Introducción
La pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés), asociada con el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2), ha afectado a más de 6.8 millones de personas en los Estados Unidos, con más de 200 000 decesos. La enfermedad es particularmente grave en sujetos de edad avanzada y minorías étnicas, en pacientes con comorbilidades subyacentes y en el personal de salud. Las medidas de salud pública destinadas a evitar COVID-19 se basan casi exclusivamente en el distanciamiento físico, el uso de máscaras faciales y de equipos de protección personal, y el lavado frecuente de manos. Los profesionales de la salud asignados a la atención de pacientes con COVID-19 son particularmente susceptibles a la infección, de modo que se ha planteado la necesidad, y la eficacia, de implementar profilaxis farmacológica.
Sin embargo, el tratamiento y la profilaxis de COVID-19 con fármacos siguen siendo tema de intensa investigación y debate; hasta la fecha, sólo dos drogas – dexametasona y remdesivir – se asociaron con mejoras de la evolución clínica en pacientes con COVID-19 grave. Para pacientes con COVID-19 leve a moderada no se dispone de ninguna alternativa terapéutica eficaz. Tampoco se dispone de ninguna droga útil en términos de profilaxis.
La hidroxicloroquina es un agente que se utiliza para el tratamiento del paludismo y de pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES); diversos estudios sugirieron que podría prevenir la infección por SARS-CoV-2. La droga ha sido ampliamente utilizada, desde su aprobación por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos en 1956, para el tratamiento del LES; el fármaco se tolera bien, con pocos efectos adversos a largo plazo.
En un estudio reciente, la administración de hidroxicloroquina durante 5 días como medida de prevención luego de la exposición a pacientes con COVID-19 no se asoció con ningún beneficio clínico. Sin embargo, en ese estudio sólo se analizaron los efectos clínicos, pero no la infección confirmada por laboratorio, y de hecho, en la mayoría de los sujetos tratados no se realizó reacción en cadena de la polimerasa por transcripción reversa (RT-PCR por su sigla en inglés) para confirmar o descartar infección por SARS-CoV-2.
El objetivo del presente estudio fue determinar la eficacia de la administración de hidroxicloroquina durante 8 semanas para prevenir la infección por SARS-CoV-2 entre trabajadores de la salud; la infección se confirmó por medio de RT-PCR en hisopado nasofaríngeo y pruebas serológicas al inicio y a las 4 y 8 semanas de tratamiento.
Métodos
El presente subestudio tuvo un diseño a doble ciego, controlado con placebo y aleatorizado y se realizó en el contexto del Prevention and Treatment of COVID-19 With Hydroxychloroquine (PATCH), en 2 hospitales del sistema Penn Medicine: el Hospital of the University of Pennsylvania, un centro académico de 839 camas, y el Penn Presbyterian Medical Center, un hospital académico de 375 camas, entre 9 de abril y 14 de julio de 2020. La investigación finalizó prematuramente el 4 de agosto de 2020, por no alcanzar el reclutamiento esperado de 200 participantes. En el estudio se incluyeron 132 trabajadores de la salud de tiempo completo (médicos, enfermeros, asistentes de enfermería, técnicos y terapistas en medicina respiratoria); 125 de ellos estaban asintomáticos y tuvieron RT-PCR negativa en el primer hisopado nasofaríngeo. Los voluntarios fueron aleatoriamente asignados a placebo o a tratamiento con hidroxicloroquina (600 mg por día) durante 8 semanas. El criterio principal de valoración fue la incidencia de infección por SARS-CoV-2, confirmada por RT-PCR, en el transcurso de las 8 semanas de administración de hidroxicloroquina. Los efectos adversos, la interrupción del tratamiento, la aparición de anticuerpos específicos contra SARS-CoV-2, la frecuencia de prolongación del intervalo QTc y la evolución clínica de los sujetos que se infectaron fueron criterios secundarios de valoración.
Resultados
Entre los 132 participantes asignados a los grupos (mediana de 33 años [20 a 66 años]; 91 mujeres), 125 (94.7%) fueron aptos para el análisis del criterio principal de valoración. No se detectaron diferencias significativas ente los índices de infección entre los participantes asignados a placebo, respecto de los sujetos tratados con hidroxicloroquina (4 de 64; 6.3%, respecto de 4 de 61, 6.6%; p > 0.99). Los efectos adversos leves fueron más frecuentes entre los sujetos que recibieron hidroxicloroquina, respecto de los individuos del grupo placebo (45% y 26%, respectivamente; p = 0.04); en cambio, los índices de interrupción del estudio por efectos adversos fueron similares en los dos grupos (p = 0.81). La mediana de cambio del intervalo QTc (desde el inicio hasta la semana 4) tampoco difirió entre los grupos (4 milisegundos en el grupo de hidroxicloroquina, en comparación con 3 milisegundos en los sujetos asignados a placebo; p = 0.98). Seis de los 8 voluntarios que tuvieron infección por SARS-CoV-2 presentaron síntomas clínicos; ningún enfermo debió ser internado y todos tuvieron evolución clínica favorable.
Conclusión
La administración de hidroxicloroquina no es eficaz para evitar la infección por SARS-CoV-2 en el personal de salud, expuesto a pacientes con COVID-19. Se destaca, sin embargo, que los resultados deben interpretarse con precaución, ya que el estudio se interrumpió de manera prematura por la falta del reclutamiento planificado, de modo que pudo haber sido estadísticamente no apto para detectar diferencias clínicamente relevantes.
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