LUCES Y SOMBRAS DE UNA NOTICIA PROMETEDORA
Es mayor el daño que puede provocar un discurso redundante en compleja terminología científica que los beneficios de una promesa científica que aún está en fase experimental, como claro ejemplo de cómo detrás de las luces de un “descubrimiento” están las sombras que genera un mensaje sensacionalista e irresponsable.
Editado en: Salud(i)Ciencia, 15 N° 5, Septiembre, 2007
Primera edición virtual en: siicsalud
7 de Junio, 2021
Clasificación en siicsalud
Editoriales
Enviar correspondencia a:
Rubén Storino, Fundación INCALP, La Plata, Argentina
Artículo completo
LUCES Y SOMBRAS DE UNA NOTICIA PROMETEDORA
“Científicos argentinos crearon un nuevo tratamiento para el Chagas”, encabezaba una nota publicada en el diario Clarín el pasado 11 de junio. La “buena nueva” fue enseguida retomada por diversos medios y, por algunos días, el Chagas fue “noticia” (algo que no suele ser frecuente en nuestros medios ni en nuestros días). Sin embargo, vimos cómo el lejano y esperanzador futuro del nuevo tratamiento generaba rápidamente un fenómeno al que denominamos “el efecto mariposa en el Chagas”, porque nos encontramos frente a un claro ejemplo de cómo detrás de las luces de un “descubrimiento” están las sombras que genera un discurso sensacionalista e irresponsable.
¿Por qué “el efecto mariposa en el Chagas”? Hay quienes sostienen que “el aleteo de una mariposa en Pekín puede provocar un tornado en Texas”. Y también hay quienes no piensan lo que una nota sobre un “gran descubrimiento” en un laboratorio puede provocar en la vida de un lector o un espectador sensibilizado. Como si fuese necesario aclarar que las personas que tienen Chagas también leen los diarios, escuchan radio y miran televisión. Vemos con frecuencia cómo, sin miramientos, se abusa de términos que suenan sofisticados y cómo se desatiende en esos casos el efecto que las palabras pueden tener en las personas que las leen o las escuchan. Somos testigos en estos días de un subestimado e inesperado “efecto mariposa” y sostenemos, sin temor a equivocarnos, que es mayor el daño que puede provocar un discurso redundante en compleja terminología científica que los beneficios de una promesa científica que aún está en fase experimental.
Peor aun cuando para enmarcar esas promesas se dice por ejemplo que a quienes tienen Chagas “el corazón les estalla”. ¿Quién piensa en alguien que tiene Chagas cuando dice que “su corazón estalla”? ¿Quién piensa en la bioética y en los derechos de los pacientes cuando se hacen afirmaciones que no son ciertas dado que la mayoría (80%) de estas personas son portadores sanos que nunca tendrán afectado el corazón? (Y al restante 20%, por más que su corazón se vea afectado de distintas maneras, jamás les “estallará”). Lo que estalla es la bronca y la impotencia de los que trabajamos en silencio contra el Chagas y sin la necesidad de sensacionalismo periodístico para tener protagonismo. Lo que estalla es la indignación de ver una vez más manipulada la esperanza de quienes conviven con el Chagas.
Que no se malentienda, también soñamos con el día en que exista la cura, la vacuna, la solución definitiva, pero mientras tanto reclamamos, sobre todo, cautela y respeto: apuntando a minimizar los efectos adversos del aleteo de las palabras.
(especial para SIIC Derechos reservados)
Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de la
Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC) S.A. sin previo y expreso consentimiento de SIIC.