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Introducción
En 2019, la enfermedad cardiovascular fue la principal causa de mortalidad en todo el mundo y explicó el 27% de todos los decesos. La ingesta de dietas no saludables es uno de los factores de riesgo más importantes para la enfermedad cardiovascular, de modo que las intervenciones nutricionales son fundamentales para mejorar la evolución de estos pacientes. Se sabe que la ingesta reducida de carnes rojas y procesadas y que la mayor incorporación de frutas, verduras y granos enteros se asocian con riesgo reducido de eventos cardiovasculares; en cambio, el papel de la ingesta de lácteos en este sentido no ha sido concluyente. En los países occidentales, los productos lácteos constituyen una fuente importante de grasas saturadas y de ácidos grasos trans, relacionados con niveles aumentados de colesterol asociado con lipoproteínas de baja densidad. Por este motivo, las guías nutricionales han recomendado fuertemente el consumo de productos lácteos descremados, en comparación con el uso de derivados lácteos enteros, para la prevención de eventos cardiovasculares. Los productos lácteos también son ricos en diversos nutrientes, entre ellos proteínas, iodo y calcio. Los estudios que analizaron las posibles asociaciones entre diferentes fuentes de grasas saturadas y el riesgo cardiovascular no han sido concluyentes. Los derivados lácteos son un grupo heterogéneo de alimentos con sustancias beneficiosas (calcio, iodo, vitamina D, probióticos y aminoácidos específicos) y otras dañinas (grasas saturadas y sodio). Por lo tanto, los efectos netos de estos alimentos sobre la salud de las personas podrían diferir de los esperados para un único nutriente. Estudios previos mostraron efectos variados para productos lácteos individuales con cantidades equivalentes de ácidos grasos saturados. Por ejemplo, existe evidencia débil que avala una asociación positiva entre el consumo de manteca y la mortalidad por cualquier causa. En cambio, las revisiones sistemáticas y los metanálisis, en general, no demostraron asociaciones fuertes entre la ingesta total de productos lácteos, leche, manteca o yogurt, y el riesgo cardiovascular. La ingesta de queso se ha vinculado de manera inversa con el riesgo cardiovascular. Cabe destacar que la mayoría de los estudios realizados previamente incluyeron sujetos sanos; los efectos de estos productos en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida se conocen mucho menos. Sin embargo, el asesoramiento dietético es decisivo en prevención secundaria, motivo por el cual el objetivo del presente estudio fue determinar las asociaciones entre la ingesta de distintos productos lácteos y el riesgo posterior de aparición de infarto agudo de miocardio (IAM), y accidente cerebrovascular (ACV), de mortalidad por cualquier causa y de mortalidad por causas cardiovasculares en una cohorte de pacientes con angina de pecho estable.
Pacientes y métodos
Se analizaron 1929 pacientes de 62 años en promedio (80% de sexo masculino) con angina de pecho estable, participantes del Western Norway B-vitamin Intervention Trial. Los datos acerca de la dieta se obtuvieron con cuestionarios de frecuencia alimentaria. Las estimaciones de riesgo de efectuaron con modelos proporcionales de Cox, con ajuste por variables múltiples. Las asociaciones no lineales se analizaron de manera visual.
Resultados
La ingesta diaria promedio de productos lácteos en la población fue de 169 g/1000 kcal. Las medianas de los seguimientos para el ACV, el IAM y la mortalidad fueron de 5.2, 7.8 y 14.1 años, respectivamente.
La mayor ingesta de productos lácteos en general y de leche se asoció de manera positiva con el riesgo de ACV (hazard ratio [HR] de 1.14; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 1.02 a 1.27 y HR de 1.13; IC 95%: 1.02 a 1.27), de mortalidad por causas cardiovasculares (HR de 1.06; IC 95%: 1.00 a 1.12, y HR de 1.07; IC 95%: 1.01 a 1.13) y de mortalidad por cualquier causa (HR de 1.07; IC 95%: 1.03 a 1.11 y HR de 1.06; IC 95%: 1.03 a 1.10) por cada 50 g/1000 kcal. El consumo más alto de queso se asoció inversamente con el riesgo de IAM (HR de 0.92; IC 95%: 0.83 a 1.02) por cada 10 g/1000 kcal. La ingesta de manteca se vinculó con riesgo aumentado de IAM (HR de 1.10; IC 95%: 0.97 a 1.24), y de mortalidad por cualquier causa (HR de 1.10; IC 95%: 1.00 a 1.20) por cada 5 g/1000 kcal.
Conclusión
Los resultados del presente estudio sugieren que el consumo de productos lácteos en general y de leche en particular se asocia con riesgo aumentado de mortalidad y de ACV. La ingesta de queso, en cambio, reduciría el riesgo de IAM, en tanto que la ingesta de manteca parece aumentarlo. Las asociaciones dispares para diferentes productos lácteos ponen de manifiesto la necesidad de considerarlos por separado, en vez de productos lácteos en general, en estudios futuros.
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