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Introducción
Desde principios de 2020, el mundo se ha enfrentado a una grave crisis global como resultado de la pandemia debido a la infección por el coronavirus 2 síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés), que causa la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés), detectado en China en diciembre de 2019. El distanciamiento y el aislamiento social se adoptaron en todo el mundo como una medida no farmacológica para hacer frente a esta pandemia, con el objetivo de controlar la propagación de la enfermedad y la contaminación de la población. Es importante no perder de vista que el distanciamiento social puede tener impactos negativos en diferentes niveles y contextos de desarrollo. Se reconoce que las personas que experimentan aislamiento social tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades. Las experiencias psicosociales adversas, como el aislamiento social, pueden ser particularmente dañinas para los niños y adolescentes en desarrollo. El distanciamiento social puede agravar o generar dificultades funcionales y de comportamiento en este grupo de edad. Además, se observa que este escenario de estrés altera la actividad física y el sueño, fundamentales para el desarrollo general. Por lo tanto, la salud física y mental de los niños, niñas y adolescentes debe ser un punto de atención, considerando que forman parte de una población vulnerable.
El objetivo del presente estudio fue analizar los efectos del aislamiento social en el desarrollo de niños y adolescentes, con énfasis en los posibles impactos sobre su salud física y mental.
Métodos
Se realizó una revisión de la bibliografía siguiendo los estándares de Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analysis (PRISMA) utilizando las bases de datos SciELO, LILACS y PubMed. Se incluyeron estudios en inglés, portugués y español desde el inicio. Como estrategia de búsqueda complementaria, se analizaron las referencias bibliográficas de los artículos elegidos. Los datos se extrajeron de forma independiente. La evaluación de la calidad metodológica de los estudios analizados se realizó con la herramienta de la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ).
Resultados
Se seleccionaron 519 estudios y se incluyeron 12 en la presente revisión sistemática. Los estudio analizados fueron publicaron entre 1990 y 2020, y se realizaron con muestras de países de diferentes continentes. Solo dos estudios fueron del tipo de cohorte retrospectiva. En general, seis estudios trabajaron con niños y adolescentes, cuatro solo con hijos, y dos solo con adolescentes. Cinco de los 12 estudios incluidos se enfocaron en temas psicológicos y sociales (dos en los efectos de las pandemias en estos temas), cuatro estudios informaron sobre impactos en la salud general, dos sobre las consecuencias en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y uno sobre el desarrollo cognitivo y social.
Vanhalst y col. establecieron una relación entre la soledad y los síntomas depresivos. Además, se señaló una relación de círculo vicioso entre estos factores, siendo la soledad un fuerte predictor de depresión y viceversa. El aislamiento social también estuvo relacionado con la ideación suicida. Los problemas psicológicos, incluida la ansiedad, la tristeza, la depresión y la culpa, se plantearon como consecuencias directas del proceso de confinamiento. Los niños y adolescentes que experimentaron asilamiento demostraron mayor probabilidad de ser diagnosticados con trastorno de estrés postraumático que aquellos que no experimentaron aislamiento.
Se ha reportado que el aislamiento social tiene un mayor impacto en la aparición de enfermedades como obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes en la edad adulta que los hábitos de estilo de vida como la alimentación, la actividad física y el tabaquismo. Durante la primera infancia, el aislamiento social puede generar un cierto estilo de vida sedentario, y los niños pequeños que han sido aislados pueden presentar alteraciones de crecimiento y desarrollo funcional, y problemas para hacer amigos y sociabilizar.
El aislamiento social también parece alterar el sistema endocrino. Los niños aislados demuestran niveles altos de cortisol. Unos autores indicaron que la privación social en la infancia puede contribuir a la programación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal. Martin y col. investigaron categorías de comportamiento, como aislamiento, actividad solitaria, actividad paralela, proximidad sin interacción, interacciones sociales, juego y relaciones con adultos, y concluyeron que solo el aislamiento demostró variación según el nivel de cortisol.
Fox y col. demostraron que los niños socialmente aislados exhibían puntajes más bajos de cociente intelectual (CI), en comparación con los niños no aislados de la misma edad. Con respecto al desarrollo cognitivo, se ha comprobado que las situaciones de aislamiento durante la infancia dificultan el aprendizaje de nuevas habilidades como hablar, escribir y leer, especialmente en los niños más pequeños. Esto afecta el desempeño escolar y dificulta el proceso de socialización con los compañeros, creando un círculo vicioso entre el aislamiento y la dificultad en el proceso de aprendizaje.
Conclusiones
La presente revisión demuestra una fuerte asociación entre el aislamiento social y la ansiedad y la depresión en niños y adolescentes. El aislamiento social conduce a niveles más altos de cortisol y un peor desarrollo cognitivo en este grupo poblacional. Por lo tanto, la salud física y mental de los niños y adolescentes necesita un seguimiento cuidadoso por parte de los profesionales de la salud durante y después de la pandemia de COVID-19.
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