Introducción
Desde el inicio de la pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés), muchos países implementaron restricciones estrictas en la movilidad y la interacción social, es decir cuarentena. En el Reino Unido, el primer caso de COVID-19 se confirmó el 21 de febrero de 2020, en tanto que el primer deceso por COVID-19 se registró el 5 de marzo de 2020. El 16 de marzo de 2020, el gobierno británico sugirió la interrupción de los viajes no esenciales y cuatro días más tarde se cerraron los restaurantes y los gimnasios. La cuarentena nacional se implementó el 23 de marzo de 2020.
La pandemia de COVID-19 y la emergencia de salud pública sin duda afectaron la asistencia de pacientes con otras enfermedades. Los pacientes optaron por no asistir a los centros de atención por temor al contagio o por considerar que las instituciones sólo atendían a pacientes con COVID-19. Las consultas en sala de guardia se redujeron en un 25% en la semana que siguió al inicio de la cuarentena; asimismo, la incidencia referida de asma, enfermedades infecciosas gastrointestinales, infecciones del tracto respiratorio superior e infecciones agudas del tracto respiratorio se redujo considerablemente. Un patrón similar pudo haberse dado para las internaciones por posibles ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, como también para las derivaciones de urgencia por patologías malignas.
Salford es un condado metropolitano del Gran Manchester (Reino Unido), con una población de alrededor de 250 000 habitantes; entre las 317 áreas de Inglaterra, Salford es la octava en términos de privación socioeconómica y ocupa el puesto número 20, para los índices de mortalidad estandarizada por edad. Entre 1 de marzo y 31 de mayo de 2020, Salford tuvo el cuarto índice más alto de mortalidad por cualquier causa estandarizado por edad en Inglaterra y Gales, y el tercer índice más alto de mortalidad por COVID-19 estandarizado por edad, fuera de Londres. Sin embargo, la magnitud de diagnósticos omitidos en el contexto de la emergencia de COVID-19 todavía no ha sido cuantificada. Los objetivos del presente estudio fueron analizar las consecuencias indirectas de la emergencia pública sanitaria asociada con COVID-19 sobre los patrones habituales de utilización de recursos para la salud, y establecer una posible reducción de los diagnósticos de enfermedades físicas y mentales frecuentes en un área de Londres con un nivel elevado de privación.
Pacientes y métodos
Para el presente estudio retrospectivo se analizaron los datos recogidos en el entorno de atención primaria del Salford Integrated Record entre 1 de enero y 31 de mayo de 2020. Se consideraron 6 categorías de información: para los síntomas y las observaciones, los diagnósticos, las prescripciones, las intervenciones y los procedimientos, las pruebas de laboratorio y otros procedimientos diagnósticos. Se aplicaron modelos de regresión binomial negativa para el recuento mensual de primeros diagnósticos de las enfermedades más frecuentes (trastornos habituales de salud mental, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular, diabetes tipo 2 y cáncer) y las primeras prescripciones para estos trastornos. A partir de los modelos se estimaron los números esperados de primeros diagnósticos y primeras prescripciones entre 1 de marzo y 31 de mayo de 2020, los cuales se compararon con los números observados para el mismo período.
Resultados
Entre 1 de marzo y 31 de mayo de 2020 se registraron 1973 primeros diagnósticos de enfermedades mentales frecuentes, en comparación con un número esperado de 2147 (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 1821 a 2489), en función de los datos de los años previos. Por lo tanto, se comprobó una reducción del 50% (IC 95%: 41.1 a 56.9).
En comparación con los números esperados se registraron 456 menos diagnósticos de enfermedades del sistema circulatorio (reducción de 43.3%; IC 95%: 29.6 a 53.5) y 135 menos diagnósticos de diabetes tipo 2 (reducción del 49%; IC 95%: 23.8 a 63.1).
El número de primeras prescripciones para esas enfermedades también fue más bajo que el esperado, en el mismo período. En cambio, la brecha entre los diagnósticos observados y esperados de cáncer no fue estadísticamente significativa (31 diagnósticos menos; reducción del 16.0%, IC 95%: –18.1 a 36.6).
Conclusión
El presente estudio de población fue el primero en valorar y cuantificar las consecuencias indirectas de la emergencia sanitaria por COVID-19 sobre la posible omisión de diagnósticos de enfermedades frecuentes en atención primaria. Para ciertas patologías frecuentes se comprobó una reducción significativa de los diagnósticos iniciales, desde el inicio de la pandemia.
Los servicios de atención primaria y secundaria y los servicios de salud mental deberían prepararse para el aumento de la demanda cuando se retroceda en las medidas de aislamiento destinadas a reducir la propagación de COVID-19. En estudios futuros se deberán evaluar las consecuencias de las diferencias observadas en términos del exceso de morbilidad y mortalidad, como también la posibilidad de evolución clínica desfavorable en relación con el retraso diagnóstico, atribuible indirectamente a COVID-19.
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