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Introducción
Los síntomas de infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés) pueden persistir durante meses, definidos en las pautas clínicas del Reino Unido como enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés) sintomática en curso (signos y síntomas de 4 a 12 semanas después del inicio) o síndrome post-COVID-19 (> 12 semanas después del inicio). Estos síntomas se denominan en conjunto como COVID prolongada. Esta se caracteriza por una variedad de manifestaciones en todos los sistemas de órganos, que incluyen fatiga, dificultad para respirar y deterioro cognitivo, a menudo con períodos fluctuantes de bienestar seguidos de una recaída. La eficacia de la vacunación para evitar o atenuar la COVID prolongada se desconoce.
El objetivo de la presente investigación fue estimar las asociaciones entre la vacunación contra la COVID-19 y los síntomas de COVID prolongado en adultos con infección por SARS-CoV-2 antes de la vacunación.
Métodos
El presente estudio observacional de cohortes fue realizado en el Reino Unido. Se incluyeron 28 356 participantes de 18 a 69 años que recibieron al menos una dosis de vacuna contra la COVID-19 después de dar positivo por infección por SARS-CoV-2. Se definió el momento de la infección como la fecha del primer resultado positivo de una prueba de hisopado o de anticuerpos (ignorando los resultados de un análisis de sangre después de la primera vacunación) o la fecha en que los participantes pensaron por primera vez que tenían COVID-19, que posteriormente se confirmó con un resultado positivo de la prueba. El criterio de valoración principal fue la presencia de síntomas de COVID prolongado al menos 12 semanas después de la infección por SARS-CoV-2 durante el período de seguimiento del 3 de febrero al 5 de septiembre de 2021.
Resultados
La media de edad de los participantes fue de 46 años, el 55.6% (n = 15 760) eran mujeres y el 88.7% (n = 25 141) eran de etnia blanca. La mediana de seguimiento fue de 141 días desde la primera vacunación (entre todos los participantes) y de 67 días desde la segunda vacunación (83.8% de los participantes).
Un total de 6729 participantes (23.7%) informaron síntomas de COVID prologada de cualquier gravedad al menos una vez durante el seguimiento. Antes de la vacunación, las probabilidades de experimentar COVID prolongada cambiaron poco con el tiempo (-0.3% por semana, intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: -0.9% a 0.2%, p = 0.25). La primera dosis de vacuna se asoció con una disminución inicial del 12.8% (IC 95%: -18.6% a -6.6%, p < 0.001) en las probabilidades de COVID prolongado, con datos posteriores compatibles con aumentos y disminuciones en la trayectoria (0.3% por semana, IC 95%: -0.6% a 1.2% por semana, p = 0.51) entre la primera y la segunda dosis. La segunda dosis se asoció con una disminución inicial del 8.8% (IC 95%: -14.1% a -3.1%, p = 0.003) en las probabilidades de COVID prolongado, con una disminución posterior del 0.8% por semana (IC 95%: -1.2% a -0.4% por semana, p < 0.001).
Un total de 4747 participantes (16.7%) informaron COVID prolongada que resultó en una limitación de las actividades al menos una vez durante el seguimiento. La primera dosis de vacuna se asoció con una disminución inicial del 12.3% (IC 95%: -19.5% a -4.5%, p = 0.003) en las probabilidades de COVID prolongada que limita la actividad, seguida de una trayectoria incierta (0.9% por semana, IC 95%: -0.2% a 1.9%, pm= 0.11) hasta que se administró la segunda dosis. La segunda dosis de vacuna se asoció con una disminución inicial del 9.1% (IC 95%: -15.6% a -2.1%, p = 0.01) en las probabilidades de COVID prolongada que limita la actividad, seguida de -0.5% por semana (IC 95%: -1.0% a 0.05%, p = 0.08) hasta el final del seguimiento.
No se encontró heterogeneidad en las asociaciones entre la vacunación y la COVID prolongada por características sociodemográficas, estado de salud, ingreso hospitalario con COVID-19 agudo, tipo de vacuna o duración desde la infección por SARS-CoV-2 hasta la vacunación.
Las probabilidades de experimentar la mayoría de los síntomas, así como más de tres o más de cinco síntomas juntos, inicialmente disminuyeron numéricamente después de cada vacunación. Después de la primera dosis de vacuna, las mayores disminuciones numéricas se observaron en la pérdida del olfato (-12.5%, IC 95%: -21.5% a -2.5%, p = 0.02), la pérdida del gusto (-9.2%, IC 95%: -19.8% a 2.7%, p = 0.13) y la dificultad para dormir (-8.8%, IC 95%: -19.4% a 3.3%, p = 0.15). Después de la segunda dosis de vacuna, las mayores disminuciones numéricas se observaron en la fatiga (-9.7%, IC 95%: -16.5% a -2.4%, p = 0.01), el dolor de cabeza (-9.0%, IC 95%: -18.1% a 1%, p = 0.08) y la dificultad para dormir (-9.0%, IC 95%: -18.2% a 1.2%, p = 0.08). De forma similar, la COVID prolongada en general, las probabilidades de experimentar la mayoría de los síntomas individuales y más de tres o más de cinco síntomas juntos disminuyeron numéricamente después de la primera dosis de la vacuna. Las tendencias fueron generalmente al alza entre la primera y la segunda dosis de la vacuna, y la mayoría volvió a una tendencia decreciente o plana después de la segunda dosis.
Conclusiones
En el presente estudio se observó que la probabilidad de síntomas de COVID prolongada disminuye después de la vacunación contra la COVID-19 y las pruebas sugieren una mejora sostenida después de una segunda dosis, al menos durante la mediana de seguimiento de 67 días. La vacunación puede contribuir a una reducción de la carga de salud de la población de COVID prolongada, aunque se necesita un seguimiento más largo.
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