Autor del informe
Mariana Bendersky
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina
Existe evidencia creciente de que varios trastornos neurológicos, aunque tengan una predisposición genética subyacente, son probablemente resultado de una interrelación entre ésta y factores ambientales tales como la nutrición. El papel de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6 para el aprendizaje y el comportamiento en los niños es un área de investigación en crecimiento. Estos ácidos grasos son componentes esenciales en el cerebro y deben proporcionarse en la dieta, ya que no pueden producirse en el cuerpo. Las guías alimentarias recomiendan consumir fuentes de omega 3 tales como pescado o nueces. Se ha planteado que la falta de ácidos grasos poliinsaturados en la dieta moderna o la biodisponibilidad inadecuada en algunos sujetos puede afectar negativamente el aprendizaje, la lectura y
la atención de los niños, o relacionarse con patologías tales como la dislexia o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). De hecho, en metaanálisis recientes se ha demostrado el efecto beneficioso de estos suplementos en niños con TDAH y dislexia (el trastorno de aprendizaje más común).
La decodificación fonológica y visual son funciones esenciales en la habilidad para leer, y la disfunción de estas habilidades son factores claves en la dislexia. El objetivo primario de los autores fue evaluar, mediante un ensayo a doble ciego controlado con placebo, si la suplementación de la dieta con ácidos omega 3 y omega 6 mejora las habilidades lectoras en los alumnos de escuelas comunes. Como objetivo secundario se buscó evaluar, mediante cuestionarios a los padres, si además mejoraban la memoria, la atención, el aprendizaje, el lenguaje/comunicación, la solución de problemas y las habilidades sociales.
Los resultados del ensayo sugieren que tres meses de tratamiento con omega 3/6 mejoraron las habilidades lectoras, especialmente la decodificación fonológica y visual. Se observaron efectos de tratamiento más fuertes en un subgrupo con problemas de atención, lo que respalda los resultados de estudios anteriores en esta población de niños. Los efectos adversos fueron principalmente gastrointestinales o falta de adheresión (los niños debían tragar tres cápsulas por día). Los resultados de este estudio son prometedores, en especial en la población de niños con trastornos de aprendizaje o atención.
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