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Introducción
Las directrices canadienses y de los organismos especializados de los EEUU recomendaron que la vacuna contra Coronavirus 2 asociado con el síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2) no debe ofrecerse de rutina a las mujeres embarazadas o en período de lactancia hasta que se disponga de más pruebas. Sin embargo, está éticamente justificado ofrecer la vacuna a estos grupos en ciertos escenarios en los cuales los beneficios superan a los riesgos. A continuación, se presenta la propuesta de los autores para que se ofrezca la vacuna contra SARS-CoV-2 a las mujeres embarazadas, y las que están intentando concebir, o en periodo de lactancia por motivos éticos y analizaron cómo los profesionales de la salud y los pacientes pueden utilizar un enfoque de toma de decisiones compartida para orientar la vacunación contra SARS-CoV-2.
Los principios básicos de la ética médica sostienen que las decisiones o intervenciones médicas deben respetar la autonomía de las personas, ser justos, ser beneficiosos y no provocar daño. En ese sentido, la exclusión de las mujeres embarazadas o en período de lactancia del acceso a la vacuna contra SARS-CoV-2 limita la autonomía y no tiene en cuenta los factores individuales. Las consideraciones de equidad sanitaria valoran que la salud de los padres es igual de importante que la de sus hijos o futuros hijos y exigen que todas las personas, embarazadas o no, tengan el mismo acceso a la vacuna.
Los datos existentes de los ensayos clínicos no apoyan la seguridad de de la vacuna contra SARS-CoV-2 en las mujeres embarazadas o en período de lactancia; pero tampoco confirman que la vacuna perjudique a la embarazada o al feto. Los autores sostienen que no aplicar la vacuna solo está justificado éticamente si se esperan daños maternos o fetales claros, sustanciales e inminentes. Si bien las vacunas de virus vivos no se recomiendan generalmente en el embarazo debido a las preocupaciones teóricas sobre la infección del feto, la mayoría de las otras vacunas se consideran seguras. La tecnología de la vacuna de ARN mensajero utilizada en las vacunas aprobadas contra SARS-CoV-2 es novedosa, pero los resultados de los estudios preliminares de toxicología reproductiva en modelos animales indican que no dañan al feto. Una declaración reciente de la Academy of Breastfeeding Medicine no recomienda el cese de la lactancia materna en personas vacunadas contra SARS-CoV-2, ya que los anticuerpos y las células T estimuladas por la vacuna podrían pasar a la leche materna y proteger al lactante de la infección. Si se tienen en cuenta los riesgos conocidos de la enfermedad por Coronavirus 2019 (COVID-19), especialmente frente a las pruebas limitadas que indican que los riesgos para la salud de la vacuna son escasos, la vacunación probablemente sea beneficiosa tanto para las mujeres embarazadas o en período de lactancia como para el feto o el lactante. También, es importante tener en cuenta la probabilidad de que una persona adquiera la infección por SARS-CoV-2 y presente una COVID-19 grave. Las mujeres forman parte del personal de salud y de servicios esenciales y, algunas corren un riesgo aun mayor de contraer la COVID-19 debido a obesidad, diabetes u otras comorbilidades. Si las personas pertenecen a los grupos de alto riesgo de enfermar, se refuerza el argumento de que deben ser protegidas.
Hasta que surjan pruebas que demuestren que los daños son mayores que los beneficios, los autores proponen que todas las mujeres embarazadas o en período de lactancia tengan la opción de recibir la vacuna contra SARS-CoV-2. También se deben presentar otras opciones como parte de un enfoque de toma de decisiones compartida, tales como el retraso de la vacunación hasta que se disponga de más datos de seguridad o la renuncia a la vacunación en su totalidad y la continuación de las medidas de salud pública para minimizar el riesgo de infección por SARS-CoV-2.
Conclusiones
Las mujeres embarazadas o en período de lactancia deben ser consideradas en grupos de riesgo distintos en los debates sobre la seguridad y el beneficio relativos de la vacuna. La toma de decisiones compartida maximiza la autonomía y puede ayudar a estas personas a tomar una decisión que esté en consonancia con sus propios valores y el personal de salud debe apoyar la decisión de la persona de recibir o no la vacuna. Por lo tanto, sugieren el uso de un marco para apoyar la toma de decisiones compartida que permita a las personas sopesar los riesgos y beneficios, dada la evidencia disponible, y considerar sus valores y circunstancias personales. Los factores que se deben tener en cuenta en las discusiones entre el paciente y el profesional comprenden la tolerancia al riesgo, el riesgo personal de contraer SARS-CoV-2 y la morbilidad y mortalidad asociadas; el impacto potencial de la COVID-19 en el feto y el recién nacido; las responsabilidades de la familia y los cuidadores y la eficacia y seguridad de la vacuna para la embarazada y el feto. Una estrategia permisiva es equitativa, ya que permite a las personas que están planeando un embarazo, están embarazadas o están amamantando, elegir recibir la vacuna. Este enfoque puede ser apoyado por medio de la toma de decisiones compartida con los profesionales de la salud, en concordancia con las recientes recomendaciones de la Society of Obstetricians and Gynaecologists de Canadá.
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