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Introducción
El síndrome clínico asociado con la infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2) en niños es más leve que en los adultos. Sin embargo, algunas complicaciones potencialmente fatales posteriores a la infección, como el síndrome inflamatorio multisistémico, han motivado preocupación particular, en relación con los posibles efectos a largo plazo de COVID-19 en niños sanos. El cierre de colegios y guarderías representa una de las estrategias para interrumpir la transmisión del virus y proteger a los niños. Sin embargo, estas medidas también se asocian con consecuencias negativas.
No se conoce con precisión cómo los niños de diversas edades contribuyen en la diseminación de SARS-CoV-2 en la comunidad. Los estudios en el entorno del hogar sugirieron que los niños son menos susceptibles a la infección y que transmiten menos la enfermedad. Incluso así, los niños pueden presentar cargas virales altas, pueden tener SARS-CoV-2 de manera prolongada en tracto respiratorio superior y pueden transmitir el virus a niños de edad similar, de modo que la población pediátrica tendría un papel más importante en la diseminación del virus, en comparación con lo que previamente se pensaba.
Algunos estudios mostraron que las guarderías y las escuelas podrían permanecer abiertas, siempre y cuando se respeten las condiciones de seguridad. A finales del verano comenzó la reapertura de escuelas en los Estados Unidos; paralelamente se incrementó la cantidad de pacientes con pruebas positivas para SARS-CoV-2, un fenómeno que motivó la implementación de modalidades variables y combinadas de enseñanza. En Connecticut, la prevalencia comunitaria promedio en 14 días de menos de 10 casos por cada 100 000 habitantes favorece el aprendizaje presencial, mientras que la presencia de más de 25 casos por 100 000 habitantes motiva la educación a distancia. Los niños más pequeños y los de más edad tienen índices más altos de infección, en comparación con los niños en edad escolar, de modo que los niños que asisten a escuelas primarias podrían seguir con actividades presenciales, con mayor seguridad que los niños de otros grupos de edad. Muchas escuelas y universidades solicitan un estudio negativo para SARS-CoV-2 para permitir el acceso de los alumnos a las aulas, de manera independiente de los resultados previos; cabe destacar que es común que los niños eliminen virus durante más de 10 días.
El objetivo del presente estudio fue analizar la evolución de las pruebas para la detección de SARS-CoV-2 en el Yale New Haven Health System (YNHH-S), entre marzo y finales de septiembre de 2020, con la finalidad de comprender mejor cómo los patrones de rastreo contribuyen en la identificación de niños con COVID-19. Específicamente se analizó la eliminación de virus con el propósito de asistir a las autoridades gubernamentales acerca de la necesidad de repetir las pruebas y la vuelta a las actividades académicas y para conocer las correlaciones entre la edad o los síntomas y el valor de umbral de ciclo (Ct por su sigla en inglés) para caracterizar los niveles de SARS-CoV-2 en tracto respiratorio superior.
Pacientes y métodos
Para el presente estudio transversal se analizaron los estudios virológicos de niños en quienes se realizaron pruebas para la detección de SARS-CoV-2 en Connecticut, Nueva York y Rhode Island. Se tuvieron en cuenta las características demográficas, la internación, los cambios en el porcentaje de resultados positivos en el transcurso del tiempo, los intervalos entre pruebas persistentemente positivas y los valores de Ct. El YNHH-S abarca 6 hospitales en 4 áreas de Connecticut, 1 hospital de Rhode Island y centros ambulatorios en Connecticut, Rhode Island y Nueva York. Se analizaron 23 137 pacientes de 18 años o menos, sometidos a pruebas para la detección de SARS-CoV-2 en el ámbito ambulatorio del YNHH-S.
Resultados
Entre todos los pacientes evaluados, el 3.2% tuvo pruebas positivas; los niños de mayor edad contribuyeron particularmente en la mayor proporción de casos pediátricos positivos, de manera independiente de la prevalencia de la infección en la comunidad. El incremento de casos pediátricos en períodos avanzados de la pandemia, en coincidencia con una prevalencia relativamente baja en adultos, se correlaciona con el mayor número de pruebas realizadas en la población pediátrica, pero no con un aumento en los índices de positividad. No se registraron cambios significativos en las tendencias de pruebas positivas, luego de la reapertura de los colegios. Los niños sintomáticos y asintomáticos tuvieron valores semejantes de Ct, de manera independiente de la edad; en un subgrupo de niños se detectó virus de manera persistente, en algunos casos hasta 6 semanas después de la infección inicial.
Conclusión
En el presente estudio de COVID-19 en niños de un amplio sistema de salud de los Estados Unidos confirma que el aumento de casos detectados se correlaciona con la realización de más pruebas diagnósticas. Los adolescentes representan un grupo particular de riesgo para la transmisión de SARS-CoV-2.
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