sido amamantada hasta los cinco años de edad). Asociaba estas cobras a la piel de los leopardos, con los cuales también soñaba, con miedo y también emergiendo de los techos. Estas imágenes, así como las agresiones verbales que sufría de parte de su madre, eran desencadenantes de sus crisis asmáticas. La interpretación de los sueños, producto del proceso terapéutico, se acompañó de una acentuada atenuación de las crisis así como del miedo exagerado a ser asaltada; acostumbraba antes a tener crisis sistemáticamente al inicio del invierno, dejó de presentarlas a partir de entonces.Lamenta el doctor Oscar R. de Lima que la paciente no haya dejado de recurrir a los aerosoles, persistiendo con el uso de los mismos, y complicando con esto el aspecto comprobatorio en relación con los resultados de la terapéutica. Consideramos entonces que estamos apegados a este sistema positivista de la concepción científica, a esta necesidad de «probar». Recordamos entonces una situación pasada que nos puso frente a una episodio semejante. Pretendíamos proporcionar al Servicio de Adolescencia de un protocolo de atención centrado ya no en un concepto médico usual, sino más bien en trabajos grupales orientados por un enfoque corporal de kinesioterapia y armonización, asociado a un enfoque psicodinámico y de las cuestiones existenciales; habría también algún complemento de atención individual, pero dirigido a lograr una promoción del bienestar de caracter integrador (psicológicamente hablando).Luego de alguna discusión, pudimos reconocer que estábamos por cometer el error «de tener que demostrar que el cuerpo no existe», buscando demostrar esta tesis psicologista, dicotomizada tanto como el organicismo dominante.Reconocemos entonces, que alguna forma de atención del modelo médico «tradicional» debería ser ofrecida. Nuestra hipótesis, al fin de cuentas, sería poder demostrar un mejor resultado de la asistencia médica integrada, holística, y no sólo un modelo desviado, psicologista, que sería solo otra forma del mismo concepto dicotomizado de cuerpo o mente.La clínica general, pediátrica o del adulto, forzosamente exige del profesional esta visión interdisciplinaria, sintetizando en su atención y en su práctica el desempeño de los equipos multidisciplinarios de los servicios universitarios. Al comenzar esta secuencia de consultas, el profesional nunca sabe quéfactores, dentro de esta visión de multicausalidad, serán más 7É3 determinantes y decisivos a nivel terapéutico. Del mismo modo, tampoco sabrá si los factores fisiopatológicos o psicodinámicos (del orden de las fantasías inconscientes) serán predominantes en cada caso. Mecanismos ambos que, así como los efectos de las propias drogas y de otros tratamientos físicos o quimicos, se influencian recíprocamente, de manera que nunca permanecerán como procesos independientes.El conjunto, en nuestra ciencia médica, ya sea en el asma o en otras áreas, no es igual a la suma de las partes. Los factores alérgicos-biológicos y el psicosocial, no actúan independientemente. Los efectos de la terapéutica médica, psicológico-relacional y farmacológicos (y también quirúrgicos!), se potencializan o se perjudican recíprocamente, y pueden no resultar en el recuento final, igual a las pruebas previas en el laboratorio. La insistencia científica en trabajar con elementos parciales puede hacer perder necesariamnete la visión del conjunto. La fábula de la gallina de los huevos de oro reeditada por la medicina, a las puertas del siglo XXI.Es una cuestión de suma gravedad y que se refiere al complejo de factores determinantes, la persistencia de este «equívoco». Los pacientes podrían beneficiarse de esa forma, y de este modo también se mantendría dominante esta modalidad filosóficamente iluminista (que consiste en un inmenso avance, a su tiempo), -este estado extemporáneo de la medicina!.De este modo, termina por quedar hasta cierto punto como marginal tal proposición «holística» de una medicina integrada bio-psico-social. Acaba por ser empujada hacia una condición incorrecta y peligrosa, de medicina alternativa, que no es. En la intimidad, sin embargo, podemos rescatar de la relación médico-paciente (o crear) una calidad humana que supere ampliamente estas dicotomías.