuye de forma modesta el riesgo de infecciones respiratorias agudas particularmente el riesgo de ingreso a la unidad de cuidados intensivos. Sin embargo, los resultados son incongruentes y los estudios tienen una heterogeneidad sustancial en cuanto al diseño, metodología y dosis de vitamina D.

Pocos estudios han analizado de forma individualizada la asociación entre la deficiencia de vitamina D y los síntomas menopáusicos. La deficiencia de vitamina D puede estar asociada con un mayor riesgo de síntomas menopáusicos, incluidos sofocos, trastornos del sueño, depresión, disfunción sexual; no obstante, las pruebas no son concluyentes ni provienen de estudios realizados exclusivamente en mujeres posmenopáusicas o con deficiencia de vitamina D comprobada. El efecto de la suplementación con vitamina D sobre los síntomas de la menopausia tampoco se ha estudiado en profundidad. La administración de suplementos de vitamina D no tiene ningún efecto sobre los síntomas de la menopausia, ya sea generales o individuales. Sin embargo, se ha demostrado un efecto beneficioso modesto sobre la atrofia vulvovaginal con el tratamiento con vitamina D en supositorios vaginales o por vía oral.

 

Evaluación crítica de la bibliografía y perspectivas futuras

La bibliografía específica sobre el papel de la vitamina D en la salud de mujeres posmenopáusicas es escasa y heterogénea en diversos aspectos. En este contexto, las discrepancias entre los estudios epidemiológicos y los ensayos intervencionistas están vinculadas con la falta de inclusión de sujetos con deficiencia de vitamina D comprobada, duración, dosis de vitamina D, umbral para considerar el estado de vitamina D, falta de control de factores de confusión, entre otras.

Las concentraciones de 25(OH)D > 20 ng/ml son esenciales para el mantenimiento de una salud esquelética óptima. No obstante, el efecto beneficioso de la suplementación con vitamina D para prevenir las fracturas es notorio únicamente en sujetos con deficiencia grave de 25(OH)D (< 10 a 12 ng/ml) y no hay pruebas que sea eficaz en mujeres posmenopáusicas con concentraciones de 25(OH)D >20 ng/ml y con bajo riesgo de fractura. Es posible que se necesiten concentraciones más altas de 25(OH)D, >30 ng/ml, para observar resultados no esqueléticos. La suplementación con vitamina D no se recomienda para controlar los síntomas posmenopáusicos o prevenir la enfermedad cardiovascular o el cáncer en mujeres posmenopáusicas. Es importante tener en cuenta que la biodisponibilidad de la vitamina D depende del vehículo con el que se administra y la microbioma intestinal. Los cambios estacionales en las concentraciones de 25(OH)D también pueden alterar los resultados esqueléticos y no esqueléticos.

Se justifican estudios adicionales sobre la administración de suplementos de vitamina D en mujeres posmenopáusicas para aclarar ciertos aspectos como la dosis y duración del tratamiento, umbral de 25(OH)D para iniciar la terapia, rango de 25(OH)D para obtener un beneficio esquelético y no esquelético, entre otros.

 

Conclusiones

La deficiencia de vitamina D compromete la salud esquelética en la menopausia y puede empeorar los síntomas de la menopausia, pero esto último no es concluyente. La suplementación con vitamina D mejora la salud esquelética en mujeres posmenopáusicas con deficiencia de vitamina D. Sin embargo, no tiene ningún efecto sobre los síntomas de la menopausia, excepto la atrofia vulvovaginal.



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