Las úlceras esofágicas son una entidad muy poco frecuente y rara vez causan sangrado digestivo alto. Entre sus causas se encuentran: úlceras secundarias al reflujo gastroesofágico (la más frecuente), las ocasionadas por medicamentos, seguidas por las de origen infeccioso (micótico, viral), por cáusticos o por cuerpos extraños, radioterapia, neoplasias y otras enfermedades.
El reflujo es el paso del contenido gástrico (reflujo ácido) o intestinal (reflujo alcalino) al esófago. Se denomina enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) a cualquier sintomatología o alteración histopatológica resultante de los episodios de reflujo con independencia de la naturaleza del material refluido (ácido, alcalino o gaseoso) según el Consenso de Montreal. Se considera fisiológico cierto grado de reflujo gastroesofágico. Los síntomas relacionados con éste aparecen cuando se excede la tolerancia
del epitelio. La ERGE se produce como consecuencia de un desequilibrio entre los factores agresores (reflujo ácido, potencia del reflujo) y los factores defensivos de la mucosa esofágica (aclaramiento del ácido esofágico, resistencia de la mucosa). Existe mala correlación entre la gravedad del reflujo y sus manifestaciones clínicas. El reflujo suele ser asintomático si no existen complicaciones del mismo (esofagitis, estenosis, entre otros). La pirosis es el síntoma más frecuente, pudiendo aparecer también regurgitación de ácido, dolor torácico, disfagia y odinofagia. Pueden presentarse también, manifestaciones atípicas o extraesofágicas como, por ejemplo tos, laringitis, asma y erosión dental por reflujo, quemazón oral, faringitis, sinusitis, otitis media recurrente y hasta fibrosis pulmonar idiopática.
Cuando la clínica es característica de reflujo con pirosis, con o sin regurgitación ácida, el diagnóstico de la ERGE es clínico. Esto justifica el tratamiento empírico con inhibidores de la bomba de protones (IBP). Se debe realizar endoscopía en aquellos pacientes con síntomas sugestivos de una complicación (síntomas de alarma: disfagia, odinofagia, pérdida de peso, anemia, hematemesis o melenas, vómitos recurrentes) y en aquellos que presentan refractariedad al tratamiento empírico. La endoscopia también permite diagnosticar complicaciones como sangrado, estenosis o perforación, además de observar alteraciones anatómicas que predispongan al MIEI (lesión esofágica inducida por medicamentos). La mayoría de las úlceras esofágicas asientan en el tercio distal de dicho órgano. Son pequeñas, únicas, penetrantes y con bordes precisos; no suelen confluir y su curación trae consecuentemente estenosis de la porción esofágica afectada.
El estudio: Tratamiento en el Mundo Real de las Úlceras Esofágicas: Análisis de su Presentación, Etiología y Resultados realizado en Tel Aviv por los autores Cohen DL, Bermont A, Shirin H durante el período comprendido entre 2009 y 2020 es un análisis descriptivo retrospectivo en pacientes adultos con úlceras esofágicas diagnosticadas de forma endoscópica, que concurrieron a un centro de atención terciaria en Israel. En este estudio se estudiaron las historias clínicas de 100 pacientes con el objetivo de evaluar de forma sistemática a aquellos que se presentaran con úlceras esofágicas y describir su cuadro clínico, hallazgos endoscópicos, etiologías, tratamientos, complicaciones y resultados. Durante el tiempo de estudio, se identificaron múltiples causantes de las úlceras duodenales, más específicamente 22 etiologías diferentes, siendo las más frecuentes la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y la iatrogénica o relacionada con la ingestión de medicamentos como los AINES. A pesar de tratarse de una entidad poco frecuente, es de vital importancia tenerla en cuenta para un diagnóstico y tratamiento correcto y oportuno, evitando futuras complicaciones, que sí generan una morbilidad y/o mortalidad importantes.
Copyright © SIIC, 2023