Informes comentados


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Informe
Autor del informe original
Irma Elizabeth Gonzalez Curiel
Columnista Experto de SIIC
Institución: Universidad Autonoma de Zacatecas
Zacatecas México

Los péptidos antimicrobianos y sus beneficios en el tratamiento de las úlceras de pie diábetico
En la presente revisión se analiza, sobre la base de los estudios realizados tanto in vivo como in vitro el posible uso de péptidos antimicrobianos y sus inductores en el tratamiento de úlceras de pie diabético.

Resumen
La úlcera de pie diabético es una de las complicaciones más importantes de la diabetes mellitus tipo 2; de hecho, hasta un 30% de los pacientes diabéticos presentan esta complicación. En los últimos años se han implementado nuevas terapias para tratar de promover la rápida cicatrización de este tipo de úlceras, enfocándose en la terapia antibiótica, el restablecimiento de la vascularización, la inducción de la cicatrización y contrarrestar la neuropatía. Los péptidos antimicrobianos son moléculas versátiles que inducen cicatrización, tienen actividad antimicrobiana y además promueven angiogénesis; dadas estas propiedades se ha propuesto su uso como adyuvantes en la terapia de las úlceras de pie diabético. Con el fin de evitar costos excesivos en el tratamiento de las úlceras diabéticas con el uso AMP sintéticos, algunos grupos de investigación han optado por inducir péptidos con moléculas exógenas. Existen muchas moléculas capaces de inducir péptidos antimicrobianos tanto en células sanguíneas como en células epiteliales. La investigación en el uso de AMP como coadyuvantes en el tratamiento de las úlceras de pie diabético sigue avanzando en varias líneas de investigación: síntesis de péptidos con actividades angiogénicas específicas, uso de péptidos de insectos o anfibios, así como el uso de péptidos sintéticos. En la presente revisión se analiza, sobre la base de los estudios realizados tanto in vivo como in vitro el posible uso de AMP y sus inductores en el tratamiento de úlceras de pie diabético.


Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
http://www.siicsalud.com/des/expertocompleto.php/157370


Comentario
Autor del comentario
Lorenzo Angel Marovelli 
Jefe, Hospital Juan A. Fernández, Buenos Aires, Argentina


La diabetes mellitus tipo 2 afecta a más de cuatrocientos millones de personas en el mundo, lo que la vuelve uno de los grandes problemas de la salud pública a nivel global.
Si bien se ha avanzado mucho en su prevención y tratamiento, los pacientes diabéticos siguen presentándose con una alta tasa de complicaciones entre las que destaca la presencia de úlceras en los pies. Dichas úlceras suelen acarrear largos tratamientos con resultados no siempre satisfactorios.
Los tratamientos incluyen cirugía para desbridar las heridas, antibióticos por vía sistémica, curas locales para lo cual hoy contamos con gran cantidad de productos que ayudan a una mejor evolución. Sin embargo, a pesar de todos los tratamientos instituidos muchas veces es necesario llegar a la amputación de las
zonas comprometidas e incluso infrapatelar según las posibilidades o no de revascularización.
Es así que a partir de la necesidad de poder revertir y obtener mejores resultados funcionales, los investigadores empezaron a estudiar péptidos antimicrobianos producidos por los propios tejidos afectados con efectos antimicrobianos, angiogénicos y proliferativos sobre los queratinocitos, las dificultades que se presentan en la diabetes respecto a su producción y acción y como hacer a través de manipulaciones farmacológicas para aumentar su concentración e inhibir las moléculas que se contraponen a su acción. En este trabajo se discute la investigación sobre este nuevo campo abierto sobre el tratamiento de las úlceras del pie diabético.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
angiogénesis, cicatrización, péptidos antimicrobianos, terapia, úlcera de pie diabetico
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
Pablo Olavegogeascoechea
Columnista Experto de SIIC
Institución: Facultad de Ciencias Médicas - Universidad Nacional del Comahue
Cipolletti Argentina

Evaluación de los estilos de aprendizaje en estudiantes de medicina
Los estudiantes se diferencian en los estilos para aprender. Realizamos este estudio para conocer las preferencias de estilos de aprendizaje de los estudiantes en el Departamento de Salud Colectiva de la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue.

Resumen
Los estudiantes se diferencian en sus preferencias de los estilos (modalidades) para aprender. Los estilos de aprendizaje han ganado un lugar de importancia entre los docentes en los diferentes niveles de educación. Conocerlas puede mejorar no sólo el enfoque del estudiante en particular, de la producción de cursos de capacitación, escritura de libros o materiales de enseñanza, sino, también, del ambiente y los procesos educativos. Realizamos este estudio para conocer las preferencias de estilos de aprendizaje de nuestros estudiantes en el Departamento de Salud Colectiva de la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue. Se realizó un estudio de diseño transversal. Participaron 95 estudiantes de la cátedra de Fisiopatología del año 2014. Fue utilizado el cuestionario VARK. Fueron 69% mujeres y 31% hombres. Cuando se realizó la comparación de las modalidades de acuerdo con el sexo, se observó mayor proporción de hombres con modalidad unimodal (48%) que de mujeres (27%). Del total, el 33.7% presentó un modalidad unimodal; al realizar la agrupación de modalidades, el 40% fue bimodal, el 20% trimodal y el 6.3% cuatrimodal. Del 40% que presentó preferencia bimodal, el 36% fue la combinación de auditivo/lectoescritura, seguido por el 26% que fue auditivo/cinestésico. Los resultados nos muestran que la mayoría de nuestros estudiantes tuvieron un modo multimodal de aprendizaje. Se destacan dos preferencias sensoriales, la auditiva y la cinestésica, seguida por la lectoescritura y, por último, la modalidad visual. No todos aprendemos de la misma manera, esto lo debemos tener en cuenta para diseñar las estrategias de enseñanza a nuestros estudiantes. El conocimiento de las modalidades de aprendizaje en nuestros estudiantes nos muestra que el diseño propuesto de técnicas de enseñanza aprendizaje que estamos utilizando sería adecuado a ellas.


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Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
http://www.siicsalud.com/des/expertocompleto.php/151343


Comentario
Autor del comentario
Alberto Enrique D’Ottavio(1) Ana Reviglio(2)  

(1) Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina
(2) Profesora Superior en Medicina, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina


Exordio
El enriquecedor aporte así titulado y llevado a cabo durante 2014 mediante la aplicación del cuestionario VARK a 95 estudiantes (65 mujeres y 30 varones) de la Cátedra de Fisiopatología (Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional del Comahue) ofrece una atrapante oportunidad para reflexionar sobre el aprendizaje en general y sobre tal teoría en particular.
Sobre el aprendizaje en general1
Aprender es un duradero cambio experiencial que conlleva incorporar, formal y no formalmente, contenidos, actitudes, hábitos, valores y habilidades (cognoscitivas, comunicacionales y operacionales), a los que se les debe proveer un apropiado almacenamiento y posibilitar su correcta evocación en tiempo y forma.
Implica un proceso en el que corresponde elucidar qué se aprende, cómo se incorpora, cómo se almacena, cómo permanece (modificado, reemplazado o extinguido
–olvido–) y cómo se lo exterioriza, y abarca, obviamente: a) componentes genéticos (con variaciones epigenéticas) y b) componentes ambientales (lugar, época y estilos de aprendizaje).
Dado lo antedicho, surgen varios interrogantes pasibles de ser debatidos. Ante la misma adquisición, ¿cada persona la aprehendería y evocaría de manera similar pero jamás idéntica, dada la estricta dependencia de su propia historia de vida? En consecuencia, ¿aprender constituiría una suerte de personalísima huella digital distinta en cada individuo? Más aun, ¿la realidad aprendida sería objetiva pero no mentalmente superponible en cada sujeto? Hasta que los sitios y circuitos cerebrales implicados no sean establecidos neurocientíficamente (anatomofisiología del aprendizaje) se continuará recurriendo a teorías del aprendizaje que han tenido mayor o menor aceptación diacrónica y que, en tanto tales, pueden ser falsables. Por ello, posicionarse en una corriente pedagógica resulta aceptable, mientras que dogmatizarse con ella descalificando las restantes, no lo es.
Las teorías en boga se pueden separar didácticamente en dos perspectivas. La primera de ellas, rotulada como asociacionista, hace hincapié en la observación y en las vinculaciones entre estímulo y respuesta, y enrola al condicionamiento clásico (Ivan Pavlov), al condicionamiento operante (Burrhus Frederic Skinner) y a su mascarón de proa: el conductismo (John Broadus Watson), a la luz de su estricta adhesión al estudio y medición de las conductas observables. La segunda, de raigambre cognitivista, centra su análisis en el proceso cerebral que acontece durante el aprendizaje. Entre sus variantes más socorridas, se destaca al constructivismo que defiende su construcción progresiva, significativa y en social interacción a lo largo de la vida (Jean Piaget, Lev Semiónovich Vygostsky, David Ausubel, Jerome Bruner). Excediendo las diferencias entre una y otra, ambas miradas acuerdan que el aprendizaje: 1) está influido por la experiencia, 2) es adaptable para el individuo y para la especie, y 3) es un proceso regido por leyes naturales que se pueden probar y estudiar.
Actualmente se postula que se aprende de similar modo a como se construye ciencia (episteme); esto es, por aproximaciones sucesivas y con errores durante el proceso, nada desdorosos por cierto, desde que constituyen parte de tal proceso y significan concretas oportunidades de mejoramiento.
Sobre la teoría de los estilos de aprendizaje2
A continuación serán reseñados distintos medios para escudriñar estilos de aprendizaje no sólo en Medicina, resaltando que el común de ellos sigue el mismo patrón, esto es: a) un cuestionario a resolver de distinta manera, según el instrumento utilizado; b) categorías resultantes de su resolución; c) características personales de los participantes derivadas de la categoría en la que ha quedado incorporado.
Dada la extensión y complejidad del tema, así como la frecuencia y actualidad de su utilización, según publicaciones halladas en PubMed-Medline y exclusivamente a guisa de ejemplo, se rescatan facetas ligadas al modelo VARK, empleado en el trabajo que se comenta, y al test de David Kolb.
El modelo VARK (visual aural read/write kinesthetic) de Neil Fleming corresponde a la década del 70 del siglo pasado. Consta de 16 ítems con cuatro opciones cada uno y con una o más respuestas posibles en éstas. A partir de allí, alumnos y alumnas son categorizados: unimodales (emplean sólo una herramienta operativa: V, A, R-w o K), bimodales (asocian dos de ellas) y multimodales (asocian varias).
El test de David Kolb fue creado por este teórico estadounidense de la educación en la misma década del precedente. Tiene nueve ítems con cuatro opciones por ítem, debiendo calificarse cada opción desde 1 –lo peor– hasta 4 –lo mejor–.
Según dicho experto, existen dos modos de percepción y dos de procesamiento. Ello genera cuatro categorías de alumnos, susceptibles de ser graficadas en cuatro cuadrantes y de ser resumidas como sigue: a) quien percibe por conceptualización abstracta y procesa experimentando activamente es categorizado como Convergente; b) si, en contraste, lo hace observando reflexivamente, es Asimilador; a su vez, c) quien percibe por experiencia concreta y procesa experimentando activamente, es categorizado como Acomodador, y d) si, en cambio, lo hace observando reflexivamente, es Divergente.
Fijadas estas categorías, a cada una le corresponden catorce características personales vinculadas con lo intelectivo, lo afectivo y lo volitivo.3
Entre otros modelos y cuestionarios existentes pueden mencionarse: la escala de Grasha y Riechmann (1974); el modelo de Dunn (1975); el modelo de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Secundarias (NASSP) (1985); el T System (Sistema de formato) de McCarthy (1987) (test de Kolb modificado con elementos del modelo de Cook Briggs y de Briggs Myers (1944 y 1956) con un mayor enfoque sobre el funcionamiento cerebral y sus hemisferios); el objetado modelo de Gregorc  y Butle (1988); el cuestionario de Honey y Alonso (1992) - versión española del de Honey y Mumford (1986); el modelo de Felder y Silverman (1988) y el cuestionario de Escanero-Marcén y Soria (CESEA) (2016).4 Conclusión
La teoría de los estilos de aprendizaje, sustentada en las diferencias existentes entre los modos individuales de aprendizaje, ha generado diferentes categorías y características al respecto, no siempre equiparables. En ellas residirían ciertas objeciones a la misma adjudicándole falta de base científica, a veces; otras, ausencia de pruebas válidas y fiables, e inconsistencias, desde una mirada ética.5
¿Afecta lo antedicho al trabajo de Olavegogeascoechea y colaboradores? En modo alguno, si se lo valora como aporte indicativo y alejado de toda certeza inconmovible, pasible de orientar al alumnado médico con dificultades en su tránsito curricular, y de contribuir al mejoramiento de su andadura educativa.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
cuestionario vark, estilos de enseñanza, estilos de aprendizaje, estilos de enseñanza, áreas sensoriales
Especialidades
EdM.gif   MI.gif         AO.gif   AP.gif   In.gif   
Informe
Autor del informe original
Luz María Rodeles
Columnista Experto de SIIC
Institución: Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional del Litoral
Santa Fe Argentina

Función barorrefleja y variabilidad de la presión arterial evaluadas desde el consultorio clínico
La variabilidad de la frecuencia cardíaca y la presión arterial son indicadores simples de determinar en el consultorio clínico, con la realización de un electrocardiograma basal, en la maniobra de Valsalva y en mediciones ambulatorias.  

Resumen
Introducción: La variabilidad de la frecuencia cardíaca (FC) y de la presión arterial (PA) se evalúan por lo general mediante Holter y monitoreo ambulatorio de la presión arterial (MAPA). Estos exámenes no se encuentran disponibles generalmente en el medio hospitalario. Objetivo: Evaluar los parámetros de la función barorrefleja determinada por electrocardiograma basal y durante la realización de la maniobra de Valsalva (MV), con los indicadores de variabilidad de FC por Holter y PA por MAPA. Métodos: Estudio transversal, observacional. Se incluyeron prospectivamente pacientes adultos, sin enfermedades ni utilización de fármacos que modifiquen la FC o la PA. Se realizó electrocardiograma (ECG) basal de 10 segundos. La respuesta cronotrópica se evaluó realizando MV estandarizada registrada en ECG. Se realizaron MAPA y Holter de 12 horas. Resultados: Se estudiaron 50 pacientes, observándose que el SDNN del ECG de 10 seg y la variación de la FC intra/previa a la MV podrían resultar de utilidad para estimar el valor del SDNN del Holter, parámetro asociado a hipofunción barorrefleja y aumento de riesgo vascular. En cuanto a la PA, no pudo demostrarse mayor variabilidad de PAS por MAPA en los pacientes con disminución de la respuesta cronotrópica. Conclusión: Indicadores simples de determinar en el consultorio clínico realizando ECG y MV podrían complementar la evaluación del riesgo cardiovascular y contribuir a seleccionar aquellos pacientes en quienes sería conveniente realizar un estudio de MAPA, tanto para diagnóstico como para seguimiento.


Publicación en siicsalud
Artículos originales > Expertos de Iberoamérica >
http://www.siicsalud.com/des/expertocompleto.php/146016


Comentario
Autor del comentario
Rodolfo La Greca 
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina


En el estudio Función barorrefleja y variabilidad de la presión arterial evaluadas desde el consultorio clínico (Salud i Ciencia 21(5):494-9, Ago 2015) se decidió evaluar la función barorrefleja a través de la maniobra de Valsalva y la presión arterial (PA) y la frecuencia cardíaca por monitoreo ambulatorio de la presión arterial (MAPA) y Holter, respectivamente, y a su vez validar la utilización de pruebas sencillas desde el consultorio clínico para detectar a aquellos pacientes que deben estudiarse con mayor profundidad. La maniobra de Valsalva (MV) se utiliza como un método simple de estudiar la integridad del sistema barorreflejo, y la realización de un trazado de ECG de 10 segundos y la medición de la PA al minuto y a los 5 min
post MV puede identificar a los pacientes con respuesta cronotrópica anormal y un mayor cociente MV 5/1 min, que podría indicar un fenómeno de overshoot más prolongado por la menor sensibilidad de los barorreceptores. En la prueba de Valsalva se le solicita al paciente que espire en un sensor bucal a una presión determinada de 40 mm de Hg durante 15 segundos ininterrumpidamente. Una pequeña pérdida (agujero) en el sensor bucal asegura que la glotis del paciente se mantendrá abierta durante el esfuerzo. La frecuencia cardíaca se registra durante toda la prueba. El resultado de la prueba de Valsalva es la relación o tasa entre la frecuencia cardíaca más alta durante la espiración forzada y la frecuencia cardíaca más baja después de terminada la espiración, o sea, durante la fase de recuperación, relación denominada RV. Los barorreceptores carotídeos se descargan por la caída del volumen sistólico derivado de la disminución del retorno venoso secundario al aumento de la presión intratorácica durante la maniobra de espiración, con el consecuente ajuste simpático reflejo que incrementa la frecuencia cardíaca (taquicardia). Al final de la espiración forzada se produce una sobrerrespuesta en la presión arterial debido, sobre todo, al remanente de catecolaminas en el miocardio (las cuales se liberaron en la fase previa), conjuntamente con el reestablecimiento del retorno venoso, lo que lleva a un incremento del volumen sistólico y a la distensión de los barorreceptores; esto causa una reducción de la frecuencia cardíaca (bradicardia). Si bien esta prueba refleja tanto la función simpática como la parasimpática, presenta como mayor limitación su reproducibilidad, hecho que es citado por los propios autores. El procedimiento más difundido para estimar la reproducibilidad de un método de diagnóstico es calcular el coeficiente de variación. Este coeficiente de reproducibilidad es una medida no paramétrica que utiliza el percentilo 75 de la RV, para determinar una zona de incertidumbre por arriba del límite de normalidad, por lo cual los pacientes con valores dentro de dicha zona deberían tener una segunda prueba de Valsalva para confirmar el diagnóstico, tal como se desprende de la tesis Análisis de tiempo-frecuencia de la variabilidad de la frecuencia cardíaca y la presión arterial del Dr. M. Risk. Por otra parte, sería de interés utilizar tensiómetros digitales validados, pues la tendencia al “redondeo” del observador con los aparatos aneroides podría interferir en los resultados finales. Copyright © SIIC, 2016

Palabras Clave
hipertensión arterial, barorreflejo, sistema nervioso autónomo, presión arterial, frecuencia cardíaca, maniobra de Valsalva
Especialidades
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