Diversas vacunas contra la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) se asocian con eficacia comprobada para la prevención de la enfermedad causada por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2), originada en Wuhan, China, en diciembre de 2019, aún hoy en estado de pandemia.
En el presente estudio se describe un paciente sano de 51 años que presentó síndrome nefrótico secundario a enfermedad de cambios mínimos (ECM) luego de la aplicación de la vacuna de Janssen Ad26.COV.2.
El paciente no presentaba comorbilidades; fue vacunado contra COVID-19 el 13 de abril de 2021. Siete días después de la inmunización presentó edema y orina espumosa; el edema se agravó rápidamente y el volumen de orina se redujo. A los 28 días de la vacunación debió ser internado, con un aumento de peso de 21 kg en ese lapso. Los niveles séricos de creatinina eran de 1.54 mg/dl, en tanto que la proteinuria de 24 horas fue de 8.6 g. El estudio microscópico de la biopsia renal no mostró anormalidades en los glomérulos o el intersticio de la corteza y la médula, pero la microscopía electrónica reveló borramiento difuso de los podocitos, hallazgo que motivó el diagnóstico de ECM.
El paciente fue tratado con dosis altas de esteroides; en el transcurso de los 3 días siguientes, la función renal mejoró considerablemente. A las tres semanas de comenzado el tratamiento, la concentración sérica de creatinina disminuyó a 0.95 mg/dl, en tanto que el cociente urinario de proteína y creatinina disminuyó a 0.2 g/g.
Discusión
En el presente estudio se describe por primera vez un paciente sano que presentó ECM luego de la aplicación de la vacuna Ad26.COV2.S; el paciente presentó síndrome nefrótico, proteinuria grave y daño renal agudo.
La vacuna Ad26.COV2.S es una vacuna con vector de adenovirus tipo 26 sin capacidad de replicación que codifica para la variante estabilizada de la proteína de SARS-CoV-2. La vacuna se administra en una única dosis de 5 × 1010 partículas virales por vía intramuscular. La vacuna tiene una eficacia de 66.1% (intervalo de confianza del 95% de 55% a 74.8%) para prevenir COVID-19 moderada a grave y muy grave. Se han referido diversos efectos adversos asociados con la vacunación, entre ellos eventos tromboembólicos, tinnitus, e hipersensibilidad en el sitio de vacunación; sin embargo, no se han comunicado efectos adversos renales.
El borramiento difuso de los pies de los podocitos, un trastorno que se observa en la microscopía electrónica, es característico de la ECM. Aunque la fisiopatogenia de la enfermedad aún no se conoce, el daño de los podocitos obedecería a factores circulantes liberados por los linfocitos T. Diversos estudios mostraron aumento del porcentaje de linfocitos T supresores CD8+ y de células colaboradoras Th2 que liberan diversas citoquinas, entre ellas interleuquina (IL) 4, IL-5, IL-9, IL-10 e IL-13. Se han comunicado diversos casos de síndrome nefrótico de reciente aparición en asociación con daño de los podocitos, en COVID-19. Los podocitos expresan la enzima convertidora de angiotensina 2, el receptor para SARS-CoV-2. El presente caso también sugiere que las vacunas con adenovectores virales contra COVID-19 podrían afectar la función de las células T; el trastorno aparece rápidamente después de la vacunación.
Se han referido varios casos de ECM luego de la aplicación de vacunas contra COVID-19; todos los casos aparecieron en el transcurso de los 10 días que siguieron a la aplicación de la primera dosis. Los hallazgos histopatológicos fueron compatibles con ECM en todos los enfermos. Sin embargo, la mayoría de los casos de ECM se describieron en pacientes que recibieron vacunas con ARN mensajero; el paciente referido en la presente ocasión había recibido, en cambio, una vacuna con vectores adenovirales. El tratamiento con esteroides fue altamente eficaz, con excepción de un enfermo que tenía enfermedad renal crónica subyacente. Los dos tipos de vacunas pueden afectar la regulación inmunológica, especialmente la inmunidad mediada por células, con riesgo de ECM de nueva aparición o recurrente.
El síndrome nefrótico secundario a ECM ha sido descripto con anterioridad con otras vacunas, como la vacuna contra la influenza, la vacuna contra la hepatitis B, la vacuna antineumocócica y la vacuna contra el sarampión. La mayoría de los casos ocurrieron en el transcurso de 2 semanas posteriores a la inmunización y muchos enfermos presentaron daño renal agudo grave. Por lo tanto, los profesionales deben estar alertas por la posible aparición de proteinuria y edemas, luego de la vacunación.
Conclusión
El presente caso pone de manifiesto la posibilidad de aparición de síndrome nefrótico, secundario a ECM, luego de la aplicación de una vacuna con vectores contra COVID-19. Si bien la fisiopatogenia del trastorno es incierta, los posibles efectos adversos renales luego de la vacunación deben ser tenidos muy en cuenta.
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