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Introducción
En diciembre de 2019 se comunicaron los primeros casos de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés) en Wuhan, China; el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró el estado de pandemia, con lo cual todos los países del mundo debieron crear y activar protocolos de prevención y asistencia de los enfermos. En Argentina, el primer caso confirmado de COVID-19 se comunicó el 3 de marzo de 2020, en tanto que el 19 del mismo mes, mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia, las autoridades decretaron el asilamiento social, preventivo y obligatorio.
Diversos estudios describieron las consecuencias de las pandemias y otras tragedias humanas sociales o económicas sobre la salud mental de las personas. El estrés no tratado o tratado incorrectamente se asocia con múltiples consecuencias deletéreas, económicas, sociales y psicológicas (trastornos de ansiedad, depresión, violencia doméstica, consumo de drogas ilícitas, abuso de alcohol y comportamiento suicida). La duración del confinamiento, el temor al contagio, la frustración y el aburrimiento son algunos de los factores que determinan las consecuencias psicológicas del confinamiento, asociado con ansiedad, temor y diversos trastornos mentales. Los síntomas son incluso más pronunciados en los países con bajos recursos socioeconómicos y con porcentajes elevados de trabajadores independientes. Se han referido índices altos de trastorno depresivo mayor y trastorno de estrés postraumático, en relación con el confinamiento.
El objetivo del presente estudio fue conocer las consecuencias psicológicas de la pandemia de COVID-19 y del confinamiento en Argentina, para lo cual se creó una entrevista que permitió detectar el temor a COVID-19, la presencia de síntomas depresivos y el incremento del consumo de alcohol.
Pacientes y métodos
El estudio tuvo un diseño transversal de observación y se llevó a cabo en una muestra aleatoria de la población general. La encuesta se envió de manera electrónica a sujetos de más de 18 años, usuarios de redes sociales y que firmaron el consentimiento informado. La encuesta fue distribuida entre 23 y 30 de abril de 2020.
Se analizaron las características sociodemográficas (edad, sexo, nivel educativo, empleo, número de convivientes y lugar de residencia), económicas y clínicas. Los participantes refirieron su nivel de acuerdo o desacuerdo con el aislamiento social, preventivo y obligatorio y la magnitud de la disminución de los ingresos durante la cuarentena. Se determinó la presencia de factores de riesgo de COVID-19, el temor a la enfermedad (con la Fear of COVID-19 Scale [FCS]), el estado de ánimo depresivo (tristeza, pérdida de energía, pérdida del sentido de la vida) y el aumento del consumo de alcohol. También se indagó acerca del temor al contagio de personas allegadas. La magnitud de las correlaciones se determinó con coeficientes de correlación de Pearson.
Resultados
En la encuesta participaron 759 personas (577 de sexo femenino); más de la mitad de los participantes refirió estudios universitarios y el 81.4% tenía trabajo. Un porcentaje significativo de los encuestados presentó factores de riesgo para COVID-19.
El puntaje promedio en la FCS fue de 16.97 puntos, con correlaciones intermedias y positivas entre la edad y los valores obtenidos en la escala (r de Pearson = 0.37). El mayor temor al contagio se observó entre los participantes de 55 a 59 años (18.04 puntos en promedio), en tanto que en la población de 70 años o más, el puntaje fue de 14.95 en promedio, el más bajo de toda la muestra. Las mujeres presentaron puntajes significativamente más altos que los hombres (17.66 y 14.72 puntos respectivamente). Los sujetos con empleo en relación de dependencia y por cuenta propia tuvieron puntajes significativamente más bajos de temor a COVID-19; en cambio, los niveles más altos se observaron entre los jubilados y los desempleados.
El 70% refirió temor a contagiar a su grupo familiar; se observó una relación inversa entre el temor al contagio y la edad de los participantes. En temor se asoció, de manera positiva, con el número de convivientes en el hogar.
Un total de 345 voluntarios (45%) refirieron sentimientos de tristeza durante el confinamiento; este sentimiento fue más frecuente en los más jóvenes. El 13% refirió aumento de consumo de alcohol; este patrón fue más común entre los jóvenes, con correlación fuerte y negativa con la edad (r = -0.9435). Sólo el 5% refirió ideas de desesperanza y esta percepción fue más frecuente entre los sujetos de más de 65 años (11.1%).
Los síntomas de estado depresivo se asociaron con el nivel de disminución de los ingresos económicos, desde el inicio de la cuarentena. Los sujetos que tuvieron reducción de los ingresos del 80% o más fueron los que presentaron alteraciones más importantes del estado de ánimo.
Los pacientes con diabetes y enfermedad cardiovascular fueron los que refirieron mayor temor al contagio. El 91.8% de los participantes estuvo de acuerdo con las medidas de confinamiento; el porcentaje se mantuvo elevado incluso al considerar la pérdida de ingresos económicos, como consecuencia de la cuarentena. El 100% de los participantes de 65 a 69 años refirió estar de acuerdo con las medidas implementadas por las autoridades.
Conclusión
Los resultados del presente estudio realizado en una muestra de la población general de Argentina confirman las consecuencias del aislamiento social, preventivo y obligatorio sobre la salud mental de los habitantes del país. Las personas de 55 a 59 años fueron las que refirieron mayor temor al contagio, mientras que el menor nivel de temor se registró entre los sujetos de 70 años o más. Los jóvenes tuvieron niveles altos de tristeza y pérdida de energía, desde el inicio de la cuarentena; estos participantes, en particular, refirieron haber aumentado el consumo de alcohol. Se destaca el nivel elevado de aceptación de las medidas de confinamiento. Los resultados son de relevancia clínica decisiva para identificar aquellos grupos más vulnerables y con más riesgo de presentar sintomatología psicopatológica. Los hallazgos, sin duda, permitirán diseñar estrategias de prevención e implementar terapias focalizadas.
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