Informes comentados


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Informe
Red Científica Iberoamericana
Juan Cruz López Diez
Columnista Experto de SIIC
Institución: Hospital Militar Central
Buenos Aires Argentina

Fenocopias de Brugada: avances en su reconocimiento y abordaje
La identificación de las causas que producen una fenocopia de Brugada y su eventual resolución pueden evitar estudios costosos, incluyendo el implante de dispositivos que no tendrían una función útil para el enfermo. En este artículo se discutirán todos los aspectos asociados con las fenocopias de Brugada, tanto en lo que hace a su diagnóstico como a su tratamiento.


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Comentario
Autor del comentario
Iván Mendoza(1) Iván Britto(2)  

(1) Coordinador, Sociedad Interamericana de Cardiología, Caracas, Venezuela
(2) Director Médico Asociado, Hospital Jackson Memorial, Miami, EE.UU.


El Síndrome de Brugada (SB) es uno de los temas que más fascinación despierta en Cardiología, fue presentado por primera vez por los hermanos Pedro y Joseph como póster en el Congreso de NASPE en 1991 (1), y luego publicado en 1992 (2). Se caracteriza por un patrón electrocardiográfico característico en precordiales derechas y la predisposición a presentar arritmias ventriculares y muerte súbita (2).
El electrocardiograma (ECG) de estos pacientes es característico y muestra variaciones del punto J y el segmento ST en las precordiales derechas (V1 a V3), que definen 2 tipos bien definidos de patrón electrocardiográfico: el llamado Tipo 1 (coved-type), consiste en la elevación del punto J y del Segmento ST = 2 mm de convexidad superior y Onda T negativa,
en una o más derivaciones precordiales derechas que incluyen V1 y V2, registradas en el segundo, tercer o cuarto espacio intercostal, que aparecen en forma espontánea o después de un test con bloqueantes de los canales de sodio (tales como ajmalina, flecainida o procaínamida) y estados febriles (3,4). El patrón tipo 2 (silla de montar) con V1 = 2 mm seguida de una elevación convexa del Segmento ST = 0,05 mV con Onda T variable en la derivación V1, y positiva o plana en la derivación V2 (3,4). Además deben excluirse las llamadas Fenocopias de Brugada (FB) antes de establecer el diagnóstico de SB (4,5). Justamente las FB es el tema de estos comentarios relacionados con el excelente artículo de revisión en esta revista por los doctores Cruz López, Baranchuk y Xu sobre los avances y reconocimiento del abordaje de las FB (6). Estos autores, particularmente el doctor Baranchuk, han sido los líderes en la descripción y difusión del conocimiento sobre la FB, y en su artículo en forma muy didáctica explican su definición, la que incluye los criterios, diagnósticos, etiología, posibles mecanismos y pronóstico (6-7). El término Fenocopia se adopta porque se trata de una condición ambiental que imita a otra producida por un gen. En el caso particular de las FB, son entidades clínicas que presentan alteraciones electrocardiográficas similares a las del SB, generadas por condiciones reversibles. El patrón electrocardiográfico indistinguible del SB desaparece al corregirse la causa subyacente (5-7). López Diez y colaboradores resumen en 7 criterios una revisión reciente para definir las FB (6). En el caso de las FB existe la aparición del patrón electrocardiográfico típico, este patrón desaparece al corregirse la causa subyacente, el test con bloqueantes de sodio es negativo. Si la genética está disponible, esta es negativa. Por otra parte, la F de B tiene una baja probabilidad pre-test de tener una SB verdadera determinada por: 1) ausencia de síntomas, 2) ausencia de antecedentes clínicos, 3) ausencia de antecedentes familiares (6-7).
 No está bien establecido como los canales iónicos se exponen ante ciertos factores en pacientes con FB. Se presume que la típica elevación del punto J podría explicarse por una reducción de la corriente de entrada del sodio, asociado con un aumento de la salida del potasio en el epicardio, pero no en el endocardio, lo que genera un gradiente transmural, que puede ser más prominente en el tacto de salida del ventrículo derecho (5-7).
La F de B puede clasificarse según patogénesis. Pueden verse en el portal del registro internacional en www.brugadaphenacopy.com.
1) Condiciones metabólicas.
2) Compresión mecánica del ventrículo derecho.
3) Isquemia.
4) Enfermedad miocárdica o pericárdica.
5) Modulación del ECG.
6) Misceláneas.
De acuerdo con el portan electrocardiográfico se clasifican en FB Tipo-1 y Tipo-2.
Uno de los aspectos sin resolver definitivamente es el pronóstico de FB. Se consideran relativamente benignas y dependiente de la causa subyacente. Para estudiar esto los autores han establecido un registro internacional (www.brugadaphenacopy.com ) que suministrará más información sobre la FB (5-7).
Conclusión Un diagnóstico apropiado y rápido del SB y la FB puede ser crítico para el tratamiento, que incluye revertir los factores disparadores, suprimir / terminar las arritmias y prevenir la muerte súbita en el SB, y disminuir el estrés de un diagnóstico errado de SB (5-8). Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
síndrome de Brugada, fenocopias de Brugada, patrón electrocardiográfico, enfermedad cardíaca hereditaria
Especialidades
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Informe
Autor del informe original
Pablo Olavegogeascoechea
Columnista Experto de SIIC
Institución: Facultad de Ciencias Médicas - Universidad Nacional del Comahue
Cipolletti Argentina

Evaluación de los estilos de aprendizaje en estudiantes de medicina
Los estudiantes se diferencian en los estilos para aprender. Realizamos este estudio para conocer las preferencias de estilos de aprendizaje de los estudiantes en el Departamento de Salud Colectiva de la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue.

Resumen
Los estudiantes se diferencian en sus preferencias de los estilos (modalidades) para aprender. Los estilos de aprendizaje han ganado un lugar de importancia entre los docentes en los diferentes niveles de educación. Conocerlas puede mejorar no sólo el enfoque del estudiante en particular, de la producción de cursos de capacitación, escritura de libros o materiales de enseñanza, sino, también, del ambiente y los procesos educativos. Realizamos este estudio para conocer las preferencias de estilos de aprendizaje de nuestros estudiantes en el Departamento de Salud Colectiva de la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Comahue. Se realizó un estudio de diseño transversal. Participaron 95 estudiantes de la cátedra de Fisiopatología del año 2014. Fue utilizado el cuestionario VARK. Fueron 69% mujeres y 31% hombres. Cuando se realizó la comparación de las modalidades de acuerdo con el sexo, se observó mayor proporción de hombres con modalidad unimodal (48%) que de mujeres (27%). Del total, el 33.7% presentó un modalidad unimodal; al realizar la agrupación de modalidades, el 40% fue bimodal, el 20% trimodal y el 6.3% cuatrimodal. Del 40% que presentó preferencia bimodal, el 36% fue la combinación de auditivo/lectoescritura, seguido por el 26% que fue auditivo/cinestésico. Los resultados nos muestran que la mayoría de nuestros estudiantes tuvieron un modo multimodal de aprendizaje. Se destacan dos preferencias sensoriales, la auditiva y la cinestésica, seguida por la lectoescritura y, por último, la modalidad visual. No todos aprendemos de la misma manera, esto lo debemos tener en cuenta para diseñar las estrategias de enseñanza a nuestros estudiantes. El conocimiento de las modalidades de aprendizaje en nuestros estudiantes nos muestra que el diseño propuesto de técnicas de enseñanza aprendizaje que estamos utilizando sería adecuado a ellas.


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Comentario
Autor del comentario
Alberto Enrique D’Ottavio(1) Ana Reviglio(2)  

(1) Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina
(2) Profesora Superior en Medicina, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina


Exordio
El enriquecedor aporte así titulado y llevado a cabo durante 2014 mediante la aplicación del cuestionario VARK a 95 estudiantes (65 mujeres y 30 varones) de la Cátedra de Fisiopatología (Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional del Comahue) ofrece una atrapante oportunidad para reflexionar sobre el aprendizaje en general y sobre tal teoría en particular.
Sobre el aprendizaje en general1
Aprender es un duradero cambio experiencial que conlleva incorporar, formal y no formalmente, contenidos, actitudes, hábitos, valores y habilidades (cognoscitivas, comunicacionales y operacionales), a los que se les debe proveer un apropiado almacenamiento y posibilitar su correcta evocación en tiempo y forma.
Implica un proceso en el que corresponde elucidar qué se aprende, cómo se incorpora, cómo se almacena, cómo permanece (modificado, reemplazado o extinguido
–olvido–) y cómo se lo exterioriza, y abarca, obviamente: a) componentes genéticos (con variaciones epigenéticas) y b) componentes ambientales (lugar, época y estilos de aprendizaje).
Dado lo antedicho, surgen varios interrogantes pasibles de ser debatidos. Ante la misma adquisición, ¿cada persona la aprehendería y evocaría de manera similar pero jamás idéntica, dada la estricta dependencia de su propia historia de vida? En consecuencia, ¿aprender constituiría una suerte de personalísima huella digital distinta en cada individuo? Más aun, ¿la realidad aprendida sería objetiva pero no mentalmente superponible en cada sujeto? Hasta que los sitios y circuitos cerebrales implicados no sean establecidos neurocientíficamente (anatomofisiología del aprendizaje) se continuará recurriendo a teorías del aprendizaje que han tenido mayor o menor aceptación diacrónica y que, en tanto tales, pueden ser falsables. Por ello, posicionarse en una corriente pedagógica resulta aceptable, mientras que dogmatizarse con ella descalificando las restantes, no lo es.
Las teorías en boga se pueden separar didácticamente en dos perspectivas. La primera de ellas, rotulada como asociacionista, hace hincapié en la observación y en las vinculaciones entre estímulo y respuesta, y enrola al condicionamiento clásico (Ivan Pavlov), al condicionamiento operante (Burrhus Frederic Skinner) y a su mascarón de proa: el conductismo (John Broadus Watson), a la luz de su estricta adhesión al estudio y medición de las conductas observables. La segunda, de raigambre cognitivista, centra su análisis en el proceso cerebral que acontece durante el aprendizaje. Entre sus variantes más socorridas, se destaca al constructivismo que defiende su construcción progresiva, significativa y en social interacción a lo largo de la vida (Jean Piaget, Lev Semiónovich Vygostsky, David Ausubel, Jerome Bruner). Excediendo las diferencias entre una y otra, ambas miradas acuerdan que el aprendizaje: 1) está influido por la experiencia, 2) es adaptable para el individuo y para la especie, y 3) es un proceso regido por leyes naturales que se pueden probar y estudiar.
Actualmente se postula que se aprende de similar modo a como se construye ciencia (episteme); esto es, por aproximaciones sucesivas y con errores durante el proceso, nada desdorosos por cierto, desde que constituyen parte de tal proceso y significan concretas oportunidades de mejoramiento.
Sobre la teoría de los estilos de aprendizaje2
A continuación serán reseñados distintos medios para escudriñar estilos de aprendizaje no sólo en Medicina, resaltando que el común de ellos sigue el mismo patrón, esto es: a) un cuestionario a resolver de distinta manera, según el instrumento utilizado; b) categorías resultantes de su resolución; c) características personales de los participantes derivadas de la categoría en la que ha quedado incorporado.
Dada la extensión y complejidad del tema, así como la frecuencia y actualidad de su utilización, según publicaciones halladas en PubMed-Medline y exclusivamente a guisa de ejemplo, se rescatan facetas ligadas al modelo VARK, empleado en el trabajo que se comenta, y al test de David Kolb.
El modelo VARK (visual aural read/write kinesthetic) de Neil Fleming corresponde a la década del 70 del siglo pasado. Consta de 16 ítems con cuatro opciones cada uno y con una o más respuestas posibles en éstas. A partir de allí, alumnos y alumnas son categorizados: unimodales (emplean sólo una herramienta operativa: V, A, R-w o K), bimodales (asocian dos de ellas) y multimodales (asocian varias).
El test de David Kolb fue creado por este teórico estadounidense de la educación en la misma década del precedente. Tiene nueve ítems con cuatro opciones por ítem, debiendo calificarse cada opción desde 1 –lo peor– hasta 4 –lo mejor–.
Según dicho experto, existen dos modos de percepción y dos de procesamiento. Ello genera cuatro categorías de alumnos, susceptibles de ser graficadas en cuatro cuadrantes y de ser resumidas como sigue: a) quien percibe por conceptualización abstracta y procesa experimentando activamente es categorizado como Convergente; b) si, en contraste, lo hace observando reflexivamente, es Asimilador; a su vez, c) quien percibe por experiencia concreta y procesa experimentando activamente, es categorizado como Acomodador, y d) si, en cambio, lo hace observando reflexivamente, es Divergente.
Fijadas estas categorías, a cada una le corresponden catorce características personales vinculadas con lo intelectivo, lo afectivo y lo volitivo.3
Entre otros modelos y cuestionarios existentes pueden mencionarse: la escala de Grasha y Riechmann (1974); el modelo de Dunn (1975); el modelo de la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Secundarias (NASSP) (1985); el T System (Sistema de formato) de McCarthy (1987) (test de Kolb modificado con elementos del modelo de Cook Briggs y de Briggs Myers (1944 y 1956) con un mayor enfoque sobre el funcionamiento cerebral y sus hemisferios); el objetado modelo de Gregorc  y Butle (1988); el cuestionario de Honey y Alonso (1992) - versión española del de Honey y Mumford (1986); el modelo de Felder y Silverman (1988) y el cuestionario de Escanero-Marcén y Soria (CESEA) (2016).4 Conclusión
La teoría de los estilos de aprendizaje, sustentada en las diferencias existentes entre los modos individuales de aprendizaje, ha generado diferentes categorías y características al respecto, no siempre equiparables. En ellas residirían ciertas objeciones a la misma adjudicándole falta de base científica, a veces; otras, ausencia de pruebas válidas y fiables, e inconsistencias, desde una mirada ética.5
¿Afecta lo antedicho al trabajo de Olavegogeascoechea y colaboradores? En modo alguno, si se lo valora como aporte indicativo y alejado de toda certeza inconmovible, pasible de orientar al alumnado médico con dificultades en su tránsito curricular, y de contribuir al mejoramiento de su andadura educativa.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
cuestionario vark, estilos de enseñanza, estilos de aprendizaje, estilos de enseñanza, áreas sensoriales
Especialidades
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Informe
Red Científica Iberoamericana
Juan Pablo Castanedo Cazares
Columnista Experto de SIIC
Institución: Hospital Central Dr. Ignacio Morones Prieto, Universidad Autónoma de San Luis Potosí
San Luis Potosí México

Utilidad de los filtros solares comerciales en medicina
En Latinoamérica, los filtros solares son considerados cosméticos. Los productos prescritos por médicos habitualmente son de mayor costo y distribución en farmacias. Encontramos que los filtros solares comerciales que son de un costo más accesible pueden cumplir con la finalidad de reducir las dosis de exposición solar en nuestra región.


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Comentario
Autor del comentario
Juan José García Villarroel 
Docente, Universidad Privada Abierta Latinoamérica, Cochabamba, Bolivia


Para los dermatólogos, una piel bronceada es sinónimo de piel maltratada, y por lo tanto existen daños a nivel epidérmico y dérmico. Para el común de la sociedad, se trata de una cuestión de estética, así que en países costeros y con playas, hay una afluencia masiva de visitantes que buscan el bronceado solar.
Esta singular belleza estética requiere cuidados especiales, para los médicos es una preocupación creciente por los peligros que conlleva esta costumbre. La piel requiere particular atención frente a la radiación solar, es decir protección (con recomendación médica o a criterio comercial). Hoy en día existe una demanda de protectores solares elevada y en crecimiento.
La preocupación de la salud pública radica especialmente en la radiación ultravioleta (UV), que por sus características,
se clasificada en tres tipos: rayos UV-C (10 a 280 nm), los de mayor energía, que a su vez son los de menor peligrosidad ya que no logran penetrar la barrera atmosférica (capa de ozono); UV-B (280 a 315 nm), son de menor longitud de onda que la UV-A, penetra hasta la hipodermis, y los UV-A (315 a 380 nm), de mayor longitud de onda, representan el 90% del total de la radiación solar que llega a la Tierra, penetrando en mayor cantidad hasta la dermis.
La protección solar contra las radiaciones está dirigida especialmente hacia los UV-A y UV-B, contemplando como medida la UVI, que mide la intensidad de la radiación ultravioleta en la superficie terrestre, en el lapso de 4 horas al mediodía solar. El UVI se la expresa con valores positivos iniciando desde cero, el cual es indicativo de la probabilidad de sufrir lesiones cutáneas y oculares según el tiempo de exposición.
El grado de exposición no es la misma en todos los puntos del planeta, por lo que muchos países cercanos a la línea del Ecuador, pueden llegar hasta un valor de 20 en verano, mientras que en Europa no sobrepasa el nivel 8.
¿De qué depende la intensidad de radiación? Principalmente de los siguientes criterios: - Altitud, cuanto mayor es, más elevada es la intensidad de la radiación.
- Oblicuidad, es al ángulo de incidencia de la radiación solar en la superficie terrestre, depende de la latitud y la estación del año.
- Latitud, cuanto más cercana a la línea del Ecuador, más intensa es la radiación.
- Superficie de reflexión, las principales son la nieve, que refleja hasta un 85%, y la arena, hasta un 20% de la radiación solar.
Otro punto importante en la protección solar, es el fototipo, referido a la clasificación del tipo de piel, cuanto más blanca más sensible.
Por otra parte la clasificación está dada en seis niveles.
I y II, piel extremadamente sensible, se quema sin broncearse.
III y IV, piel que se quema a la exposición solar, con un bronceado ligero.
V, piel poco sensible al sol, con una tolerancia buena y sin problemas de fotosensibilidad.
VI, piel resistente a la exposición solar, no se quema nunca.
Según la forma de acción de la protección solar, existen varios tipos de filtros solares: - Físicos, su mecanismo de acción no broncea la piel, están recomendados especialmente para niños y pacientes con alergias y otras dolencias. Estos filtros tienen un espectro de actuación más amplio, ofrecen protección ante los rayos UV-A y UV-B e incluso frente a los infrarrojos.
- Químicos, captan la energía incidente emitiéndola como radiación térmica, inocua para la piel, pero existe la posibilidad de intolerancia, por lo que no se recomiendan para niños ni pacientes con dolencias dérmicas. Estos filtros son moléculas que absorben fotones de la radiación solar, pudiendo utilizarlas para filtros UV-A y UB-B. Son los más comerciales del mercado.
Biológicos, su mecanismo de acción evita la formación de radicales libres, como antioxidantes.
Organominerales, son unos filtros capaces de actuar tanto por absorción como por reflexión. Son filtros químicos insolubles y tienen así las ventajas de los químicos (cosmeticidad) y de los físicos (seguridad), tienen además gran capacidad filtrante en el UV-A.
Los filtros solares, ya sean de tipo médico o comercial, deben cumplir con los requisitos básicos de regulación de productos disponibles para la población. Es importante una adecuada y abundante información sobre las consecuencias de una mala práctica en el uso, así como los daños a corto, mediano y largo plazo que esta podría producir. Se debe dar especial importancia a los requisitos exigibles a un filtro solar: - Seguridad. Debe ser atóxico, no alergénico, no comedogénico y especialmente estable frente a factores como luz, calor, pH, etcétera.
- Eficiencia. Debe tener un coeficiente de absorción activo en la zona eritemática.
- Versatilidad. También debe proporcionar propiedades cosméticas agradables, no manchar y permitir una formulación en diferentes excipientes.
Existen cuatro sistemas de medición encargados de satisfacer los requisitos de seguridad ante la población, estos utilizan diferentes métodos y distintos índices, lo que hace casi imposible realizar comparaciones, estos son: el de la FDA, de los Estados Unidos; SAA, Australia; COLIPA, Europa, y DIN, de Alemania.
¿Cuál es la eficiencia en la protección solar? Para ello debemos considerar los mecanismos utilizados, de los cuales tenemos el índice de protección solar (IPS), que se refiere al tiempo que dura un protector solar antes de quemarse por la radiación ultravioleta.
Por lo tanto, todos los protectores solares hacen referencia a la seguridad en la prevención, al factor de prevención solar (FPS), cuyas medidas varían comercialmente.
Ningún protector solar ofrece máxima protección frente a los riesgos de la radiación.
Fisiológicamente hablando, la piel cuenta con un sistema de defensa ante la radiación solar, produciendo melanina o liberando sustancias antioxidantes, que no son suficientes ante la exposición excesiva a la radiación solar, tanto es así que se han incrementado los casos de cáncer de piel (tanto los melanomas como los no melanomas); uno de cada tres cánceres diagnosticados en el mundo, es cáncer de piel.
Cómo identificar si un protector solar es adecuadamente bueno. La mayoría de los usuarios no toman en cuenta la información referida en las etiquetas, o les parece tan “misterioso” que confían en la opinión de otros usuarios. Según investigaciones realizadas en la facultad de medicina Feinberg, de la Universidad de Northwestern, menos del 50% de los participantes conocían del significado de FPS. La mayoría asumía que usando un alto índice FPS estarían protegidos.
Para la FDA, sólo protegen aquellos productos comerciales que lleven en la etiqueta “amplio espectro” contra las radiaciones UV-A y UV-B.
De acuerdo con las recomendaciones realizadas por el Ministerio de Sanidad y Consumo de España, el etiquetado comercial de los protectores solares debería tener los siguientes detalles en el envase: número de lote, fecha de caducidad, modo de empleo, lista de ingredientes, protección frente a las radiaciones (FPS), punto verde, nombre y dirección, responsable de puesta en el mercado, contenido nominal.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
radiación UVA, radiación UVB, factor de protección solar, protección UV in vitro
Especialidades
D.gif   EdM.gif         AP.gif   MF.gif   Mfa.gif   MI.gif   P.gif   
Informe
Red Científica Iberoamericana
María Verónica Grunfeld Baeza
Columnista Experto de SIIC
Institución: Universidad Nacional del Sur
Bahía Blanca Argentina

Los errores médicos en la atención primaria de la salud
La investigación sobre los errores médicos tiene plena vigencia ya que los modelos de atención y de gestión poco han cambiado en relación con esta temática. Es importante incorporar los errores como parte del proceso de trabajo en salud para favorecer el aprendizaje a partir de ellos.


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Comentario
Autor del comentario
Laura Colombo(1) Omar Zambón(2)  

(1) Docente Bioquímica Bacterióloga, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina
(2) Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina


El error médico (EM), considerado como aquel que resulta de una equivocación en la que no hubo mala fe ni imprudencia ni abandono, está directamente relacionado con la calidad de la atención en salud y es una de las principales causas de efectos adversos o indeseables. Conocer su frecuencia y sus consecuencias resulta de suma importancia en los servicios de salud, sobre todo en los de máxima demanda y alto impacto epidemiológico como la atención primaria. Trabajar sobre el EM es complejo porque primero debe ser reconocido y aceptado, considerando además las dificultades para su medición, hecho necesario para poder evaluar cualquier acción correctiva.
En el artículo Los errores médicos en la atención primaria de la salud (a pesar de no aclarar si en
el trabajo de campo fue utilizada una definición conceptual del término EM o si esta fue interpretada libremente por los entrevistados) se aborda la problemática desde algunos ejes interesantes: estudiar el problema desde el primer nivel de atención, incorporar a profesionales médicos y usuarios del sistema, conocer la percepción de las causas del error en cada grupo y proponer cambios tendientes a mejorar la situación actual.
El análisis de los resultados destaca la falta de escucha y comunicación de los profesionales entre sí y con los pacientes y su entorno. Por otra parte, ni los profesionales ni los pacientes consideran la práctica individual como una causa importante de EM, pero sí temas atribuibles a las instituciones o al sistema de salud.
Del artículo se desprenden conclusiones importantes tales como: *La necesidad impostergable de incorporar el concepto de EM al trabajo diario, en los trabajadores de salud y en los usuarios.
*La importancia de que las currículas de grado tomen esta problemática para que el profesional se forme teniendo conciencia sobre la inevitable existencia de errores y la obligatoriedad de su análisis.
*Los problemas asociados con temas institucionales, ligados a los procesos desarrollados en los centros de salud, parecen ser más fáciles de percibir por todos los grupos consultados que deslindan de esta forma parte de sus responsabilidades.
Si bien en los servicios de salud el actor principal es el médico, debido a su cercana relación con el paciente, es de fundamental importancia entender la multicausalidad del EM, dado que incluye a toda la comunidad del centro de atención y al sistema que lo regula. Sería muy interesante que este tipo de trabajos se analicen a nivel institucional para asumir la existencia y magnitud del problema y para generar proyectos que permitan reconocerlo, cuantificarlo, proponer mejoras y, a través de adecuados indicadores, vigilar su evolución. El tema comunicacional pareciera ser un buen punto de partida en este centro.
Copyright © SIIC, 2019

Palabras Clave
seguridad del paciente, errores médicos, financiamiento de los servicios de salud
Especialidades
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