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Introducción
La enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID-19 por su sigla en inglés), causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS] CoV-2) surgió en diciembre de 2019 en China y se propagó rápidamente al resto del mundo. El rastreo eficaz, el diagnóstico rápido y el aislamiento de los pacientes infectados representan las principales medidas para prevenir la transmisión del virus. Sin embargo, para su implementación es necesario un conocimiento preciso de las manifestaciones clínicas iniciales de la enfermedad. Los primeros estudios realizados en la China revelaron diversos signos y síntomas inespecíficos relacionados con COVID-19, como fiebre, tos seca, disnea, mialgias y anorexia. Más recientemente se describieron asociaciones entre la enfermedad y disfunciones olfatorias y gustativas (DOG). En el Reino Unido se produjo un aumento importante en el número de pacientes que consultaron por la aparición de DOG y en Irán se describió un brote de pérdida del olfato. Según un grupo de investigadores, la disfunción olfatoria podría ser un síntoma de COVID-19 poco reconocido. En este escenario, la British Association of Otorhinolaryngology y la American Academy of Otolaryngology-Head and Neck Surgery propusieron que los síntomas de DOG se incluyan en la lista de manifestaciones clínicas para el rastreo de la infección por SARS-CoV-2. Sin embargo, la proporción y las características de los enfermos con COVID-19 que presentan DOG no se conocen con precisión.
El objetivo de la presente revisión sistemática con metanálisis fue estimar la prevalencia de DOG en pacientes con COVID-19, e identificar posibles factores de influencia, como edad y sexo. La presente es la primera revisión sistemática al respecto.
Métodos
Para el estudio se siguieron las pautas Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses (PRISMA). Los artículos publicados hasta mayo de 2020 se identificaron mediante búsquedas en MEDLINE, EMBASE y MedRxiv. Sólo se incluyeron estudios con datos para pacientes con COVID-19 confirmada; se excluyeron aquellos trabajos que no aportaron la información necesaria para analizar los trastornos de la función olfatoria y gustativa por separado; también se excluyeron los estudios con muestras de menos de 10 pacientes. La calidad de los ensayos se determinó con la escala propuesta por Murad y colaboradores de 8 dominios. Se tuvieron en cuenta el país en el cual se llevó a cabo la investigación, la edad promedio de los enfermos, el porcentaje de mujeres y el porcentaje de enfermos con disfunción olfatoria o gustativa. Cuando se aportó información subjetiva proporcionada por los pacientes y mediciones objetivas, éstas últimas fueron las que se tuvieron en cuenta. La heterogeneidad de los trabajos se estableció con el estadístico I2; se aplicaron modelos de efectos aleatorios.
Resultados
Un total de 24 artículos fueron aptos para el presente estudio; las investigaciones se llevaron a cabo en China, los Países Bajos, el Reino Unido, Irán, Israel, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia. Un estudio se llevó a cabo en centros de Francia, España, Italia, Bélgica y Suiza. Se analizaron 8438 pacientes en total de 34 a 77 años en promedio con un porcentaje de mujeres de 9.1% a 67.9%. En la mayoría de los trabajos, la DOG se valoró con cuestionarios no validados; en el 83% de los trabajos no se evaluaron otras causas posibles de DOG, como tampoco la relación temporal con COVID-19, de modo que no se pudo confirmar causalidad.
Disfunciones olfatorias
Cinco de 24 estudios aplicaron valoraciones objetivas. La prevalencia de disfunción olfatoria fue de 3.2% a 98.3%, con una prevalencia global de 41% (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 28.5 a 53.9; I2 = 99.1%). En los análisis de sensibilidad con la exclusión secuencial de los estudios se obtuvieron los mismos resultados. La prevalencia global de disfunción olfatoria tendió a disminuir en relación con el aumento de la edad promedio de los participantes (coeficiente = -0.076; IC 95%: -0.135 a -0.016; p= 0.02) y fue más alta cuando se aplicaron métodos objetivos de valoración (coeficiente = 2.33; IC 95%: 0.57 a 4.09; p = 0.01). En cambio, no estuvo influida de manera significativa por el sexo (coeficiente = -0.018; IC 95%: - 0.062 a 0.026; p = 0.39) ni la región (coeficiente= 0.564; IC 95%: -0.818 a 1.946; p = 0.40). Las variables incluidas en la metarregresión explicaron el 51.7% de la variabilidad en la prevalencia de disfunción olfatoria. No se comprobó sesgo de publicación.
Disfunciones gustativas
Quince estudios con 5649 pacientes aportaron datos de prevalencia, en 13% de ellos con mediciones objetivas. La prevalencia global fue de 5.6% a 62.7%, con una prevalencia global de 38.2% (IC 95%: 24.0 a 53.6%: I2 = 98.8).
Loa prevalencia global tendió a disminuir con la mayor edad promedio de los pacientes (coeficiente = -0.073; IC 95%: -0.136 a -0.009; p = 0.03) y fue levemente más alta en los estudios de Europa, respecto de los realizados en otras regiones (coeficiente = 1.195; IC 95%: 0.118 a 2.272; p = 0.03). El sexo (coeficiente = -0.022; IC 95%: -0.066 a 0.022; p = 0.29) y los métodos de valoración (coeficiente = 0.439; IC 95%: -1.192 a 2.071; p = 0.56) no influyeron en la prevalencia. Las variables incluidas en la metarregresión explicaron el 47.9% de la variabilidad en la prevalencia. No se comprobó sesgo de publicación.
Conclusión
En pacientes con COVID-19 se comprueba una prevalencia elevada de DOG; el rastreo de estas anormalidades podría mejorar la detección de casos en el contexto de la pandemia actual. Sin embargo, se requieren más estudios para establecer causalidad.
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