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Informe
Red Científica Iberoamericana
Raquel Leiros Rodríguez
Columnista Experto de SIIC
Institución: Universidad de Vigo, Facultad de Fisioterapia
Madrid España

Utilización de parques públicos para mejorar el equilibrio en personas ancianas
Los parques públicos son espacios adecuados para la práctica de ejercicios en los ancianos. Estas instalaciones gratuitas son útiles para la promoción y mejora de la calidad de vida de todos los ciudadanos.


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Comentario
Autor del comentario
Omar Andrés Ramos Valencia 
Docente, Universidad del Cauca, Popayan, Colombia


Los primeros parques públicos datan de tres mil años antes de Cristo, como los Jardines Colgantes de Babilonia, eran extensiones de tierra naturales de los palacios reales o grandes jardines de familias acaudaladas para el disfrute de las clases noble y alta; ya en la edad media muchas de estas tierras fueron cedidas a los Estados a cambio de exención de impuestos o situaciones similares. El primer parque público creado reconocido políticamente fue Yellowstone Park en 1872 en los Estados Unidos; posteriormente fueron instaurados por los Estados a nivel mundial para recuperar espacios de la naturaleza dentro del urbanismo, con el fin de ofrecer un lugar de placer, disfrute, tranquilidad y libre del bullicio urbano. Hoy en día, son considerados espacios públicos, incluyentes
para usos diversos de la población y con el objetivo de incrementar la calidad de vida urbana, el ocio, la recreación y la salud de los pobladores.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que para el año 2020 el número de personas de más de 60 años será superior al de niños menores de 5 años, lo que indica los grandes retos que enfrentaran los países dentro de sus sistemas sanitarios; platear estrategias con programas de educación, promoción de la salud y prevención de la enfermedad para mitigar las consecuencias de esta acelerada transición demográfica, debe ser un objetivo de las naciones dentro de sus planes de salud pública.
Las alteraciones en la postura y el equilibrio son trastornos que aparecen con el envejecimiento, cuando un adulto mayor las padece se convirte con el tiempo en un proceso crítico de la vida familiar. Para lograr un manejo intersectorial es necesario abordar estas problemáticas sociales no solo desde los sistemas de seguridad sanitaria, sino también desde los sistemas educativos y de las redes sociales de apoyo; abordar esta problemática en los espacios públicos para promover o contribuir al bienestar de los adultos mayores tiene una connotación social y humana especial.
La doctora Leiros y su grupo plantean una interesante estrategia de abordaje de una problemática que genera grandes gastos a los sistemas de salud: las caídas de los adultos mayores; enfocándose en mejorar el equilibrio con un programa de entrenamiento en espacios públicos como potencial recurso social. Se realizó con un grupo de 42 mujeres mayores de 65 años, evaluadas objetivamente mediante la Berg Balance Scale, un test de 14 tareas predeterminadas que cuantifica la capacidad o incapacidad de equilibrarse; el Timed Up & Go, utilizado para medir equilibrio estático y dinámico; el PAR-Q Questionnaire, para la prescripción del ejercicio; el Mini Mental Test, para los aspectos cognitivos, y el SF-12 Health Survey, para evaluar la calidad de vida. Esto indica que los investigadores han organizado un proceso de entrenamiento integral desde la condición física, mental y psicosocial, aspectos relevantes en las propuestas investigativas, para la resolución de problemas desde diferentes aspectos epistemológicos.
Diversa literatura científica manifiesta que la principal causa de pérdida del equilibrio en el adulto mayor se atribuye a los factores intrínsecos del individuo, como mareos, vértigo posicional paroxístico benigno, la enfermedad de Ménière, la hipofunción vestibular (unilateral o bilateral), el trastorno del laberinto vascular, trastorno metabólico del laberinto, problemas neurológicos, las patologías crónicas como la enfermedad de Parkinson, el accidente cerebrovascular, la esclerosis múltiple y los fármacos; como también, la debilidad muscular y las alteraciones visuales y auditivas.
Cualquiera de estas conlleva a aumentar la prevalencia del síndrome de fragilidad, causante de la mayor carga de discapacidad y mortalidad del adulto mayor, por la pérdida de inestabilidad postural y equilibrio en los ancianos. Existen cinco marcadores que pueden producir una inestabilidad postural, y por consiguiente la pérdida del equilibrio; los cuales son: el nivel de actividad física, la velocidad de la marcha, la pérdida de peso involuntaria, la fuerza de agarre manual y la escala de fatiga o agotamiento. Estos factores son modificables, se pueden entrenar, rehabilitar y optimizar con un proceso de rehabilitación manejado de forma intrahospitalaria o extrahospitalaria. Utilizar nuevos recursos fuera del ámbito hospitalario ayuda a descongestionar los servicios de atención y reducir los gastos en los sistemas sanitarios. Es importante empezar a utilizar nuevas formas de rehabilitación, como por ejemplo la tecnología; las nuevas alternativas para el manejo de la pérdida del equilibrio en los pacientes adultos que tienen mayor riesgo de caída utilizan sistemas de realidad virtual o aumentada, siendo una “interfaz avanzada” para aplicaciones computacionales, que se caracteriza por la visualización y el movimiento en entornos tridimensionales en tiempo real con campos visuales dinámicos, a través de gafas de realidad virtual que realizan estimulación sensorial (visual, vestibular y somatosensorial).
Por último, también se pueden evaluar las respuestas posturales mediante posturografía, útil en el análisis de la inestabilidad corporal de las personas mayores y en la identificación del riesgo de caídas, que permite con una plataforma medir el área de estabilidad, el centro de presión corporal y la velocidad de oscilación con un escalograma que analiza el comportamiento postural mediante wavelets (ondas). Aunque estos últimos se utilizan en espacios cerrados e institucionales, se pueden incluir para aumentar la validez interna y externa de los estudios y ayudar a evitar así los posibles sesgos en la investigación.

Palabras Clave
equilibrio, actividad física, adultos mayores, prevención de caídas
Especialidades
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Informe
Resumen SIIC
M Pae
Institución: Tufts University School of Medicine,
Boston EE.UU.

Importancia de la Nutrición para Estimular la Inmunidad en la Vejez
Los defectos intrínsecos en la inmunidad de las personas mayores se intensifican por la deficiencia absoluta o relativa de varios nutrientes que estimulan la inmunidad, por lo que las intervenciones nutricionales podrían ser formas prácticas y rentables de atenuar la reducción de la función inmune asociada con la edad y mejorar la resistencia a las infecciones y el cáncer.


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http://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/144900


Comentario
Autor del comentario
Paulina Astegiano 
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina


En el trabajo se desarrolla el conocimiento que tenemos sobre la relación entre la inmunidad y la nutrición así como de la alta prevalencia del déficit nutricional que tienen muchos ancianos. Estudios en diversos países confirman que un gran porcentaje de la población anciana ingiere menos del 75% de la cantidad de nutrientes recomendados por la OMS, presentan algún déficit nutricional y que esto aumenta en los pacientes internados y con bajos recursos.
Una alimentación inapropiada a edades avanzadas induce cambios en la composición corporal y en las funciones fisiológicas, lo que favorece la aparición de malnutrición y de determinadas enfermedades.
Los cambios del sistema inmunitario generados por la senectud, tales como la involución tímica, la disminución de los linfocitos T maduros y de la
respuesta de anticuerpos a ciertos agresores y la disminución de la respuesta de la sensibilidad retardada repercuten sobre el organismo. Es una desregulación del sistema inmunitario que se manifiesta en una menor capacidad de respuesta inmunológica.
Ahora bien, ¿debemos considerar la inmunosenescencia como una deficiencia propiamente, a corregir? ¿Mejoraríamos las tasas de incidencia de cáncer o enfermedades infecciosas de la tercera edad?
Todo nos hace suponer que sí. Hay indicios firmes para pensar que ciertos suplementos nutricionales, de oligoelementos y vitaminas pueden mejorar la situación inmunológica de los ancianos sanos y de aquellos aparentemente sanos pero que tienen ciertas deficiencias nutricionales subclínicas.
El papel de las vitaminas E y A, al igual que el cinc, como sustancias inmunomoduladoras y antioxidantes se encuentra en amplia investigación al día de hoy pero con información aún insuficiente como para considerar eficaz el aporte complementario.
A esta situación inmunitaria inherente a la edad se la debe entender también como una situación fisiológica, ante lo cual deberíamos ser prudentes con el aporte excesivo de nutrientes que podrían llevar a depósito de grasas innecesarias y perjudiciales o a una toxicidad generada por la hipervitaminosis.
Ante un adulto mayor que pueda presentar déficit nutricional, deberíamos insistir en un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación variada y suficientemente adaptada a los problemas propios de esta etapa. No se debe olvidar tampoco la valoración nutricional adecuada ante situaciones que lo expongan a malnutrirse.
No resulta simple obtener estudios que analicen las cantidades apropiadas de cada nutriente específico por separado, ni podemos extrapolar los buenos resultados clínicos del aporte complementario nutricional en situaciones patológicas del anciano (por ej., fracturas de cadera).
Necesitamos más estudios para determinar con cuál inmunonutriente y a qué dosis suprafisiológicas se podría mejorar la inmunosenescencia y qué herramientas utilizar para identificar los grupos de ancianos que se beneficiarían realmente con este aporte complementario.

Copyright © SIIC, 2017

Palabras Clave
envejecimiento, inmunidad, infección, nutrición
Especialidades
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