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Introducción
La falta de descenso nocturno de la presión arterial (PA) en más del 10% del promedio diurno se considera como un indicador pronóstico significativo de la morbilidad y la mortalidad de los pacientes hipertensos y no hipertensos. En los sujetos con enfermedad coronaria puede observarse este patrón en una frecuencia que alcanza el doble de la de las personas de la misma edad, y esto puede exacerbar su mayor riesgo de presentar eventos cardiovasculares.
Un enfoque exitoso para los pacientes hipertensos con esta característica es administrar la dosis de fármacos antihipertensivos a la hora de acostarse, en lugar de la administración habitual por la mañana. También, la administración nocturna de melatonina puede mejorar este patrón.
Se considera que distintos factores del estilo de vida, la actividad física y el estrés psicológico también afectan la disminución nocturna de la PA. Se informó que una mayor actividad física diurna se relaciona con un mayor descenso de la PA nocturna, pero no existen datos concretos sobre si ésta mejora con el entrenamiento físico. Se ha sugerido que las intervenciones conductuales con el objetivo de reducir el estrés también pueden mejorar el descenso nocturno de la PA.
El objetivo del presente estudio fue comparar los efectos sobre el descenso de la PA nocturna de un programa de intervención psicológica para lidiar con el estrés y el entrenamiento aeróbico regular, en comparación con la atención habitual en pacientes con cardiopatía isquémica.
Material y métodos
Este trabajo informó los datos obtenidos de un análisis secundario del ensayo Smart Heart, realizado en 134 pacientes con enfermedad coronaria e isquemia miocárdica inducida por el ejercicio. Se efectuó un control ambulatorio de 24 horas de la PA, antes de las intervenciones y después de éstas, las cuales tuvieron una duración de16 semanas.
En los sujetos sin contraindicaciones médicas se suspendió el uso de fármacos antiisquémicos (beta bloqueantes, bloqueantes de los canales de calcio y nitratos) durante las 48 horas previas a la realización del control ambulatorio de 24 horas de la PA. Por cuestiones relacionadas con la seguridad, 28 participantes no suspendieron las drogas antiisquémicas. La mayoría de los participantes estaban tomando una dosis diaria baja de aspirina y de fármacos hipolipemiantes.
Se asignó a los participantes, en forma aleatoria, a uno de tres grupos. Los pacientes asignados al grupo de actividad física entrenaron 3 veces por semana una hora y media. El grupo que fue asignado a entrenamiento para lidiar con el estrés recibió educación sobre la enfermedad coronaria, la estructura y función del corazón, los factores de riesgo tradicionales y el estrés emocional. Además, se los entrenó en habilidades para enfrentar diversas situaciones y se les brindó apoyo social. Los participantes del grupo de tratamiento habitual recibieron atención por parte de sus médicos, sin intervención particular.
Resultados
Ciento treinta y cuatro individuos fueron asignados al azar a los diferentes grupos. Lo sujetos investigados fueron 92 de sexo masculino y 42 de sexo femenino, con una edad promedio de 62 años (40 a 84 años).
Al comienzo del estudio no se observaron diferencias significativas entre los grupos en los registros de PA diurna ni nocturna, como tampoco en los valores de descenso nocturno de la PA, tanto sistólica como diastólica.
Se contó con los datos sobre descenso nocturno de la PA al comienzo del estudio de 124 participantes. De éstos, 64 sujetos (52%) presentaron el patrónde descenso nocturno, con un descenso nocturno de la PA sistólica mayor o igual al 10%, en comparación con la PA diurna.
Al evaluar los cambios en el descenso de la PA nocturna, se observó que el grupo de actividad física y el de entrenamiento para lidiar con el estrés tuvieron una tendencia a mejorar el descenso nocturno de la PA sistólica, en comparación con el grupo control. Se observó luego de la intervención un descenso en la PA sistólica nocturna del 12.9% en el grupo de entrenamiento para lidiar con el estrés, del 11.1% en los sujetos que realizaron actividad física y del 8.6% en los individuos del grupo control.
Se observó un descenso significativo en los valores nocturnos de PA diastólica, que se tradujo en un descenso luego del tratamiento del 13.2% en los pacientes con intervención psicológica, del 14% en los individuos del grupo de actividad física y del 8.8% en los sujetos control.
No se observó diferencia significativa en los valores de PA diurna.
Discusión
Los autores refieren que se cuenta con pocos estudios que hayan examinado el descenso nocturno de la PA en pacientes con enfermedad coronaria. Se informó en una investigación realizada en alrededor de 400 sujetos con enfermedad coronaria y algunos con accidente cerebrovascular isquémico, que la falta de descenso nocturno de la PA se relacionó con un riesgo mayor de eventos cardiovasculares.
El presente estudio apoya el hecho de que los pacientes con enfermedad coronaria son propensos a presentar un patrón sin descenso de la PA nocturna. En la muestra de sujetos estudiados, se observó que, al comienzo del protocolo, casi la mitad de ellos presentaron un patrón sin descenso nocturno en el control ambulatorio de 24 horas de la PA.
Los hallazgos de la presente investigación demuestran que dos intervenciones conductuales, como la actividad física regular y el entrenamiento para lidiar con el estrés, podrían incrementar el descenso nocturno de la PA. Los autores consideran que esto podría ayudar a reducir el riesgo de eventos cardiovasculares adversos asociados con la falta de descenso nocturno de la PA.
Se postula que tanto el entrenamiento físico como el entrenamiento para lidiar con el estrés podrían favorecer el descenso nocturno de la PA al mejorar la calidad del sueño. Esta posibilidad se sustenta en los resultados del presente estudio, en el que se halló un descenso en la PA nocturna luego de la intervención, con un cambio escaso en los valores de PA diurna. Se propone que la administración nocturna de melatonina también favorecería el descenso nocturno de la PA al mejorar la calidad del sueño.
Se considera al estrés como una de las causas más frecuentes de insomnio, por lo que el entrenamiento físico podría ser eficaz en el tratamiento de esta alteración en una variedad de pacientes. Se encuentra pendiente dilucidar el mecanismo por el cual el entrenamiento físico podría promover el descenso nocturno de la PA.
Se demostró que el entrenamiento para lidiar con el estrés y la actividad física mejoran la función vasodilatadora del endotelio vascular. A su vez, se vinculó a la disfunción endotelial con hipertensión arterial nocturna e insomnio.
El entrenamiento para lidiar con el estrés demostró una mejora en la variabilidad de la frecuencia cardíaca. Una reducción en la variabilidad de la frecuencia cardíaca es indicadora de actividad parasimpática baja, y se la ha asociado con un descenso nocturno de la PA menos pronunciado. En contraste, una disminución de la actividad simpática en reposo se relaciona con un incremento en el descenso nocturno de la PA.
Según los autores, una de las limitaciones de la presente investigación es el tamaño pequeño de la muestra y el hecho de que no fuera exclusivamente diseñada para evaluar los mecanismos responsables de los efectos de las intervenciones en el descenso nocturno de la PA.
Conclusión
Los resultados obtenidos sugieren que dos intervenciones conductuales, como realizar actividad física regularmente y entrenamiento para lidiar con el estrés durante 16 semanas, pueden incrementar el descenso nocturno de la PA en pacientes con enfermedad coronaria. Esto cobra importancia al considerar que estos sujetos presentan un menor descenso nocturno de la PA y tienen mayor riesgo de presentar eventos clínicos adversos.
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