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Introducción
La fibromialgia (FM) se caracteriza por dolor generalizado e hiperalgesia o alodinia. Son frecuentes la fatiga, la angustia psicológica, el síndrome de intestino irritable y el insomnio. Su prevalencia es del 1% al 4%, y es mayor en las mujeres. El diagnóstico se basa en la anamnesis y en el examen de la hiperalgesia.
En el diagnóstico de dolor crónico no se encuentran mecanismos causales dado que las alteraciones neurobiológicas, como los mecanismos fisopatológicos y moleculares, no se conocen en forma suficiente. La FM se clasifica como un cuadro de dolor nociplástico. Este último fue definido por la Asociación Internacional del Estudio del Dolor como dolor nociceptivo y neuropático. Incluye características como incremento de la distribución anatómica del dolor y de la sensibilidad a este. No se ha establecido una fisiopatología definitiva para la FM. Es probable que en la FM comprenda interacciones complejas entre procesos centrales y periféricos, junto con la contribución de varios factores psicosociales.
La obesidad se asocia con aumento del riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular, entre otros. La obesidad constituye una comorbilidad relevante en la FM. La mayoría de los estudios indican un incremento del índice de masa corporal (IMC) en la FM. Además, la obesidad comórbida exacerba las dolencias asociadas con la FM.
La inactividad física y el desacondicionamiento pueden causar dolor y contribuir con la intolerancia a actividades físicas. El desacondicionamiento puede contribuir con la aparición de FM. El dolor inducido por la actividad es frecuente en pacientes con FM y podría explicar que estos eviten las actividades y el ejercicio. Los mecanismos fisiopatológicos propuestos para la disminución de la fuerza en la FM comprenden alteraciones de la fibra muscular, modificaciones de los mecanismos de control neuromuscular, insuficiente circulación sanguínea y alteraciones en el metabolismo energético. En las guías clínicas para FM se recomienda el ejercicio, tanto aeróbico como de fortalecimiento muscular, ya que ambos se asocian con disminución del dolor y con incremento del bienestar.
Los autores realizaron el presente estudio para comparar la composición corporal de pacientes con FM y controles sanos, y para investigar si existen asociaciones significativas entre la composición corporal y los aspectos de la capacidad física y las variables clínicas relevantes como intensidad del dolor, angustia psicológica, discapacidad y presión arterial, en pacientes con FM y controles.
Materiales y métodos
Los participantes fueron 32 mujeres con FM, diagnosticada de acuerdo con los criterios del American College of Rheumatology (ACR), y 30 controles de sexo femenino emparejadas por edad, de entre 22 y 56 años. Las pacientes habían sido atendidas en el Centro de Dolor y Rehabilitación del Hospital Universitario de Linköping, de Suecia. A las participantes se les realizó examen físico y completaron un cuestionario sobre aspectos del dolor, la salud, la discapacidad, los datos demográficos y los aspectos psicológicos; se les efectuó una resonancia magnética corporal total (RM-CT). La intensidad del dolor en los 7 días previos (NRS-7d) se evaluó mediante una escala numérica. Para evaluar la angustia psicológica, los autores emplearon la Hospital Anxiety and Depression Scale (HADS). Un menor puntaje indica menos síntomas de angustia. También se empleó el cuestionario de impacto de la fibromialgia (FIQ, por su sigla en inglés), que comprende 10 subescalas de síntomas y discapacidades. Se calculó el promedio de las 10 subescalas; un mayor puntaje indica mayor impacto. El Pain Disability Index (PDI) mide el impacto del dolor sobre las actividades de la vida diaria. Los autores también emplearon la segunda parte del European Quality of Life Instrument (EQ-5D) que evalúa la autopercepción de la salud actual de acuerdo con una escala de 100 puntos (EQ5D-VAS). Los valores más elevados indican mejor salud percibida. Para examinar la percepción de la capacidad de la paciente sobre Rating of Perceived Capacity (RPC).
La RM-CT se empleó para determinar la composición corporal. Las mediciones incluyeron los volúmenes del tejido adiposo visceral (VAT) y del tejido adiposo abdominal subcutáneo (ASAT); el volumen muscular de muslos libre de grasa (T-FFMV), de erectores espinales (ES-FFMV) y la infiltración grasa relativa de estos grupos musculares (T-MFI y ES-MFI), así como la grasa a nivel hepático. Para cada sujeto se conformó un grupo control emparejado virtualmente para calcular un puntaje z personalizado del volumen muscular basado en T-FFMV (T-MVZ). Este último mide cuántas desviaciones estándar se desvía cada sujeto respecto del volumen muscular promedio.
Resultados
En comparación con los controles, las pacientes presentaron mayor presión arterial sistólica, intensidad de dolor moderado a alto, junto con angustia psicológica significativamente mayor, mayor discapacidad y menor estado de salud.
El IMC resultó significativamente mayor en pacientes con FM que en los controles. La proporción de obesidad fue más de 6 veces mayor en la FM. El VAT, el ASAT y el porcentaje de grasa hepática fueron significativamente mayores en mujeres con FM que en controles. La T-MFI y la ES-MFI fueron significativamente mayores en pacientes con FM que en controles. El T-FFMV, pero no el ES-FFMV, fue significativamente menor en mujeres con FM que en controles. Además, el T-MVZ difirió significativamente entre ambos grupos. El ASAT, el VAT y el T-MFI presentaron correlación positiva con el IMC. Las siguientes variables, en orden de importancia descendente, fueron mayores en las pacientes con FM que en controles: VAT, T-MFI, ASAT e IMC.
Con respecto a la capacidad física, de acuerdo con la mayoría de los informes de pacientes, en aquellos con FM fue menor. Asimismo, en las pruebas físicas, la cohorte de FM presentó menor capacidad física que los controles.
Algunas variables de capacidad física, tanto subjetivas como objetivas, tuvieron correlación negativa con varias variables de composición corporal. El VAT, la grasa hepática, el IMC, el T-MFI y el ASAT se asociaron positivamente con la intensidad del dolor.
Discusión
De acuerdo con los resultados de este estudio, los autores destacan los siguientes hallazgos. En primer lugar, las variables de composición corporal relacionadas con el tejido adiposo, incluidos VAT, ASAT, grasa hepática, T-MFI, ES-MFI e IMC fueron significativamente mayores en pacientes con FM. Las pacientes con FM también presentaron músculos del muslo significativamente más chicos (T-FFMV y T-MVZ). Sin embargo, el volumen del músculo erector espinal no resultó significativamente diferente. El grupo de FM también refirió menor capacidad física. Ambas variables de composición corporal y las variables de capacidad física se asociaron significativamente con el grupo de pertenencia. Las variables de capacidad física mostraron relación más fuerte con el grupo de pertenencia que las variables de composición corporal. Las variables de capacidad física y varias de las variables de composición corporal presentaron correlación negativa en la FM. Tanto la intensidad del dolor como el FIQ se asociaron significativamente con un conjunto de variables de composición corporal y de capacidad física. En pacientes con FM, la presión arterial se relacionó significativamente con las variables de composición corporal.
La FM se asocia con aumento del IMC y obesidad, lo que concuerda con los resultados de esta investigación, en la que la prevalencia de obesidad fue 6 veces mayor. El IMC mide la masa corporal global e incluye la grasa, los músculos y el hueso, entre otros, y se emplea como sustituto para la medición total del contenido de grasa. En este estudio, VAT, ASAT y T-MFI se asociaron significativamente con el IMC. El VAT fue el contenido graso más importante en la FM para la intensidad del dolor, el FIQ y la presión arterial. El VAT y la grasa hepática presentaron correlación negativa con variables de capacidad física en mujeres con FM. Por lo tanto, fue un factor más importante que el IMC en estos aspectos.
El aumento del VAT y del ASAT se vinculó con aumento del riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, apnea del sueño, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, accidente cerebrovascular y cáncer. En personas con obesidad, el VAT y el ASAT secretan compuestos inflamatorios y micro-ARN, que pueden provocar alteraciones funcionales y fisiopatológicas en varios tejidos.
Se encontró significativamente mayor infiltración grasa en los músculos de áreas dolorosas en pacientes con dolor lumbar crónico y en aquellas con trastornos asociados con traumas, en comparación con controles, sin diferencia significativa del IMC. La infiltración grasa muscular local puede asociarse con incremento de niveles de citoquinas.
En contraste con estas condiciones de dolor local o regional, la FM se asoció con mayor IMC, incremento de la infiltración grasa en los músculos y en el hígado, y mayores volúmenes de grasa visceral y abdominal. Estos hallazgos pueden ser el resultado de desacondicionamiento en la FM. En el presente estudio varios de los informes subjetivos de capacidad física concordaron con pruebas físicas objetivas. Para la FM, mayor tiempo de sedentarismo, mayor duración del sueño y menores niveles de actividad física se asociaron independientemente con mayor adiposidad. El dolor generalizado de la FM puede constituir una barrera para la actividad física y conducir al desacondicionamiento, con incremento de la infiltración grasa, conformando un círculo vicioso.
En conclusión, las variables de infiltración grasa visceral, subcutánea, hepática y muscular y el IMC fueron significativamente mayores en pacientes con FM, mientras que el volumen muscular fue inferior en los cuádriceps, pero no en los erectores espinales. Las pruebas físicas señalaron presencia de desacondicionamiento en la FM. Las variables de capacidad física y varias de las variables de infiltración grasa tuvieron correlación negativa en la FM. En pacientes con FM, la presión arterial se asoció significativamente con variables de composición corporal. Por tanto, para el abordaje clínico de la FM, los autores recomiendan considerar la obesidad, los hábitos alimentarios y el nivel de actividad física.
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