ReSIIC editado en: Infectología Pediatría Epidemiología Medicina Familiar Medicina Interna Neumonología Salud Pública |
Introducción
Se han producido cierres de escuelas a nivel mundial durante la pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés). Sin embargo, los datos empíricos sobre la transmisión del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés) entre niños y en entornos educativos son escasos. Los estudios sugieren que el COVID-19 sería menos prevalente en los niños y generalmente causa una enfermedad más leve en comparación con los adultos. Los niños tendrían menos probabilidades de ser la principal fuente de infección en los grupos familiares, en comparación con los adultos. El cierre de escuelas podría ser una medida eficaz para controlar las pandemias, pero tendría un impacto social y económico significativo en los niños y las familias. En Australia, la mayoría de las escuelas habrían permanecido abiertas durante la primera ola epidémica de COVID-19, aunque con asistencia física reducida de los estudiantes en el pico de la epidemia.
El objetivo del presente estudio fue examinar la transmisión del SARS-CoV-2 entre los niños y el personal de las escuelas y los entornos de educación y cuidado de la primera infancia (ECPI) en el estado australiano de Nueva Gales del Sur (NGS).
Métodos
En NGS viven 1.8 millones de personas menores de 18 años. Los casos de COVID-19 pediátricos (≤ 18 años) y adultos confirmados por laboratorio que asistieron a una escuela o entorno de ECPI mientras se consideraban infecciosos (definido como 24 horas antes del inicio de los síntomas según las pautas nacionales durante el período del presente estudio) en NGS desde el 25 de enero hasta abril 10 de 2020, fueron investigados para transmisión posterior. Desde el 22 de marzo de 2020, se alentó a los niños a quedarse en casa para el aprendizaje a distancia hasta el final del primer trimestre, sin embargo, las escuelas permanecieron abiertas sí la educación en el hogar no era una opción. El período de seguimiento para contactos estrechos de casos de COVID-19 se extendió hasta el uno de mayo de 2020. Todos los contactos estrechos escolares y de entornos de ECPI identificados debían mantener cuarentena domiciliaria durante 14 días, y fueron monitoreados y se les ofreció la prueba del ácido nucleico del SARS-CoV-2 sí presentaban síntomas. Los contactos estrechos se definieron como niños o personal con contacto cara a cara durante al menos 15 minutos, o que compartieron un espacio interior cerrado durante al menos 40 minutos con un caso de COVID-19 durante el período infeccioso. Las investigaciones adicionales en entornos educativos seleccionados incluyeron pruebas de ácido nucleico y pruebas de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en contactos sintomáticos y asintomáticos. La prueba de ácido nucleico se realizó utilizando reacción en cadena de la polimerasa (PCR). La detección de anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2 se realizó mediante ensayo de inmunofluorescencia indirecta. Se calcularon las tasas de ataque secundario y se compararon con las tasas de COVID-19 en todo el estado.
Resultados
En NGS, la notificación del primer caso de COVID-19 en un entorno educativo fue el 5 de marzo de 2020. Un total de 15 escuelas y 10 entornos de ECPI tenían niños (n: 12) o adultos (n: 15) que asistieron mientras estaban infectados, con 1448 contactos estrechos monitoreados. De estos, 633 (43.7%) de 1448 se sometieron a pruebas de ácido nucleico o de anticuerpos, o ambas, con 18 casos secundarios identificados (tasa de ataque de 1.2%). La mediana de tiempo que los casos primarios asistieron al entorno mientras eran infecciosos fue de 2 días. La infección se adquirió localmente en todos los casos primarios. Se identificaron 5 casos secundarios (3 niños y 2 adultos) (tasa de ataque del 0.5%; 5/914) en 3 escuelas. Entre los contactos cercanos de los niños y del personal a los que se les realizaron pruebas de laboratorio, la tasa de ataque fue del 2.8%. No se produjo transmisión secundaria en 9 de 10 entornos de ECPI entre 497 contactos. Sin embargo, un brote en un entorno de ECPI implicó la transmisión a 6 adultos y 7 niños (tasa de ataque del 35.1%; 13/37). En todos los entornos, 5 (28.0%) de las 18 infecciones secundarias fueron asintomáticas (3 bebés [todos de un año], un adolescente [de 15 años] y un adulto). La tasa general de transmisión de niño a niño fue de 0.3% y la tasa de ataque de niño a miembro del personal fue de 1.0%. La tasa de transmisión de miembros del personal a niños fue menor (1.5%) que la transmisión de personal a personal (4.4%).
Conclusiones
Las tasas de transmisión del SARS-CoV-2 habrían sido bajas (0.5%) en los entornos educativos de NGS durante la primera ola epidémica de COVID-19, lo que coincide con una enfermedad leve y poco frecuente en la población de 1.8 millones de niños. Con pruebas de caso-contacto y estrategias de manejo de epidemias eficaces acompañadas de un pequeño número de asistencias mientras estaban infectados, los niños y maestros no parecerían haber contribuido de manera significativa a la transmisión de COVID-19 mediante la asistencia a entornos educativos. Sería poco probable que el efecto del cierre de las escuelas por sí solo pueda separarse de otras medidas más amplias de control de esta pandemia.
Copyright siicsalud © 1997-2024 ISSN siicsalud: 1667-9008