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Introducción
En niños y adolescentes, los antipsicóticos se utilizan para el tratamiento de la psicosis, la depresión resistente a la terapia convencional, el trastorno bipolar, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y la irritabilidad y la ira asociadas con el autismo, entre otros trastornos. En un estudio, el 14% de los niños de 11 años habían presentado síntomas psicóticos, asociados con entre 5 y 16 veces más riesgo de enfermedad psicótica en los primeros años de la edad adulta. En otro ensayo realizado con adolescentes, entre 9% y 14% de los pacientes tuvieron antecedentes de síntomas psicóticos.
Los síntomas de psicosis en niños y adolescentes se asocian, por lo general, con esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos en el espectro autista, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, delirio, trastorno de estrés postraumático, trastorno esquizoafectivo y trastorno depresivo mayor. Según las guías de la American Psychiatric Association (APA), los fármacos antipsicóticos se utilizan para el tratamiento de los trastornos mencionados, tanto en la fase aguda, como también como terapia de mantenimiento y durante la recuperación. En general, los antipsicóticos son muy eficaces y se toleran bien. Los antipsicóticos de primera generación son eficaces pero suelen motivar diversos efectos adversos, entre ellos, discinesia tardía y manifestaciones extrapiramidales. En cambio, los antipsicóticos de segunda generación se consideran fármacos más seguros en niños con psicosis, trastornos del estado del ánimo y alteraciones de la conducta en el contexto de los trastornos en el espectro autista. Los antipsicóticos de segunda generación, sin embargo, se acompañan de aumento significativo del peso corporal, un factor que limita considerablemente su utilización. La ganancia de peso en las primeras etapas de la niñez representa un problema clínico importante, especialmente si se tiene en cuenta la prevalencia creciente de obesidad infantil. Los niños obesos tienen riesgo aumentado de trastornos cardiovasculares, metabólicos y psiquiátricos, de modo que las estrategias destinadas a prevenir el aumento de peso asumen un papel decisivo en el contexto del tratamiento con antipsicóticos.
La metformina es una biguanida ampliamente utilizada para el tratamiento de la diabetes tipo 2, debido a que incrementa la sensibilidad a la insulina, disminuye la producción hepática de glucosa y reduce la absorción intestinal de glucosa. La metformina también aumenta la utilización periférica de glucosa y disminuye el apetito. Diversos estudios publicados en los últimos años mostraron los beneficios de la metformina en pacientes con ganancia de peso inducida por el tratamiento con antipsicóticos y con anormalidades metabólicas. Sin embargo, la información al respecto deriva fundamentalmente de estudios realizados con adultos; para los niños y adolescentes se dispone de poca evidencia. Por lo tanto, el objetivo de la presente revisión sistemática con metanálisis fue determinar la eficacia y la seguridad de la metformina para prevenir la ganancia de peso en niños y adultos jóvenes tratados con antipsicóticos de segunda generación.
Métodos
Para la revisión se siguieron las pautas PRISMA. Los artículos publicados antes de marzo de 2020 se identificaron mediante búsquedas bibliográficas en Medline, Google Scholar, PubMed y la Cochrane Library Database, y por la revisión de las sesiones científicas de la American Psychiatric Association, laAmerican Academy of Child and AdolescentPsychiatry, y la American Society of Clinical Psychopharmacology. Para el metanálisis se incluyeron cuatro estudios clínicos controlados y aleatorizados. La heterogeneidad entre los trabajos se determinó con la prueba de chi al cuadrado y con el estadístico I2. El sesgo de publicación se valoró con gráficos en embudo. Se aplicaron modelos de efectos aleatorios con varianza inversa de Mantel-Haenszel. Los valores de p significativos fueron de menos de 0.05 o de menos de 0.1 en función del nivel de heterogeneidad y el sesgo de publicación. Los criterios de valoración consistieron en variables antropométricas y bioquímicas, los índices de interrupción del tratamiento y los efectos adversos.
Resultados
Para los análisis finales se consideraron cuatro estudios con 213 pacientes (106 pacientes tratados con metformina y 107 en el grupo control). En los análisis globales, la administración de metformina durante 12 a 16 semanas se asoció con reducción significativa del peso (diferencia promedio [DP] de -4.53 libras, intervalo de confianza [IC]: -6.19 a -2.87, p < 0.001), y del puntaje Z del índice de masa corporal (IMC; DP de -0.09, IC: -0.16 a -0.03, p: 0.004), en comparación con el grupo control. Asimismo, la metformina se asoció con reducción significativa de la resistencia a la insulina (DP de -1.38, IC: -2.26 a -0.51, p: 0.002).
El tratamiento con metformina se asoció con riesgo aumentado de náuseas y vómitos (odds ratio [OR]: 4.07, IC: 1.32 a 12.54, p: 0.02) y de diarrea (OR: 2.93, IC: 1.50 a 5.71, p: 0.002). En cambio, no se registraron diferencias entre los grupos para los índices de interrupción del tratamiento (OR: 1.45, IC: 0.41 a 5.06, p: 0.56).
Conclusión
Los resultados de la presente revisión sistemática con metanálisis sugieren que el tratamiento con metformina reduciría el aumento de peso asociado con el uso de antipsicóticos en niños y adolescentes. Se comprobó una reducción significativa del puntaje Z del IMC entre 12 y 16 semanas después de iniciado el tratamiento. Las muestras reducidas de pacientes, y la variabilidad en la dosis de metformina y en la duración del tratamiento fueron algunas de las limitaciones del estudio. Aunque los resultados son muy alentadores se requieren investigaciones a gran escala para establecer conclusiones definitivas al respecto.
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