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Introducción
El dolor crónico (DC) es un problema sustancial en la salud pública. Los factores biológicos, psicológicos y sociales influyen en él según el modelo psicosocial. Diversas investigaciones demostraron que el apoyo social se asoció con la funcionalidad física y psicológica de los individuos con DC. La pandemia por enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) y las medidas de distanciamiento social produjeron un impacto significativo en las personas en todo el mundo, especialmente en aquellas con enfermedades preexistentes, como el DC. Se halló que el aislamiento social se asoció con mayor impacto del dolor en la funcionalidad y la adaptación de los pacientes y que el apoyo social fue un factor de protección para la discapacidad en esta población. Otras variables del ámbito social, como el nivel económico y la educación, también se asociaron con el DC. Si bien las medidas de distanciamiento social durante los períodos de cuarentena fueron necesarias para el control de la COVID-19, las investigaciones publicadas demostraron que se asociaron con mayor riesgo para las personas con DC, como los relacionados con la falta de atención médica, la intensificación del dolor, el impacto emocional y la fatiga. Durante las primeras fases de la cuarentena, los pacientes no recibieron siempre tratamiento porque los profesionales de la salud estaban enfocados en la COVID-19 o porque no concurrieron a los hospitales por temor a la infección. En conjunto, los hallazgos de los estudios disponibles indicaron que las medidas de distanciamiento social durante la cuarentena tuvieron un impacto negativo en la funcionalidad física, psicológica y social de los pacientes con DC. Según los autores, estos estudios se centraron en las primeras etapas de las cuarentenas nacionales.
El objetivo de este ensayo fue mejorar la comprensión de los efectos de las medidas de distanciamiento social frente a la COVID-19 en los individuos con DC residentes en España durante las últimas etapas de la cuarentena.
Métodos
Los criterios de inclusión para el presente estudio fueron residir en España durante la cuarentena, presentar DC, tener acceso a internet, edad de 18 años o más, saber leer y escribir en español y dar un consentimiento informado. El DC se definió como el dolor presente durante al menos 3 meses, según la definición de la International Association for the Study of Pain. Para reunir la muestra de participantes se utilizaron redes sociales (como Facebook y Twitter) para publicitar el estudio y distribuir un enlace a una encuesta en línea disponible entre el 3 de junio y el 30 de julio de 2020. Los participantes proporcionaron información sobre los aspectos sociodemográficos, el dolor, la fatiga, la salud percibida y la calidad de vida. Se determinó la influencia de las medidas de distanciamiento social sobre la experiencia del dolor (la intensidad de los episodios) y el tratamiento recibido (el alivio obtenido), la fatiga y cualquier cambio en el dolor y la fatiga en comparación con la situación previa al aislamiento. También, se evaluó cómo percibían su salud y su calidad de vida y si estas variables (dolor, fatiga, salud percibida y la calidad de vida) se asociaron con las características demográficas (sexo, edad) y sociales (educación, estado civil e ingresos mensuales del hogar).
Resultados
Un grupo de 361 adultos con dolor respondió a la encuesta en línea; 243 tenían DC. La muestra se conformó mayoritariamente por mujeres (86%), con estudios universitarios (61%), casadas o que vivían con su pareja (52%) y con una edad promedio de 40.95 años (desviación estándar [DE]: 15). La mayoría de los participantes perteneció a los grupos económicos de clase media y alta (67%).
Los participantes informaron una intensidad promedio del dolor de 5.08 (DE: 1.97), con una tendencia hacia el extremo superior de la escala. Una intensidad de 5 en una escala de 0 a 10 se considera dolor moderado y merece tratamiento. También, los participantes informaron interferencias en el tratamiento del dolor y un número significativo, el aumento de la intensidad del dolor durante el confinamiento (n = 109; 45%). Del mismo modo, a pesar de que la fatiga se informó en el rango inferior, la mayoría de las personas señaló que esta empeoró durante el aislamiento (n = 149; 62%). A pesar de ello, los participantes se percibieron con buena salud y buena calidad de vida. En cuanto al sexo, se demostró que solo hubo diferencias significativas en los puntajes de intensidad y que las mujeres informaron mayor intensidad del dolor. Sin embargo, no hubo diferencias estadísticamente significativas asociadas con la edad para el resto de las variables del estudio (intensidad del dolor, fatiga, salud percibida y calidad de vida). Los participantes con estudios universitarios informaron una mejor percepción de la salud, estadísticamente significativa, que los individuos sin estudios o con estudios básicos (p = 0.045) y una mejor calidad de vida que los individuos con estudios secundarios (p = 0.020). En cuanto a los ingresos mensuales del hogar, a menores ingresos familiares mensuales se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la fatiga (p = 0.019) y la calidad de vida percibida (p = 0.016).
Discusión y conclusión
Los autores señalan que de esta investigación se pueden extraer dos hallazgos clave: en primer lugar, la intensidad del dolor y la fatiga fueron moderadas y los participantes informaron dificultades importantes para conseguir el alivio del dolor debido al distanciamiento social y a las diversas medidas de salud pública aplicadas en España. Sin embargo, la percepción de la salud y la calidad de vida fueron buenas. En segundo lugar, los datos no mostraron diferencias relacionadas con la edad en los criterios de valoración (intensidad del dolor, fatiga, salud percibida y calidad de vida). Sin embargo, las mujeres informaron puntajes más altos en la intensidad del dolor, aunque no se observó que el sexo afectara las demás variables. Los participantes con mayor nivel de estudios y económico manifestaron una mejor percepción de la salud y la calidad de vida. Estos resultados fueron congruentes con los estudios que demostraron que durante el confinamiento los individuos con DC tuvieron menor capacidad para el tratamiento del dolor y acceso restringido a la atención de salud. También, concordaron con ensayos anteriores que indicaron que las medidas de distanciamiento social durante el aislamiento se asociaron con el empeoramiento de la fatiga, la intensidad del dolor y las dificultades para acceder al tratamiento del dolor entre los pacientes con DC. Además, las investigaciones publicadas indicaron que el impacto en la salud de la pandemia por COVID-19 fue superior en las personas con DC que en la población general. Este estudio demostró que este impacto es duradero y, por lo tanto, es necesario elaborar estrategias específicas para esta población.
En conclusión, los resultados obtenidos indicaron que se debe prestar especial atención a los pacientes con DC durante las crisis sanitarias de emergencia como la actual. En especial en las mujeres, se comprobó que los menores ingresos familiares mensuales y un menor nivel de educación se asociaron con mayor dolor y fatiga. Esta crisis mundial de salud brindó la oportunidad de identificar las necesidades estratégicas y las desigualdades básicas, como el acceso a los servicios médicos y el enfoque adecuado en la atención al dolor, que deben abordarse.
Como limitaciones de este estudio, los investigadores señalan el tamaño relativamente pequeño de la muestra y el diseño, que no permitió obtener asociaciones causales. Se necesitan más trabajos, idealmente con un tamaño más grande de muestra, para establecer la validez de los hallazgos. Con respecto al diseño del estudio, permitió evaluar las asociaciones concurrentes entre las variables del estudio, pero no las causales. A pesar de sus limitaciones, los resultados del presente estudio proporcionaron información adicional sobre la importancia de los efectos a largo plazo del confinamiento social durante la cuarentena en pacientes con DC.
Las conclusiones pueden utilizarse para informar sobre las políticas y las respuestas específicas para futuras oleadas de COVID-19 y pandemias en las que se deban aplicar medidas de distanciamiento social.
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