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Introducción y objetivos
Los atletas realizan actividad física en forma regular y llevan un estilo de vida saludable, y por ello se asume que la prevalencia de hipertensión (HTA) sería menor que en la población general. La información proveniente de estudios previos demuestra una aparente paradoja existente entre la prevalencia esperada y la observada en los atletas. El objetivo de este estudio fue evaluar la prevalencia actual de la hipertensión en atletas, analizar sus determinantes y el abordaje terapéutico utilizado en ellos, al ser evaluados en contexto de chequeos precompetitivos.
Sujetos y métodos
Se evaluaron 2040 atletas en forma consecutiva entre 2010 y 2015 en un único centro en Roma. Todos los sujetos participaban en competencias nacionales o internacionales en forma profesional y fueron sometidos a chequeos clínicos y cardiológicos.
Se clasificó a los sujetos evaluados en 4 grupos:
· Grupo 1, deportes de “habilidad”: golf, tenis de mesa, equitación, tiro, karate, arquería y navegación.
· Grupo 2, deportes de “poder”, predominantemente fuerza isométrica: levantamiento de pesas, tiro al blanco, lanzamiento de martillo, gimnasia lucha, y carrera de 100 metros o 200 metros.
· Grupo 3, deportes “mixtos”: que incluía fútbol, básquet, vóleibol, hándbol, waterpolo, tenis y pulseadas.
· Grupo 4: deportes de “resistencia”, remo, canotaje, natación, carreras de larga distancias y maratones, bicicleta, triatlón y pentatlón.
Las evaluaciones clínicas y cardiológicas se realizaron en un día de descanso, y ningún sujeto tomaba medicinas cardiovasculares al momento de la evaluación. Se analizó el antecedente familiar de HTA, y la toma de presión se llevó a cabo en un consultorio, en reposo. Se definió la presión arterial óptima con valores de presión sistólica <120 y diastólica <80 mm Hg, normal (sistólica entre 120 y 129 y diastólica entre 80 y 84 mm Hg), normal alta (sistólica entre 130 y 139 y diastólica entre 85 y 90 mm Hg), HTA grado 1 (140 a 159, y 90 a 99 mm Hg), y grado 2 (más de 160 de sistólica y/o diastólica mayor a 100 mm Hg). Se efectuaron estudios de bioimpedancia para evaluar la composición corporal, oftalmológicos, análisis de laboratorio y ergometría en bicicleta. Las evaluaciones de presión arterial se realizaron cada 6 meses, hasta 3 años de seguimiento. También se llevaron a cabo ecocardiogramas y se analizaron diferentes criterios de función ventricular sistólica, diastólica, y criterios de hipertrofia.
El análisis estadístico fue el convencional para estadística descriptiva y comparativa. Se realizó un análisis de regresión logística multivariable para evaluar factores predictivos independientes de HTA. Se consideró significativo un valor de p < 0.05.
Resultados
La edad promedio de toda la cohorte fue de 25 años, con predominio de sexo masculino. La presión arterial promedio fue de 114/73 mm Hg, y los valores fueron más elevados en hombres. Un cuarto de los sujetos presentaban antecedentes familiares de HTA. Se identificaron 960 deportistas con presión óptima, normal en 765, normal alta en 252, y se diagnosticó HTA en 65 casos (3.2%), uno de los cuales presentaba HTA de grado 2.
La mayoría de los hipertensos eran hombres (87%), sin diferencias entre los tipos de deportes que realizaban. En los sujetos deportistas con hipertensión se halló asociación con los antecedentes familiares, con el índice de masa corporal (IMC) y 22% eran obesos (por ejemplo un caso de levantador de pesas con IMC de 41). El porcentaje de grasa corporal fue de 29% en los obesos con HTA, frente a 17% en aquellos sin obesidad.
No se observaron diferencias en glucemia, pero sí un mayor nivel de colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad y un menor nivel de colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad en los hipertensos. La creatinina también fue mayor. Las evaluaciones oftalmológicas fueron normales. En las ergometrías los hipertensos alcanzaron cifras de presión más elevadas ante el esfuerzo con peor rendimiento.
Con respecto a la evaluación ecocardiográfica, los hipertensos presentaban mayor remodelado del ventrículo izquierdo (evaluado mediante grosor parietal, cavidad ventricular, y masa, con mayor remodelado excéntrico, p < 0.05).
Se realizó un análisis de regresión logística y se comprobó que los únicos dos factores que se asociaron de manera independiente con la presencia de HTA fueron el antecedente familiar (105% más riesgo de HTA) y el índice de masa corporal (32% más de riesgo de HTA en los sujetos con IMC elevado).
Los autores comprobaron que en 5 atletas la HTA resultó secundaria (a enfermedades tiroideas, renovasculares y drogas, y estos sujetos fueron apropiadamente diagnosticados y tratados). Los otros 60 casos fueron interpretados como HTA esencial, e iniciaron cambios higiénico-dietéticos. Con ello, sólo tres atletas permanecieron con cifras elevadas, e iniciaron tratamiento farmacológico. Luego de 18 meses de seguimiento todos los participantes se hallaban normotensos con las intervenciones mencionadas.
Discusión y conclusiones
Los autores refuerzan el concepto acerca de la baja prevalencia de hipertensión en los atletas (3% en esta cohorte), y parece ser menor que en la población general (los autores refieren que en una cohorte de jóvenes italianos la prevalencia fue de 11%), y otros estudios demostraron prevalencias similares.
La asociación entre la HTA y los antecedentes familiares y el IMC era esperada; sin embargo, no se corroboró lo señalado previamente en la bibliografía en relación con que ciertos tipos de deportes presentaban mayor probabilidad de asociarse con HTA, por ejemplo el levantamiento de pesas, fútbol americano y béisbol. Como el IMC podría no ser el mejor evaluador de obesidad en los atletas, se utilizó la evaluación mediante el porcentaje de grasa corporal, y se pudo comprobar que los hipertensos presentaban mayor grasa corporal.
La relación con el estilo de vida fue evaluada, y evidentemente tuvo una gran influencia, ya que en 57 de los 60 sujetos identificados como HTA esencial, las intervenciones higiénico dietéticas se asociaron con normalización de los valores de presión. Sin embargo, los autores sugieren evaluar siempre en los atletas jóvenes el abuso de antiinflamatorios, la ingesta inapropiada de sal, la presión psicosocial, o el abuso de anabólico esteroides.
Se hallaron 5 casos de hipertensión secundaria, que representaban un 8% del total de hipertensos, y esta tasa fue similar a la reportada previamente en otros estudios. Todos estos casos fueron diagnosticados y tratados apropiadamente, y dado que no presentaban daño en órganos diana, los atletas reiniciaron sus actividades en forma completa.
En cuanto a los hallazgos cardíacos se destaca que la mayoría de los hipertensos presentaban una geometría ventricular izquierda normal o una hipertrofia excéntrica, sin embargo un 6% de los casos presentó hipertrofia concéntrica, y por ello, la hipertrofia concéntrica debería ser vista con precaución porque podría ser expresión de alguna patología, con la cardiopatía hipertensiva y otras hipertrofias.
Otro hallazgo relevante es que los hipertensos presentaron peor desempeño en las ergometrías, y en dicho sentido un estudio previo había demostrado que el consumo de oxígeno era 15% menor que en los no hipertensos. Este fenómeno podría atribuirse a una disfunción vascular subclínica, con mayor rigidez.
Como limitaciones del estudio, se describe que la mayoría de los sujetos eran de etnia caucásica y muy jóvenes. Por otro lado, es posible que muchos atletas ya hayan tenido evaluaciones médicas previas, lo que puede sesgar la prevalencia real de HTA en este estudio. Finalmente, no se incluyeron jugadores de fútbol americano, los cuales presentan en estudios previos una elevada tasa de HTA.
En conclusión, la prevalencia de HTA en atletas es baja (3%), y se encuentra ampliamente relacionada con los antecedentes familiares y el sobrepeso. En la mayoría de los casos, las modificaciones en el estilo de vida fueron suficientes para alcanzar un control óptimo de las cifras de presión arterial.
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