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Introducción
Estudios previos han demostrado el impacto negativo de la pandemia de COVID-19, y de las medidas de contención relacionadas, sobre la salud mental de distintos grupos de pacientes. En particular, el estrés, las alteraciones en el ciclo sueño-vigilia, y el incremento en las manifestaciones de ansiedad y depresión como consecuencia de la pandemia y el aislamiento, aumentan la probabilidad de infección en las personas con enfermedades crónicas y los pacientes inmunosuprimidos (por ejemplo, los receptores de trasplante de órganos); en efecto, se ha informado con anterioridad que la inmunosupresión crónica es un factor de riesgo conocido para las infecciones virales y bacterianas. Por otro lado, es fundamental contrarrestar la respuesta antiviral inflamatoria descontrolada y prevenir el rechazo del injerto en pacientes trasplantados.
Uno de los aspectos característicos de la rutina de los pacientes trasplantados es que, luego de la operación, deben someterse a cierto grado de aislamiento, con atención especial a su ambiente vital y reducción de la interacción social, debido al tratamiento inmunosupresor. Tales condiciones pueden conducir a la aparición de trastornos mentales en receptores de trasplante de riñón; el riesgo de aparición de trastornos mentales en esta población podría incrementarse, como consecuencia del aislamiento social impuesto como parte de la respuesta a la pandemia de COVID-19, además del aislamiento inherente a la conducta posoperatoria en individuos receptores de trasplantes.
El objetivo del estudio fue explorar el impacto de la pandemia de COVID-19 y el aislamiento asociado sobre la percepción de salud en general, el cumplimiento terapéutico y el estado emocional de receptores de trasplante renal, evaluar la calidad de vida, y los síntomas mentales y rasgos relevantes del receptor, durante la pandemia de COVID-19.
Métodos
El estudio incluyó receptores de trasplante de riñón, de ambos sexos, con edad entre 23 y 75 años, y nivel educativo secundario o superior, evaluados en la unidad de trasplante de órganos del Hospital Universitario de Catania, Italia, entre los meses de marzo y junio de 2020. Los participantes fueron contactados por teléfono para vigilar su bienestar psicofísico, el cumplimiento terapéutico y garantizar el apoyo psicológico. Debido a las modificaciones impuestas como respuesta ante la pandemia, se diseñó un protocolo digital para el seguimiento de los enfermos de consulta externa del centro de trasplantes; como parte del protocolo, se elaboró un cuestionario especial para la evaluación del estado emocional y el bienestar psicofísico de los pacientes, durante el período de aislamiento por la COVID-19. El cuestionario, que consistió en ocho preguntas, sirvió para determinar la carga percibida por el paciente como consecuencia de la pandemia de COVID-19; a mayor puntuación, mayor carga percibida. Los autores aplicaron, además, el Middlesex Hospital Questionnaire (MHQ), para cuantificar la ansiedad fluctuante, ansiedad fóbica, rasgos obsesivo-compulsivos, síntomas somáticos, depresión e histeria. Igualmente, emplearon el cuestionario de salud SF-36, que permite evaluar, entre otros ámbitos, la vitalidad, el desempeño físico, el dolor somático y la percepción global de salud; a menor puntuación, mayor discapacidad. Por último, los autores decidieron comparar la puntuación del índice de salud mental y el índice de salud física, medidos con el SF-36, entre el período de la pandemia y el año previo. Para el análisis estadístico se emplearon el coeficiente de correlación de Pearson, análisis de regresión lineal multivariado, y la prueba de la t de Student para muestras pareadas. Los valores de p < 0.05 fueron considerados significativos.
Resultados
En total, participaron 89 pacientes receptores de trasplante renal, de los cuales 50% reportó no haber sufrido modificaciones en la percepción de su estado de salud general frente al período previo a la pandemia. Específicamente,48.3% reportó tener buena salud general y 12.1% indicó que su salud era pasable.
En cuanto a las preocupaciones referidas a la salud, el 37.9% de los participantes señaló sentirse “más preocupado de lo habitual” y 12.1% “mucho más preocupado de lo habitual”; en cuanto a la experiencia emocional asociada con el aislamiento impuesto por el gobierno; el 27.6% de los receptores aseveró haber percibido un cambio emocional “suficiente” y 10.3% un “gran cambio”. Al evaluar el ítem del cuestionario referido al estado emocional, que permitió escoger de entre varias opciones, los autores indicaron que 41.4% de los participantes reportaron ansiedad y 17.2%, baja energía y apatía.
De los participantes, 15.5% reportó empeoramiento de la calidad del sueño. Por otro lado, 34.8% de los receptores indicó sentir, “en algunas ocasiones”, temor de asistir a las consultas de seguimiento en el centro de trasplantes, mientras que 30.4% señaló sentir tal temor “frecuentemente”.
De acuerdo con lo observado por los autores, la pandemia y el período de aislamiento asociado no parecieron tener efecto sobre el cumplimiento del tratamiento inmunosupresor, que fue aparentemente adecuado en 93.1% de la muestra.
Al emplear la correlación de Pearson, se resaltaron asociaciones positivas significativas entre algunas variables demográficas y la carga percibida por el paciente como consecuencia de la pandemia, el SF-36 y el MHQ. De tal modo, se demostró una asociación significativa con la carga percibida de las variables de edad, nivel de educación, tiempo en diálisis y años desde el trasplante (p < 0.05, en todos los casos). En cuanto a los síntomas principales y los rasgos relevantes evaluados con el MHQ, las obsesiones y la histeria estuvieron correlacionadas positivamente con la carga percibida por la pandemia (p < 0.05, en ambos casos). Igualmente, se registró una asociación significativa entre edad y obsesiones, y nivel de educación y somatizaciones (p < 0.05, en ambos casos); además, a mayor nivel educativo, mejor salud mental, según el SF-36 (p < 0.05). No se informaron correlaciones significativas entre las variables de calidad de vida y carga por la pandemia de COVID-19; tampoco hubo asociación significativa entre la variable predictiva (carga por la pandemia) y las variables de evaluación (ansiedad, fobia, obsesiones, depresión, histeria) en el MHQ, al aplicar el análisis multivariado. Sin embargo, se encontró una asociación significativa entre la carga por la pandemia y las somatizaciones, en el MHQ (p = 0.006).
Por último, la prueba de la t de Student pareada no señaló diferencias en cuanto al índice de salud mental ni el índice de salud física, según el SF-36, entre el período del aislamiento por la pandemia y el año previo.
Discusión
Los autores subrayaron que, en general, la salud mental de los receptores de trasplante renal evaluados en el estudio no pareció haber sido afectada negativamente como consecuencia de la pandemia de COVID-19 y el aislamiento subsecuente; incluso, los investigadores arguyeron que el uso de las tecnologías digitales de comunicación permitieron compensar el impacto del aislamiento sobre la interacción social. Se planteó que, a pesar de lo informado recientemente en la literatura en cuanto al aumento de los trastornos de la salud mental, relacionados con la pandemia, los receptores de trasplantes evaluados parecieron haber manejado el aislamiento bastante bien (al menos durante el período evaluado), no obstante la percepción del cambio y el aumento en el riesgo al cual están expuestos estos individuos, como consecuencia de la inmunosupresión. De acuerdo con lo señalado por los propios participantes durante el seguimiento remoto, la experiencia del trasplante había servido como preparación para la pandemia, al estar ya entrenados en cuanto a la atención a la higiene personal, la prevención de posibles infecciones, el uso de mascarillas y la evitación de multitudes.
Se hizo hincapié en la asociación significativa entre la carga percibida por la pandemia de COVID-19, como variable predictiva, y la somatización como variable de evaluación, en el MHQ. Los datos indicaron que un evento vital estresante, en este caso la pandemia y el aislamiento subsecuente, podría precipitar la aparición de la enfermedad o modificar su evolución; los síntomas somáticos podrían interferir con el tratamiento, conducir al uso frecuente del sistema de salud, reducir la calidad de vida y el desempeño general, de manera no enteramente justificada por el cuadro subyacente. Las intervenciones psicoterapéuticas y psicoeducativas, orientadas al tratamiento del estrés, en combinación con psicofarmacología o como enfoque de primera línea, podrían mejorar el estilo de vida y el cuidado propio, la capacidad de adaptación, la calidad de vida y el cumplimiento terapéutico en receptores de trasplante renal.
Se admitieron algunas limitaciones del estudio, principalmente la naturaleza observacional y transversal, que impidió extraer conclusiones causales; el instrumento empleado para la recolección de los datos, que pudo haber introducido sesgos; finalmente, el período de observación fue corto, y los investigadores advirtieron que, en la segunda ola de la pandemia, es probable que en estos pacientes se observasen más alteraciones en la salud mental. Estudios de seguimiento futuros, longitudinales, permitirán evaluar más detalladamente las implicaciones psicológicas a largo plazo en esta población.
En conclusión, los receptores de trasplante evaluados en el estudio parecieron haber manejado el aislamiento relacionado con la pandemia por COVID-19 de modo adecuado, gracias al uso de las tecnologías de comunicación remota, la preparación previa como parte del trasplante y las modificaciones inherentes al estado de inmunosupresión, y la interrupción de las consultas presenciales en los centros de trasplante. Los autores opinan que el esquema de seguimiento digital podría mantenerse para vigilar tanto la evolución clínica como psicológica de los receptores de trasplante renal, a largo plazo, y detectar tempranamente la presencia de alteraciones psicopatológicas o cambios en la capacidad de adaptación de los pacientes, en el contexto de la pandemia.
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